jueves, mayo 16, 2013

El final alternativo de Pedro Páramo

Desde mis lecturas de secundaria, una de mis preferidas es "Pedro Páramo" de Juan Rulfo.

Nunca me he jactado de conocer a fondo todas las palabras que publicó Rulfo o su biografía, pero sí hubo un tiempo que me dio por buscar cualquier cosa que hubiera publicado el autor, texto, guion, fotografía (y años tardé en ver su participación en la película "En este pueblo no hay ladrones").

El caso es que, aprovechando el cumpleaños del escritor jalisciense, que hoy festejaría 96 años, recordé que hace tiempo subí una foto para compartirla en Twitter y que fue por el simple acto de compartir: la última página del borrador de "Pedro Páramo" escrito a máquina por Juan Rulfo.

No había reparado que este es uno de los eventos más importantes de mi trabajo: el haber tenido en mis manos ese manuscrito que por años fue o es albergado en la Centro Mexicano de Escritores que pedía estos documentos (los borradores) como el comprobante final de que las becas fueron aprovechadas.

Esa última página, la 128, con un par de tachones y la palabra "Fin" escrita por Rulfo es valiosísima para quienes adoramos la obra del autor.
 

"Y junto a la Media Luna quedó siempre aquel desparramadero de piedras que fue Pedro Páramo".

Y por qué es valiosísima, porque está escrita después del final del libro que todos conocemos.

Fue como descubrir un tesoro, como estar en otra dimensión, algo así habrán sentido quienes descubrieron Machu Picchu o la tumba de Tutankamon y también lo fue confirmar lo que ya estaba muy documentado, que el título fue originalmente "Los Murmullos".

En el tiempo que la vi, sería 1999, la emoción se fue al piso, rebotó, dio dos vueltas a la biblioteca donde estaban otras obras originales de Fuentes, García Márquez y otros tantos y volvió a mi para cerrarme la boca y balbucear un poco.

Ese fue el final que "no fue" y qué bueno que no fue, porque pese a ser una frase hermosa, es más contundente la que quedó al final del libro: "Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras."

Según la prensa, el Centro ya desapareció, y aquí debo agregar mi agradecimiento a la cordobesa Martha Domínguez, que por años administró el lugar y tuvo la oportunidad de platicar con todos los escritores que recibieron beca en ese lugar. Ella, fue quien abrió una de las vitrinas para sacar el borrador de Rulfo y permitirme tener por un momento, ese tesoro en mis manos.