jueves, diciembre 15, 2022

Pinocchio, una película de buena madera


Decidí que esto lo debía escribir de botepronto (términología futbolera aprovechando que se juegan las semis de Qatar 22) ante la impresión y buen sabor que me deja Pinocchio (Guillermo del Toro/Mark Gustafson, 2022).

De inicio, me queda claro que no hay una mejor versión y menos infantil que esta comparándolas con la ñoña caricatura de Disney (Ferguson, Hee, Jackson, 1940), una de las versiones protagonizadas por Benigni (Matteo Garrone, 2019 - la del 2002 no la he visto, pero los cortos me hacen suponerlo) y la live action de Disney encarnada por Tom Hanks (Robert Zemeckis, 2022).



Quizás el gran extra de la versión del mexicano es la bestial tarea de 15 años que implicó a artistas articular y fotografiar marionetas a 24 por segundo para una historia que la edición dejó en alrededor de una hora con 45 minutos y que incluye un buen guión, música y una excelente labor de actores que dieron voz a la cinta.


Y más allá del arte, está la muy ambiciosa intención de, irónicamente, descarnar emociones profundas del muñeco de madera y de darle una bofetada a la historia de Italia en tiempos de Benito Mussolini.

Aunque esto ya se ha pretendido en otros momentos con historias maquilladas que no eran Pinocho, como Frankenstein, El Hombre Bicentenario o Inteligencia Artificial, donde los sentimientos quedan en vilo en el descarnado metal y cables de sus marionetas, la de Del Toro está muy bien sazonada con melodías, cursis, pero emocionantes.


Pese a tiene sus problemáticas de imaginación para una historia como es la de darle vida a un tronco, Del Toro resuelve muy bien el desenlace y trata de sacudirse lo más posible la cursilería de las otras dentro de la historia original publicada en el libro de Carlo Collodi en 1883. 


El muñeco, el menos humano de facciones de todas las anteriores cintas (es bastante feo, para un experto en monstruos como es Del Toro), es el más humano desde el sentido que es capaz de circular por los caminos de la maldad y venganza, de conocer los celos y el coraje y de dejar que la justicia llegue por azar y queda lejos del muñeco que se mete en problema tras problema en su intento de ser un niño.


PARRAFOS CON SPOILER


La película por fortuna no es para niños, no entenderían conceptos pecaminosos que tiene la cinta, es muy afortunada al tomarse libertades literarias al traernos la historia sin conversiones de burro, sin la estética europea de ojos azules y piel rosada y sobretodo, Del Toro hace un dramático prólogo con la historia del hijo, en el libro inexistente, de Maese Gepeto, su muerte y las consecuencias de las que fue rescatado por la marioneta. Niño cuyo nombre rinde homenaje al creador del cuento.



También juega con figuras no conocidas como un duelo de hadas, le quita lo dulzón de la Hada rubia original, pero rescata un pasaje oscuro de cuatro conejos cargando un ataúd, que en el libro son usados para que Pinocho se tome una medicina que lo salva de la muerte, pero que en libro este elemento es lo de menos, porque se sacan de la manga más muertes que un gato.


FIN DEL SPOILER



Que si algunos le ven tintes de producción de Tim Burton, pues sí, es inevitable, pero hay mucho más que la simple comparación, cuenta la ambientación y una historia bastante desarrollada que se sale del cuadrado cuento que mantuvo, nos mantuvo, cautivos con la caricatura de Disney de ese muñeco de madera que al mentir le crece la nariz y que más de una vez ha sido usado para protagonizar chistes para adultos.




PD CON SPOILER SIN TRASCENDENCIA.- Será que soy generación de libros, qué angustia saber que Pinocho pierde su libro de historias y que al ocurrir esto, se desprenden dos páginas… no resuelven si esas páginas las recuperan porque cuando lo encuentra Gepeto, solo lo recoge y se lo lleva ¿Y si eran páginas relevantes?.





miércoles, noviembre 23, 2022

Se nos quiebra la voz...

Es muy triste imaginar una noche como hoy en las instalaciones del periódico El Mundo de Córdoba después de una historia de trabajo continuo de 62 años, pero hoy con la redacción apagada y en silencio, sin el ajetreo que yo disfruté por más de 20 años en diferentes momentos e instalaciones de la misma empresa.


Sin reuniones de trabajo, sin poner como objetivo la preocupación ciudadana, sin la lectura de adelantos, la jerarquización y la decisión de seleccionar la noticia, sin la confirmación del dato y los planillos de publicidad o la selección de fotos y diseños, sin ver ese apresuramiento del reportero llegando tarde para escribir o del que sale con urgencia a cubrir una eventualidad que en otros tiempos traía siempre un radio en la mano.


