Los cartonistas de izquierda y derecha
Las noticias dan a los analistas la materia prima, y dependiendo de la forma de pensar, a favor y en contra de los hechos, cada uno lleva agua a su molino, la objetividad queda un tanto sesgada invariablemente.
El cartón político en sí es lo mismo que cualquier columna o artículo de opinión, con el agregado de la crítica demoledora y el humor, mucha síntesis y en algunas ocasiones, demasiada, tanto como para perder las varias aristas que se presentan en un acontecimiento.
Por excelencia, y poco cambiarán las cosas, los caricaturistas de la izquierda son lo más duros, los más reacios al cambio, los más puntillosos y quienes menos pierden el punto a discutir. Los caricaturistas de la derecha, son más viscerales, deben serlo porque su materia prima es menor a la de los "rojillos" y llegan a ser chistosos y ha hacer de un gran tema, un chiste simplón. En ambos lados, la forma y el fondo son fundamentales.
He visto, este miércoles 6, dos cartones que me provocaron una reacción encontrada, pero a la vez, una sensación de vacío al ver los dibujos de Antonio Helguera en La Jornada y Francisco Calderón en Reforma.
Vi en Helguera el fondo y en Calderón la forma.
En la de Helguera vi la caricatura de un reclamo justo apanicando a dos ratas en el Congreso, ahí el fondo, que el cartonista no perdió de vista que el país se encuentra lastimado, duramente lastimado por unos legisladores, que en bienestar de su ideología y sus conveniencias son capaces de cortar a diestra y siniestra la constitución y los reglamentos para salir bien librados, para permanecer cobrando del erario, no he visto en los diputados, principalmente panistas y priistas, la intención por beneficiar al país, también lo están aprendiendo a hacer los perredistas.
Carton de Helguera en La Jornada
Las ratas panistas y priistas asustadas me parecen una buena imagen de los legisladores de esos partidos, que en la historia contemporánea en México han sabido simular, hacer creer, violar, escudarse, corromperse y dar la cara sonriente para presumir que trabajan por el país. Lo vi cuando avalaron el fraude de 1988, en la concertacesión de Guanajuato, en las maniobras político-económicas de Diego Fernández de Cevallos, en la exoneración de delincuentes de cuello blanco, en la descarada confesión de senadores panistas aceptando que aprobaron leyes que nos partieron la madre, en el endiosamiento de Roberto Madrazo pese a las pruebas evidentes de un fraude millonario en los comicios de Tabasco, en la simulación por querer descubrir asesinos de 300 perredistas y de algunos priistas.
En la de Calderón vi la crítica simple, el odio que el artista justifica por no coincidir con la izquierda, vi la visión desviada que pretende golpear a López Obrador comparándolo con Mussolini, no vi fundamentos de defensa a sus lectores, por el contrario, vi la defensa a un grupo dañino caracterizado por una niña-democracia-justicia, nunca la Cámara de Diputados se podrían presentar así, no las bancadas panistas y priistas, que hoy se quejan.
Cartón de Calderón en Reforma
La imagen de la justicia es la más alejada que he visto, porque el cartonista tampoco puede hacer creer que en México, la democracia o justicia pueden ser así, y lo sabe.
Pone a los legisladores capitalinos como si fueran unos idiotas manipulados por el jefe de gobierno capitalino, para el caricaturista el congreso local es un simio que ataca a la niña Camara de Diputados en una desproporción sin chiste ni crítica, además de rematar con una frase que pretende disculpar y a la vez congratularse con el lector "y luego dicen que yo exagero".
Un periodista siempre está a la defensa de los actos injustos, de la población, no de los diputados que juegan a hacer una burda democracia y justicia, y un caricaturista es un periodista.
Hay una tendencia clara en el país que apuesta por la segregación, los medios son artífice de ello, se sigue creyendo en el "cambio" y se simulan una dureza y cuestionamientos al gobierno foxista, pero es claro, cuando se dice "sector marginado", realmente se está hablando de población olvidada, segregada y sin importancia para los sectores de poder.
Calderón defiende a un congreso, que por mayoriteo es capaz de exculpar a delincuentes priistas, a Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto. Defiende a una institución decadente que debe morir y renacer al momento para ser defendida de esa forma, a menos que tenga el argumento de no coincidir con la llamada izquierda.
Su crítica ahí está, es libre de decir lo que sea, pero es evidente que no hay argumentos para hacerlo.
En ambos casos los cartonistas se instalan en un punto contrario uno del otro, es claro quién defiende a quién, quien se plazca con entender la forma disfrutará el dibujo de Calderón, quien comprenda el fondo se quedará con la de Helguera.
Los dibujos expuestos en este comentario se presentan sin ningún fin de lucro
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