viernes, enero 27, 2006

MALO vs Fecal, vaya guerra

Por años y también por un inusitado éxito del humor ramplón, a Andrés Manuel López Obrador le dicen "Peje", y nada ha pasado, nadie llora, nadie reclama, nadie se asusta, y aun, el ex jefe de gobierno capitalino, no aprovecha esto para que su figura crezca, aunque en sus mítines lo anuncien sin empacho como "el Peje" (ver definición en la página de la RAE).


Alguna vez comenté aquí mismo que no hay ni el más mínimo grado de simpatía entre la figura de AMLO y un pejelagarto. Fue una ocurrencia idiota nomás porque es de Tabasco. Pero hay más, hay quienes con toda la mala leche, en foros por ejemplo de El Universal, se refieren a Manuel Andrés López Obrador y se apoyan en ello para llamarle MALO, eso sí es ocurrente, mala leche, pero ocurrente.

Hay otros apodos que han venido muy bien, como aquel episodio cuando el Sub Marcos le dijo "Firulais" al entonces gobernador de Querétaro Ignacio Loyola por su servilismo y amenazas, como el apodo de "El Chueco" a Mario Villanueva tanto por su físico como por su forma de gobernar, aquellos dibujos de cara de rata de Arturo Montiel (y qué decir de cara de ratón de Salinas y la cara de idiota de Zedillo) o que me dicen de aquella pérdida absoluta de dignidad cuando Francisco Labastida, en pleno debate frente a Fox y Cárdenas dijo "(Fox) me ha dicho 'la vestida', 'chaparro', mandilón".

Pero, Peje realmente no es chistoso, es como decirle "solovino" a un perro... es poco ocurrente.
Ahora, hay en internet principalmente, la observación de que el acrónimo de Felipe Calderón es Fecal, y esa sí que es una notable ocurrencia. Es FElipe, CALderón, es Fecal, es como Jolopo, pero divertido.
No entiendo por qué los simpatizantes de Calderón se quejan de esa simpática observación si nunca los simpatizantes del Peje chillotearon por ese mote sin chiste, y más aun, aquello de "MALO".

Hay razón para decir que esta arista del "discurso" es muy baja, que no hay consistencia y que es frívolo y escatológico, pero son motes, son simples apodos como los hay en cualquier contienda, es cosa de forma, vaya. En planos serios, yo prefiero que se digan de apodos, a que regrese la historia de crímenes como aquellos 500 simpatizantes perredistas que murieron asesinados en el sexenio de Salinas o del mismo Colosio que no supo quién lo hizo mártir.