Quizás un lector sin acceso a los medios no imagine lo triste que debe ser la redacción apagada a horas de la tarde cuando se daban las decisiones más críticas, sin la presión del editor, sin el repique de teléfonos, sin el eco de una TV lejana, sin la discusión entre periodistas y artistas por mejorar una plana: triste debe ser el silencio de los teclados y las computadoras, sin el movimiento del ir y venir entre lugares de trabajo para llevar un comentario, un dato, un café o el cambio de planes inoportuno y molesto ya entrada la noche, pero obligado para mejorar la edición.


Paren prensas... hubo un día que oprimí el botón.

Y lo más triste debe ser esa oscuridad y frialdad donde se guarda la prensa en horas de la madrugada aún con restos de papel y tinta de ayer, porque simplemente el diario ya no se imprimirá más.


Con el fin de la voz en papel de El Mundo, la comunidad de la zona centro de Veracruz queda en la orfandad informativa, sin medios serios o con otros movidos por la necesidad de comunicadores sin rigor o algún empresario jactancioso y sin escrúpulos.


Lejos de las razones que llevan a un medio a dejar de imprimirse, cuyos análisis abundan, queda el vacío local.


La tragedia no es pequeña, ciudades como Córdoba y Orizaba, y antes Tehuacán, Tecamachalco, Huatusco, Poza Rica y Tuxpan, pierden su acervo público y su escribano de todos los días, su historiador por antonomasia, se quiebra su voz y todos los ecos que esta generaba. Si la pérdida para un lector moderno es mucha, imaginen a ese lector tradicional que pierde hasta la oportunidad de leer la lista de ganadores de la Lotería Nacional.


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No más clima, no más horóscopos, no más cartones, no más columnas polémicas, no más baches ni avisos de cierre de calles, no más anuncios clasificados, no más avisos del “hoy no hay clases” o “cierran bancos”, no más la denuncia de la cartera robada, el pleito que terminó con vecinos reconciliándose en una celda, no más la nota novedosa ni la repetitiva, no más la cabeza del editor orgulloso que resolvía tres pisos en una columna ni el fan de los épicos o cinematográficos titulares que sintetizaban un resultado deportivo.


Aunque he visto y participado en el ahora constante oleaje tecnológico que acarrea algoritmos, trampas cibernéticas y comunidades forzadas, no dejo de sentir una punzada en el corazón al saber que con el fin de El Mundo de Córdoba en papel pierdo una parte muy importante, no importa si dejé de pertenecer a ese diario hace un par de años, porque fue la naturaleza del periódico la que me enseñaba todos los días un oficio que no requiere de mucha academia como para saber y detectar diagnósticos de una sociedad que siempre, siempre necesita información puntual y ética.


Es triste saber que no habrá un periódico en papel que nació solo de preguntas, literalmente de la nada y que hoy ya no hay un equipo de trabajo que genere ese producto que, antes de liberarlo a la hora de cierre, lo acariciaba constantemente hasta en los detalles que a veces sólo entendía el editor.


Pensar que desde sus páginas se tomaron tantas decisiones, desde salir con paraguas, saber por quién votar o qué película ver, qué o no comprar, cambiar de ruta o tomar mayores cuidados al salir de noche.


En verdad pienso en la redacción vacía y la prensa en silencio y es muy triste y en mi caso, triste es también la coincidencia, porque hace 31 años llegué a esa empresa para pedir un empleo, no tan lejos de Córdoba, en Poza Rica, no en El Mundo, sino en una sucursal llamada El Norte, igual un 21 de noviembre, solo que más de tres décadas después, esta fecha se marcó como el día que se trabajó para generar su última edición impresa.

Cartón publicado el 23 de febrero de 2010 a propósito del 50 Aniversario de Diario El Mundo. (El dibujo estuvo colgado desde dos o tres años antes en el departamento de Recursos Humanos)


domingo, octubre 23, 2022

Otro cumpleaños para Doña Gloria

Seguramente, como en muchos días de su cumpleaños, Doña Gloria se bañó, se puso algún vestido de flores, se peinó pacientemente (habrá pensado que ya era momento de hacerse otro permanente), tomó su monedero, agarró una bolsa de hilos plásticos, la dobló para que no le estorbara tanto y salió a algún mercado.

Se habrá topado a alguna conocida o hizo amistad con otra señora e intercambiarían plática, qué no pudo lavar porque estuvo lloviendo, que que feo está todo el tomate o que hay un gentío que no deja caminar por los pasillos.

