Como cada cuatro años, el aficionado despierta de su larga hibernación, abre los ojos manoteando entre las sábanas para buscar el control remoto y reencontrarse otra vez con otro Mundial.
Para esta ocasión y como cada cuatro años, cuando se habla del aficionado se habla de los pequeños que van al kinder con motivos tricolor, los estudiantes que salieron de pinta a probar su primer cerveza a las 9 de la mañana, los trabajadores que rogaron el permiso para ver el juego y los amos y amas de casa que detestan el futbol, pero que no pueden evitar preguntar "¿cómo le fue a México?" o un simple "¿Quién ganó?".
Puntuales, las calles se vaciaron y los restaurantes se llenaron, todos frente a la TV con los ojos bien abiertos y los puños bien cerrados en espera del disparo o fogonazo mexicano que sacuda la red del contrario.
Y todos odiamos al Guille... y todos amamos a Gio y el futbol se vuelve pasión real, no esa torta que no tiene suficiente picante cada torneo de Verano o Invierno.
Por ahora, los Bafana Bafana son los enemigos a vencer, la tele los pinta como un enemigo amable que emite un sonido de abejas bien conocido por los mexicanos.
Los Bafana Bafana son amables, pero no tan inofensivos, son tan implacables como el búlgaro Hristo Stoichkov en el 94 que dejó helada la portería de Jorge Campos, así como Tshabalala reventó al Conejo, sólo que en al lado contrario del "Brodi".
Pero, no hay problema, nosotros tenemos a Rafa Márquez recién afeitado, que controla con la derecha, pero dispara con la zurda.
Hacía cuatro años que no se sentía esa emoción, esos gritos, esa pasión que hace abrazar a los desconocidos y además emanada del mismo Rafa Márquez con aquel tempranero, esperanzador, pero inútil gol contra Argentina en la eliminación del Tri de Alemania 2006. Ese había sido el último gol de México en mundiales.
Qué emoción, otra Copa del Mundo para los aficionados mesurados, para los fanáticos que se vuelven locos, para los villamelones que voltean al balón cada Mundial.
Ayer, se acabó esa espera y entre bostezos, los aficionados digieren un empate, cuyas consecuencias, aún se desconocen.
* Publicado por este bloguero en Diario El Mundo el 12 de junio de 2010 como columna temporal titulada "El Rincón del Aficionado"
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