sábado, diciembre 07, 2019

Niño perdido... tiempo perdido...

Como muchas personas que hoy tienden a pensar y cuestionar y que decantan de inmediato creencias de hechos, soy un escéptico de religiones y pseudociencias, luego entonces, cualquier cosa que viene del cielo, a no ser que sea uno de esos meteoritos que caen en la cabeza de vez en cuando, pasa de largo para mi.

Sin embargo y como a muchas personas también, nos tocó formarnos en una infancia llena de rituales que casi todos tienen que ver con la religión y dioses.

Todo esto viene a raíz que hoy, 7 de diciembre, me cayó en la cabeza un meteorito de recuerdos que tienen que ver con el festejo del Día del Niño Perdido.

Velas para el Niño Perdido.


En Poza Rica, tierra guapachosa y tropical despojada ya de la riqueza petrolera y de la paz, se acostumbraba en este día iluminar la noche en sus calles para que el "niño perdido" encontrara su camino y regresara a casa.

Miles de niños, entre ellos yo, hace poco más de 40 años, salían a sus portales, puertas, banquetas o barandales mientras el sol otoñal se metía.

Había un entusiasmo de fiesta que era simple diversión por salir de la rutina y que de alguna manera, inauguraban las emociones todo diciembre.

El ritual era muy básico, había que llenar con velas la entrada de las casas, a falta de llenarla de velas enteras, las partíamos en tres o más fragmentos y comenzaba la oportunidad de jugar con fuego.

Para mi, algunas primas, mi hermana y amigos, nos quedaba muy lejano el pasaje bíblico que hablaba del puberto Jesús que se había perdido en calles de la ahora disputada Jerusalén ni de las habilidades orales del pequeño futuro mesías.
La tradición en ciudades del Norte del estado de Veracruz.

Nosotros nos conformábamos con hacer arder los cerillos, suavizar la cera para poder pegarla al concreto y hacer filas de luz y quizás probar con alguna prenda o vegetal el poder del fuego... y estar viendo cómo se consumían las velas mientras platicábamos de nuestras ocurrencias infantiles.

Era muy emocionante mirar hacia las casas altas o sobre algún cerro como hileras de luz modificaban nuestro panorama... sí, era emocionante... de esas emociones que van matando los años.

Luego nos enteramos que por alguna razón extraña, esto se festejaba sólo en el Norte de Veracruz en particular en Tuxpan desde principios del Siglo XX... y que poco a poco se contagió hacia el centro del estado.

Para nosotros, en Poza Rica, en particular en la zona de la colonia Laredo, lo de Niño Perdido era además del festejo del 7 de diciembre, algo de todos los días, cerca de casa había un callejón llamado así y más que dato bíblico, al menos para mí, era un punto de referencia en el camino para ir por las tortillas.