Quizás buscó algo en tres o cuatro puestos y regresó al primero porque era el que tenía o mejor calidad o precio y así haría con varias de sus compras, habrá pensado lo que ha pensado por décadas en este país de crisis permanente, "todo está muy caro", pero pues son cosas que hay que comprar y así seguiría a la caza de ofertas hasta que la bolsa de hilos se llene y regrese a continuar con unas tareas que nunca tienen agenda ni fin, "las cosas tienen que hacerse"...

Y tan absorta estaría en esas "cosas" que llegada la tarde, ya cuando podría ver un rato de TV y dormitar a la vez, vencida por el cansancio, olvidaría que hoy es su cumpleaños sin darse cuenta que ya no es necesario hacerlas en un lugar que no le exige trabajo, ni esfuerzo.

Entonces alguna figura celestial, un ángel o un representante de algo etéreo se la habrá acercado para decirle "Doña Gloria, usted ya no necesita hacer todo esto, usted ya descansa y si le gusta hacer esas cosas, está bien, hágalas, pero ya no es necesario que las haga... pero bueno, solo vengo a desearle un feliz cumpleaños y a decirle que hay personas que la siguen queriendo, la extrañan y se acuerdan mucho de usted, sobre todo hoy que es su primer cumpleaños que pasa por acá, por cierto, por ahí viene Don Venancio, no tarda en llegar"...

miércoles, agosto 17, 2022

¡Toin catatoin catatoin toin toin!

 “Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”, diría “Cantinflas” a propósito de los tres minutos de la película “Soy Charro de Levita” (Gilberto Martínez Solares, 1949) donde el genial Germán Valdés “Tintán” interpreta “Ojos Tapatíos”.

Tintán, emulando al Charro Cantor en Ojos Tapatíos.


Y aunque Mario Moreno no creo que hubiera usado su frase para una referencia tintanesca, realmente esos tres minutos son dignos de guardarse entre algodones para disfrutarlos, como tantos otros del Pachuco, aunque estos son realmente excepcionales.


Adelantado a su tiempo, incluso a su rutina de ‘asatelitar’ sus canciones (usar varios ritmos de diferentes países), “Tintán” canta con tal talento que es un momento brillante de la época de oro del cine mexicano y en el caso de la pieza musical, quizás forme parte de una de sus mejores interpretaciones, si no es que la mejor.


Escrita por el zamorano Fernando Méndez Velázquez, músico y poeta cuya vida transcurrió entre 1882 y 1916, el tema requiere bastante habilidad vocal para interpretarse y fluye en la voz de "Tintán" como si se tratara de un paseo dominical por una soleada alameda (cualquiera de cualquier ciudad).


Famosa inicialmente en la voz de Jorge Negrete, “Ojos Tapatíos” fue escrita por ahí de 1900 y grabada por “El Charro Cantor” alrededor de 1947, aunque también fue registrada en la voz de Pedro Infante, Los Calaveras, varias rondallas, entre otros.


Pero qué tenores, ni que barítonos ni que bajos, aquí, a la manera del Presidente López Obrador, decretamos que la mejor interpretación de Ojos Tapatíos es la del Pachuco de Oro.


En la película, ante una pizpireta, avispada y muy romántica Rosita (Rosita Quintana), bajo la luz de la Luna, guitarra en mano y espiado por el pequeño Pepito (Ismael Pérez), el otrora Topillo Tapas se arranca tras un primer acorde con la frase inicial “No hay ojos más lindos” y durante un minuto parodia la engolada voz de Negrete.


Bajo la dirección y fondos musicales de Federico Ruiz y Rosalío Ramírez, "Tintán" deja extasiada a Rosita quien no deja de coquetear enamorada del trompudo y deja atrás por siglos la vergüenza estereotipada de la campesina que se esconde tras el rebozo.


Ella no, ella da la cara y se deja enamorar y enamora mientras "Tintán" llega al minuto de la canción para volverse el Pachuco comenzando a cantar a su estilacho mientras Rosita se pasea frente a él.


En un ataque de espontaneidad y al grito de “Y al ver esos ojos”, Tin Tan le hace un pase natural a Rosita y “Ojos Tapatíos” se vuelve ritmo y pasos de tango que le permiten continuar su cortejo mientras Rosita sigue paseando frente al cirquero que en automático manda la canción al boogie woogie estadounidense.


Rosita Quintana merece arieles, diosas de plata, osos de Berlín, palmas de Cannes y óscares en el momento que el enamorado del cute, el tando y la chaina se aloca con la pieza y ella toda enamorada tiene que resistir estoica el embate tintanesco de un “catoin cata toin cata toin toin toin”.



