sábado, octubre 20, 2012

El chivo dijo sus líneas y se fue vivo...

El protagonista.
Al dicho de "Ave María Purísima", el agua bendita cae en el chivo atado de las cuatro patas y adornado con flores de cempasúchil, dos hombres lo sostienen al centro del escenario mientras miles de ojos ponen atención en la representación "civilizada" del inicio de la Matanza.

Es temporada del mole de caderas, los matanceros bendicen sus labores y con ese gesto también a los miles de chivos que serán (ya son) sacrificados.

El que fuera un evento "privado", hoy es presenciado por cientos de personas, el gobernador Rafael Moreno Valle, autoridades locales y prensa.

El rezo termina con la constricción de todos los actores sobre el cuadrilátero que sirvió toda la mañana para danzas regionales desde tres horas atrás. Aún se ven pétalos de flores amarillas, dulces y pedazos de hojas de tamal.


Todo es seriedad mientras el chivo es retirado temporalmente, ya bendito, para dar paso al ritual que mezcla una oración cantada y un baile amenizado por la Banda municipal de Tehuacán.

Huaraches, huipiles, rebosos, sombreros, faldas largas, calzones de manta, pañuelos y mandiles hacen una lento desfile multicolor que habla de Jesucristo, de las bendiciones y del trabajo de los campesinos.
La bendición del chivo.

"Virgen Santa bendice la matanza", canta la voz del profesor Martín Juárez Gallardo, responsable de la danza de la matanza y director de la Compañía Libre de Danza.

Unos treinta participantes de la compañía caminan lentamente en un acto simbólico y nostálgico, es, un "alabado", un canto que invoca el perdón de pecados y encomienda al "Señor" el alma de los chivitos.


Anuncia que vinieron de muy lejos con nuestros chivos, explica Juárez Gallardo.
Al frente de la peregrinación teatral está Fabiola del Carmen Pérez llevando un humeante y oloroso saumerio.


Vistiendo el traje de Santa María de la Asunción Coapan, Fabiola lleva más allá su actuación: "No nada más es salir al principio, es algo más cultural, algo que hace de nosotros lo que somos en Tehuacán", dice.

El lento andar termina para dar paso al baile, y hombres y mujeres giran, saltan y dan pasos en una danza que siempre tiene como protagonistas a un chivo cargado en los hombros de Emmanuel Méndez y un cuchillo que lo sigue de cerca.

El animal bala sus "líneas" en la obra e intenta zafarse del cuello y manos que lo sostienen, pero es inútil, se sacude y vuelve a balar mientras la música toma un ritmo frenético que hace que las largas faldas vuelen levantando la basura de las danzas anteriores.


La danza apenas lleva 60 años en el escenario y en 1972 ganó un premio nacional de danza. Antes, era de los campesinos que se llenaban de sangre; hoy ya no ocurre eso, hasta puede decirse que el trato al chivo es benévolo y su muerte es simulada entre sonrisas a la vez que el caprino es retirado con la cabeza en una cubeta. No hay heridas. El chivo se va vivo, el ritual concluye.
Acoso permanente contra el chivo.

Aparecen en escena estudiantes de la Escuela Jorge L. Tamayo en una banda mariachi que baila y toca a la vez.

Interpretan varias, pero el gobernador continúa con su agenda y apenas concluye la primera pieza se va, ya no escucha "Qué chula es Puebla".
Las danzas previas, las que dejaron decenas de pétalos de cempasúchil en los bolsillos.
* Publicado en El Mundo de Tehuacán el 19 de octubre de 2012

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