sábado, enero 12, 2013

Cantona, una ciudad de piedra

Piedra sobre piedra hay una ciudad sin habitantes en el Oriente-Sur del estado de Puebla, casi en los límites de Veracruz.
Piedra sobre piedra, sin argamasa que las una, forman plataformas, pasillos, callejones, fortines, plazas, juegos de pelota, edificios y templos en una región árida cercana a la cabecera de Tepeyehualco, en la carretera que lleva a Perote en el vecino estado.
Piedra sobre piedra, una cultura sin precisar, levantó esta ciudad que servía de centro comercial y paso obligado para los viajeros mesoamericanos que se trasladaban del Golfo de México a lo que hoy es el Centro de México y que sirvió de hogar por lo menos para tres culturas.
Piedra sobre piedra fue construida Cantona, una zona arqueológica tan vieja como la era cristiana, con una extensión de 25 hectáreas que se recorren en casi tres horas.

La importancia
David Roberto Cuevas Pastrana, responsable de la parte administrativa de la Zona Arqueológica Cantona, explica a El Mundo lo que es esta ciudad dura que se erige, piedra sobre piedra, en las faldas, pendientes y cumbre de un cerro que tiene una mezcla de vegetación boscosa y desértica.
"Cantona como zona arqueológica es un punto muy importante en toda la cuenca Oriente del estado de Puebla (...) compitió únicamente con Teotihuacan, hablamos de su época de mayor empuje que fue en los 600 a 900 de esta era, aunque se tienen algunos indicios de que había población establecida, hablamos de 600 antes de nuestra era".
La impresión que deja al visitante es de un complejo habitacional organizado, un laberinto de pasajes que requieren de señalamientos de los expertos para subir lentamente las tres etapas arquitectónicas que sirvieron originalmente a tres culturas al menos.
Explica Cuevas Pastrana: "se tiene conocimiento que en diferentes momentos se establecieron diferentes pobladores, se han encontrado vestigios tanto de totonacos, cholutecas e incluso teotihuacanos y algunos ornamentos que se han rescatado incluso de Oaxaca (...) sin embargo, no hay una cultura que se haya establecido permanentemente durante la existencia de Cantona.
"Cantona era una ciudad que era un punto obligado de paso entre los desplazamientos de gente del Golfo hacia el Centro y en el sentido inverso y necesariamente aquí era una ciudad que congregó a diferentes culturas y en el intercambio sobretodo de materiales de artículos, lo que aquí se comerciaba era con el trabajo de obsidiana".

La estructura
Centro del comercio de obsidiana, Cantona, hoy abre sus 27 áreas a unos 35 mil visitantes cada año que constan, explica Cuevas Pastrana de "en la parte baja: terrazas, un mirador, un acceso ya totalmente restaurado a la acrópolis, que es la parte alta donde tenemos juegos de pelota, patios ceremoniales y pirámides".
En un artículo publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el arqueólogo Ángel García Cook, director del Proyecto Arqueológico Cantona, explicó que “en el sitio hay una asimetría provocada. Tanto la planificación de la ciudad como de cada construcción carece de simetría y se adapta a la superficie natural del terreno, ya sea loma o ladera”.
En resumen, "la ciudad estaba comunicada por una compleja red de calzadas cerradas, calles, pasillos y callejones privados, que suman alrededor de cuatro mil"
En el sitio, está además uno de los juegos de pelota más grande de Mesoamérica y la llamada Plaza de la Fertilidad, "donde se han encontrado trabajos en piedra de falos que enterraban en la Madre Tierra para tener buenas cosechas", dice Cuevas Pastrana de los antiguos agricultores de la zona.
A más de 17 años de su apertura, el sitio comienza a tener los resultados de una larga espera de recursos que incluyó carreteras, instalación de electricidad y otros servicios, pero nada que fuera necesario en los tiempos que se levantó, piedra sobre piedra, la gran ciudad de Cantona.

El museo resume la historia

A los pies de la zona arqueológica está el Museo de Sitio de Cantona, dentro del municipio de Tepeyehualco, Puebla.
Contiene 600 objetos prehispánicos, recuperados en 20 años de investigaciones arqueológicas.
El museo alberga también artefactos de obsidiana, entre los que destacan cuchillos de sacrificio de 2 mil años de antigüedad, figurillas de barro, instrumentos musicales de caracol y cerámica, y una serie de esculturas fálicas que se encontraron en la escalinata de la pirámide central de la Plaza de la Fertilidad, además se explica tres temáticas: La Ciudad, La explotación de la obsidiana y La Cosmovisión.
Su administrador, David Cuevas Pastrana, explica que pasaron 10 años en la gestión para exigirlo y hoy, aunque tienen lo básico, algunos recursos fluyen lentamente.
"No falta el recurso para lo básico, pero ha sido dentro del desarrollo, tienen que ver con los apoyos externos que muchas veces no llegan como quisiera de rápido, como la vía carretera, la luz eléctrica, como es una serie de cuestiones".
Resume Cuevas, "es un sitio muy atractivo" e invita a que "antes que ver los centros comerciales, a ver los aparadores que vengan a visitar un sitio arqueológico tan sano y tan lleno de aire puro".


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A manera de epílogo:
Cantona no tiene ninguna raíz de alguna lengua prehispánica, el nombre deriva de un témino latino y así se ha seguido llamando desde que se tiene el primer documento escrito que el explorador francés Henri (Louis Fréderic) de Saussure (1829-1905 Ginebra) elaboró por el año 1850-1855, se dio cuenta que existía una ciudad prehispánica abandonada y la recorrió, se entiende que vio las dimensiones que tuvo esta gran ciudad que le dio por llamarla 'La Gran Casa o el Gran Cantón'.

Texto publicado en El Mundo de Tehuacán el 6 de enero de 2013