En este momento reflexiono y no alcanzo a comprender cómo acordaron esa escena, partiendo de qué o a quién se le ocurrió convertir la sublime “Ojos Tapatíos” en una pieza disparatada donde se transforma todo lo musical y la letra que pasearon por un rancho mexicano, la llevaron a barrios bonoarenses, la hicieron volar a las calles de Los Angeles y la regresaron a tierras mexicanas, pero no a Rosita que sigue estoica en el papel de musa enamorada.


El caso es que la canción termina con final feliz y que gracias a un charpazo de Pepito, Tintán termina en brazos de la Quintana que ya rendida a los encantos de "Tintán" ingenuamente pregunta “y todo eso me lo cantó a mi”.


Luego de un trompazo del Pachuco, la escena se registra para la posteridad, “¡Corte y queda!” habrá gritado Martínez Solares feliz mientras todo el set finalmente desata las carcajadas al haber sido testigos de un momento verdaderamente momentáneo y trascendente del cine mexicano.



miércoles, agosto 03, 2022

¿Se acabó el maratón de Netflix?

¿Será que después de más de 10 años de éxito contínuo un servicio como Netflix pierda la hegemonía y comience a formar parte de los saldos que comienzan a abundar en la canasta de los productos streaming?

A finales de los 90s, descubrimos con asombro bondades secundarias de internet (la primera sin duda es la libre forma de difundir, compartir información y comunicarnos sin fronteras) pero llegábamos a maravillas inconcebibles para esos tiempos como compartir documentos, textos, audios, videos, etc en una incipiente nube que crecía y formaba una tormenta que gradualmente siguió moviéndose como la gran mancha de Júpiter.

Luego, voilá, todo se domesticó y la música pudo volverse archivo y cuando creíamos que la piratería había llegado a la cúspide en la clonación de cds, hijo reciente de los casets piratas que podían duplicarse a altas velocidades, alguien nos enseñó un archivo con extensión .mp3 que había llegado quién sabe de dónde… 

Ya era el tiempo de decir "esto no lo va a parar nadie", "la culpa es de internet"... vino Napster, vino la clonación casera de discos compactos y dvds… en efecto, ya nadie lo iba a parar.

Luego vinieron los servicios y aprender a consumir pagando, viable y hasta justo desde el punto de vista del usuario, no sé bien desde el del artista.

El caso es que muchos que hemos estado pegados a una computadora y sus derivados conectados a la red, vimos encantadores servicios que si bien en México llegaron pixelados por los pésimos servicios de conexión, llegaban y así comenzaron a funcionar y a llamar la atención mientras los medios convencionales seguían en su absurda necedad de mantenerse fuera de la evolución.

Hasta que les llegó Netflix y basta de contexto.

El encanto de la empresa con sede en Los Gatos, California, sólo lo puedo comparar con mi primer contacto con la videocasetera. ¿Cómo era posible ver películas en HD y con un catálogo que nos ponía como hambrientos en un buffete?…

Así duramos años desde su llegada a México por ahí de septiembre del 2011 hasta que ocurrió el milagro de la multiplicación de las plataformas, uno pensaría que no había forma de competir con algo tan poderoso como Netflix, pero pocos contaron con la astucia de los derechos intelectuales de las empresas y los catálogos que podían hacerse exclusivos.

Uno de los primeros golpes para los que añoran aún la TV del antier, fue cuando Netflix perdía por ahí del 2016 a El Chavo del Ocho y Televisa se hacía de una disminuida aunque sí atractiva Blim.

Para esos tiempos la lógica era pensar por qué todas esas televisoras y productoras no se hacían de su propia plataforma desde años antes, quizás era esa tara de los medios por insistir en ordeñar la vaca hasta que muriera deshidratada mientras Netflix no sólo le robaba ojos a los ratones, sino que comenzaba a generar su propio material, en su mayoría con una calidad cuestionable, pero brincaba de vendedor de contenido a creador de contenido en masa.

Finalmente la lógica de pasar de TV a plataforma llegó y tanto productoras de Hollywood como grandes televisoras del mundo dieron el saltito para tener cada quien su material exclusivo (Paramount, Universal, HBO, CBS, ABC, Fox, etc), no sin antes ver nacer a Amazon Prime y claro, una de las estrellas más esperada como es Disney y sus tropiezos y por supuesto, los sistemas satelitales también abrieron su frente desde Dish, Sky y un montón de cableros. (Yo sigo esperando que el Gobierno mexicano tenga su propia plataforma con contenido del Canal 13 e Imevisión)

Súmenle, Mubi, Starz, Hulu, Apple TV… hasta los equipos de futbol lo hicieron no con tanto éxito (lo de Chivas fue un desastre), no así las grandes ligas deportivas que hoy en sí son una enorme producción de distractores para el consumidor de goles, touchdowns, hoyos en uno, jonrones y pole positions.

¿Sigues ahí Netflix? Sí, sigue ahí haciendo llegar tarde a todo mundo, quemando frijoles y camisas y modificando los hábitos de sueño de miles, pero, no tan robusta como antes.

Después de 10 años, el poderoso encanto de Netflix se comienza a desvanecer por múltiples razones, sin embargo no deja de ser el líder del mercado.

Hoy, 200 mil de sus 220 millones de usuarios  se le han ido entre su salida del mercado ruso, la competencia y su sangría de más de 100 mil familias que comparten cuentas en diferentes hogares (a mí qué, no me vean).

No sé bien si esto signifique la caída del monstruo que nos ha distraído por casi una década, pero como en todas las manifestaciones culturales (las tradicionales y las nuevas) que se han metido a internet, seguramente Netflix pasará a atomizarse entre el mar de plataformas y será una opción más. ¿Beneficiará esto al usuario? Por supuesto, siempre la competencia aportará el principal motivo para tener mejores tarifas y contenidos.

domingo, julio 31, 2022

Los protagonistas de La Tremenda Corte, fuera del guión

En el intro “tradicional” de radio de La Tremenda Corte hay tres personajes que aparecen en voz y en mención que son protagonistas “ocultos” del programa y que merecen, al menos, una mención para redescubrir su existencia en el legendario programa humorístico.


Se trata del locutor Manolo Iglesias, que muchos escuchamos en el arranque y final del programa y dos de los directores y productores de la CMQ, Miguel Llao y Paco Lara.





Manolo Iglesias

Manolo Iglesias

“Escuche el siguiente programa de La Tremanda Corte con Leopoldo Fernández, Mimí Cal y Aníbal de Mar por esta emisora, hasta entonces, Manolo Iglesias que les habla les dice ¡Muy buena suerte amigos!”


Esta era la rúbrica de Manolo Iglesias, un locutor y animador nacido en Ciego de Ávila.


Iglesias es la primera voz que se escucha en el programa de La Tremenda Corte en la mayor parte de los programas que conocemos de la versión radial que fueron grabados en 1958.


Algunas versiones dicen que la hizo de Secretario, es posible, pero en lo particular, no recuerdo que además Julito Díaz y el actor Wilfredo Fernández que muchos identificarán como el emotivo poeta Perico Jovellanos y Campoflorido.


Iglesias debutó  profesionalmente en CMCA como locutor de Laboratorios Gravi S.A. después laboró para CMCQ y CMJI.


Comentó la Serie Mundial de 1941 en Radio Salas de La Habana desempeñó funciones de locutor en diversos programas de noticias como El noticiero Mil Diez.


Miguel Llao

Miguel Llao

Fue productor de La Tremenda Corte, muchas veces anunciado por Manolo Iglesias, pero antes de eso, fue actor de teatro y después de radio.


Fue director de radio novelas desde la primera generación de actores radiales en Cuba.


Nació un 5 de mayo de 1905 y tuvo un largo historial de labores dentro de la radio cubana, incluida Radiodifusión O’Shea y CMQ, en 1959 fungió de director radial y primer actor en el Circuito de esta última emisora.


Fue uno de los productores de La Tremenda Corte a finales de los años 50s.






Paco Lara


Paco Lara Francisco Alvarez de Lara

Francisco Álvarez de Lara mejor conocido simplemente como “Paco Lara” fue un actor, productor y director cubano.


En su paso por el cine, Paco Lara fue la figura estelar del filme “El rescate del brigadier Sanguily”  en 1916, del director Enrique Díaz Quesada.


Tuvo un largo historial teatral y de radio entre los años 20s y 30s incursionando también en cine.


En la radio, integró el dueto cómico vernáculo “Los dos sordos”, con Emilio Medrano Espinal.


Fue varias veces director y productor de emisiones del programa La Tremenda Corte.


Fue esposo de la famosa actriz Rita Montaner.


En su paso por CMQ Radio, participó en varios programas donde tambiénn fue protagonista.


Durante la decada de 1950 actuó en el programa televisivo “Cabaret Regalías” que transmitía CMQ Canal 6.

martes, mayo 10, 2022

A Mamita...

Para Doña Gloria, que siempre se alegra al verme…*


Nunca se le escuchó aunque fue uno de los personajes con presencia constante en el programa de radio La Tremenda Corte. Era consentidora, solapadora, cómplice y jefa de unos de los delincuentes más queridos del entretenimiento en el continente americano, el genial José Candelario Tres Patines.


Para quienes hemos admirado por décadas el humor cubano de La Tremenda Corte, recordamos a la Mamita de Tres Patines (Leopoldo Fernández) por la descripción que él mismo da: una señora de unos 70 años (en un momento dice que son 72), llenita, morena, que usa vestidos floreados y pícara, que igual daba consejos para reformarse que para conseguir algunos pesos de forma ilegal.


Todo lo que sabemos de Mamita es por Tres Patines, él habla por ella, explica la vida de la vieja, sus gustos, su afecto, sus malestares, sus palabras, la recurrente necesidad de hacerle los mandados y la preocupación maternal a que el “descarado sujeto” se supere, hasta le recomienda libros de literatura porque ella lo consideraba “muy bruto” y le ha dado consejos de vida que sigue al pie de la letra, uno de ellos fue “hijito, sé ‘síncero’ en la vida y di siempre la verdad cuando no te perjudique”, otro lo contó: “Mamita me tiene dicho que nunca apueste con dinero mío; Mamita siempre me da buenos consejos.”


Un día, Tres Patines le hizo una tierna adivinanza a los brazos de su madre que dice: “Dos ramas gorditas, cada rama con cinco ramitas, que tienen yemas y tienen hojitas, ¿qué cosa es?”. Aunque nadie podía adivinarla porque a José Candelario se le olvidó que esa hojitas eran billetes de lotería.


Su biografía es confusa, está llena de vericuetos, edades que van y vienen, relaciones parentales disparatadas, comportamientos absurdos, pero eso sí, hay un amor casi enfermizo de “El niño mimado de Mamita” por Mima, la vieja.


La familia Tres Patines


En los capítulos del programa radial se dejan ver tres versiones de la razón de su existencia, es decir, de cómo Mamita dio a luz al famoso delincuente que a veces se declara ser originario de los municipios matanceros de Jagüey Grande y otras de Calimete.


En el capítulo Mueblicidio se cuenta que tuvo a Tres Patines no como cualquier mamá, sino que José Candelarito, como lo llama muchas veces el señor Juez (Aníbal de Mar), llegó a la vida a través de una maquina de monedas, como las vending machines de refrescos, durante un viaje de “Mima” a los Estados Unidos “porque allá todo se saca de una maquinita”.


Con un centavo, contó Tres Patines, esas máquinas garantizaban niños de primera calidad y sin defecto, buenos, nobles, honrados, decentes y trabajadores, pero como bien lo cuestiona el Juez “¿Entonces cómo usted salió  malo, bandolero, vago, sinvergüenza y estafador?”, por la sencilla razón de que Mamita metió una moneda falsa a la dispensadora de bebés.


Otra versión es el parto natural, que según Tres Patines le permite sin problemas de consciencia jurar por la madre que lo vio nacer, porque él siempre piensa en una vendedora de frutas y verduras que la hizo de partera el día de su nacimiento. Fue ella quien lo vio nacer y no Mamita.


Una versión más es que, como todos, Pepecito llegó desde París, pero hace notar que entre los clásicos antojos prematernales de Mamita, uno de ellos lo tuvo 15 días antes del nacimiento, fue de fideos, por ello es que nació y siguió flaco toda su vida. Además de que vivían en la Calle Juan Delgado.


Pero, hay datos importantes aunque vagos de Mima. Se sabe que hay dos medios hermanos más, aunque no hubo matrimonio de por medio antes que llegara Papito, fueron como lo calificó Tres Patines, exceso de equipaje. Pero José Candelario siempre duda que sus medios hermanos sean del mismo padre, incluso que sean de la misma madre. 


Siendo así, se justifica que Tres Patines se sepa como el más pequeño y querido de sus hijos, porque es hijo único.


Meterse en las profundidades de las fechas siempre es confuso entre Mamita y Tres Patines porque resulta que José Candelario nació tres años después de la muerte de su padre, además saber las edades en la familia es un tanto complicado, porque cuando se hacen las cuentas, todo empieza bien, pero al final resulta que el hijo le lleva varios años de ventaja a Mamita. Parte del problema es el caótico manejo de las matemáticas de Trespatinitos.


Y es que la familia no es común, menos con el matriarcado de Mima, que tiene un generoso corazón. Muchos de sus integrantes son medios hermanos de la vieja y ella los ha adoptado sin titubear, la historia de todos esos parientes casi siempre es la misma, no se sabe cómo llegaron a la familia, un día llegaron gritaron “¡Mi familia!¿Quieres que te haga un cake?” y se quedaron a vivir en casa de Mamita. Son tantos (llegaron a ser 17) que cuando Mima estornuda siempre sale alguien volando por la ventana.


Mamá creativa


Aunque todos sospechan que Tres Patines es el enemigo número 1, él lo desmiente, porque sabe que en realidad ese “mérito” es de Mamita, que es algo como una Kate “Ma” Baker cubana.


Se puede decir que Mamita  (que según un capítulo de La Tremenda Corte en televisión titulado “Hermanicidio” se llama Leocadia) es el gran cerebro delictivo tras Tres Patines, incluso, ella le prohíbe robar carteras… ese negocio es de ella. ¿Será esto real o Tres Patines lo usa para justificar sus actos? Solo Cástor Vispo, el principal escritor de La Tremenda Corte, lo sabría.


El caso es que preocupada en la felicidad de su hijo, Mamita lee en los periódicos la crónica social para enterarse qué familias se van de vacaciones para avisarle a Tres Patines “dejaron la casa sola, date una vueltecita por allá a ver si traes algo que valga la pena”.


Su imaginación la lleva a hacer operaciones insospechadas para conseguir una pieza de pollo, un bistecito o una buena comida en una fonda.


Si quieren evitarse huir a toda carrera, Mamita siempre lleva un frasco con hormigas en su bolso para echarle a la comida del restaurante y reclamar airadamente, lo que trae como consecuencia que la fonda, no solo le perdone la cuenta, sino hasta que terminen dándole disculpas.


Incluso, la señora Tres Patines puede poner en riesgo a su hijo con tal de salirse con la suya. Cuando Mamita y José Candelario van a una fonda, se sientan por separado y al terminar de comer, la señora llama al mesero y le advierte señalando a su hijo: “cuidado que ese se quiere ir sin pagar”, cuando eso ocurre, Tres Patines huye y el mesero va tras él lo que permite a Mamita salir tranquilamente del restaurant picándose los dientes con un palillo.


Hay otras estrategias tremendas de Mima. En casa, si tiene una visita incómoda para evitar que se queden a comer, siempre grita desde la cocina “¡Se me cayó el jabón y el estropajo a la sopa!” y en ese momento no hay quien quiera comer ahí.


Todo lo hace por su hijito. En un tiempo, ella misma puso un juzgado particular para llevar los casos de su hijo y le hizo competencia al Tremendo Juez poniendo sólo multas de 50 centavos, “precios” mucho más accesibles que los 100 pesos o los 180 días de cárcel que aplica el Magistrado a través de su Secretario. 


Un día, Tres Patines robó 14 cochinos de un rancho de Luz María Nananina (incluido un cerdo sordo que era zurdo) y esto llenó de felicidad a Mamita cuando los vio en casa, a los grandes los llevó al matadero y a los pequeños les abrió una rendija en el lomo y los vendió como alcancía.


La salud de Mamita


Mamita, tiene una relación muy cercana con el Señor Juez a través de Tres Patines, por ejemplo, pide que nunca se peleen y sus males artríticos los tiene controlados gracias a una oración mágica que dice: “Bobo de Batabanó, que ayudas a la vejez, las reumas que tengo yo, que le caigan al Señor Juez”.


Pero los males de Mima, no sólo son la artritis, consecuencia de sus siete décadas, por ejemplo, sus dientes son postizos y para evitar que se le caigan los se los pega en el paladar (o “cielo de la boca”, como lo llama Tres Patines) con dulce de ajonjolí.



Carta de Mamita, interpretada por Pototo (Leopoldo Fernández) y Filomeno (Aníbal de Mar) donde Mima cuenta sus males.


Mamita también a veces se confunde, o como dicen los cubanos, “tiene guayabitos a la azotea”. Un día tomó un bat y un guante de beisbol y al toparse con Tres Patines le dijo que iba a misa. Para verificar que su madre estaba bien, el buen bandolero le preguntó "¿Quién soy yo?" a lo que Mamita le contestó "Napoleón Bonaparte"... Tres Patines no tuvo más remedio que salir a buscar su caballo blanco.


A veces la salud de Mamita se muestra con algún contagio, frecuente en tiempos que no había las vacunas suficientes, un día los síntomas indicaban, según el Juez, que la vieja tenía rubeola, a lo que Tres Patines corrigió dada el tono de piel de su mamá, que su contagio era de “trigueñola”. Quizás esto se deba a que la temperatura normal de Mamita es de 28 grados centígrados y no 36 como todo mundo, incluso, le puede bajar hasta los 22, pero si tiene 31, ya es fiebre.


Otro mal tiene que ver con angina en la garganta. Tres Patines tuvo que explicarle al Juez de qué trataba: “Hay la angina de la garganta y hay la angina de pecho. La de la garganta, que yo se lo pregunté a un médico, se llama 'angina catarral' y la de pecho se llama an'Gina Lollobrigida”. 


Los "negocios"


Las iniciativas de Mamita no siempre son exitosa, casi todas le acarrean problemas que termina pagando Tres Patines con multas o temporadas en la cárcel.


Un día comenzó a vender garrafones de agua mineral bajo la marca “Mamita”, un producto que se promovía como “agua mineral vitaminada, sulfatada, bicarbonatada y bofetada”, esto último porque se le agregaba un poco de bofe para darle sabor, además de que los garrafones solo eran rellenados en tiempo de lluvia, cuando el agua caía del techo y se filtraba a la habitación de Mima. Otra vez vendió agua de coco, cocos que era rellenados con agua de la pila (pileta).


Quizás sus males han obligado a Mamita a inventar medicamentos, un día puso a la venta una medicina muy buena para la gripe, era tan buena para el catarro que este no se quita... en otra ocasión, en un estado alterado inventó una medicina que curaba todas las enfermedades, “Lo cura todo”, anunciaba, y aunque en la Corte denunciaron fraude, Tres Patines no solo reportó que su mamá estaba loca y la defendió diciendo que no era una estafa porque esto se avisaba en los frascos, que para variar tenían un conveniente error tipográfico, porque debía decir “locura todo” y no “lo cura todo”.


Se dedicó a falsificar monedas, lo intentó con centavos de dólar, pero sin mucha suerte porque eran muy fácilmente detectarlos ya que los hacía cuadrados y tuvo cierto éxito falsificando billetes de 10 pesos, hasta en una colecta se le ocurrió dar una muestra de generosidad regalando uno, el problema es que esa muestra era la original con la que falsificaba los demás y se acabó el negocio.


Y Mamita tiene su carácter, se enoja y pelea con quienes le dan monedas falsas, sobretodo si son las que ella fábrica...


También se dedicó a vender vino moscatel, empeñada en que era muy fácil conseguirlo simplemente mezclando agua con moscas y a sus 70, cargó con una cocina completa para venderla como hierro viejo y ayudó a su hijo a vender carbón que sacaban de una mina que encontraron al abrir una de las paredes de su casa, claro, sin decirle a nadie que junto estaba la carbonería de Leoncio Garrotín a quien le vendían el carbón que “extraían”.


Uno de los más locuaces negocios de Mima fue el estacionamiento vertical, donde para ahorrar espacio ponía los automóviles uno encima de otro, pero nada supera su su incursión en el contrabando. Mima intentó traficar con elefantes haciéndolos pasar en la aduana ¡Como tranvías!. Para conseguirlo los pintaba de amarillo. Cuando no los conseguía ingresar los aventaba con paracaídas a una finca.


Puro amor a la madre


Ah, Mamita, hay tanto qué escribir de ella en el imaginario universo de La Tremenda Corte… pese a todo, está más que visto que José Candelario le tiene un enorme amor a la señora Tres Patines y aunque en la vida real, hay datos perdidos en la historia del comediante Leopoldo Fernández y doña María Salgado Prieto, su madre real, no se sabe bien si la volvió a ver después de que el actor saliera de Cuba a principios de los años sesenta, tampoco sabemos a ciencia cierta el fin de esa relación entrañable que terminó con la muerte de la mamá del actor, al parecer en 1966, cuando Leopoldo comenzó a triunfar con su humor por toda América.


Tal amor entre Mamita y Tres Patines enternece a más de uno, incluso al mismo Señor Juez que se conmovió tanto para liberar al delincuente. Un día Mamita vio frustradas sus ansias de robarse unas gallinas porque en un asalto nocturno a un gallinero, se golpeó la cabeza y tuvo que soltar el botín, sin embargo, José Candelario imploró al magistrado, un día de las madres, que por favor no lo encarcelara para llevarle esas aves a su mima. El abogado complaciente lo perdonó con esta sentencia:


"Aunque es usted un bandolero,

usted quiere a su mamá

y yo que también la quiero,

hoy lo dejo en libertad.


En honor a las mamitas

tengo que prevaricar,

llévele las gallinitas

que no me voy a enterar".


* Tardé tanto en escribir este artículo, años, que, en realidad la dedicatoria debe ir en pasado, ya que mi mamita murió el 2 de febrero de 2022, entonces corrijo:


Para Doña Gloria, que siempre se alegraba al verme…