jueves, enero 13, 2011

Medicina preventiva

Ir al médico no es lo mío, definitivamente...

Pero, como recomendación, pasados los 40, todos sabemos que no es lo mismo Los Tres Mosqueteros que 20 años más tarde y que esta es la edad de los "a mi nunca"...

El caso es que atendiendo una voz interna y otra externa, hubo que ir al médico para que hiciera una revisión general, ya saben, alineación, balanceo, afinación del motor y siempre advirtiendo que por ningún motivo se permitiría un chequeo de aceite.

Había olvidado el temor de las vacunas. Nunca para mí, un trámite burocrático se había convertido en tres piquetes (tampoco hubo prueba de próstata, para eso está la prueba del antígeno prostático que se hace mediante la sangre :).

Así que ya blindado contra influenza y tétanos; y rastreados los índices de glucosa (que miden lo dulce que puede ser uno con la esposa) y el colesterol (que mide la cantidad de tacos que debes dejar de comer), uno resume que está más o menos sano y que uno puede caminar con ligereza 10 kilómetros, en la Luna, o dos kilómetros en la Tierra sin caer infartado...

De lo que uno no se salva en el resumen final es salir regañado por el médico, de una hoja que indica que hay que seguir una dieta rica en nutrientes y pobre en sabor. Todo sea por reparar los daños de los años y para evitar que el sabor de las dietas sea aun peor...

Mi teoría

Tengo una teoría a propósito de los altos índices de obesura o gordesidad (se le puede llamar de ambas formas) se han incrementado de tal modo que formamos parte del 70% de mexicanos con sobrepeso y encabezamos como país la lista de países con recarga de kilos.
Esta teoría indica que es la crisis la que ha puesto gordo al país. Y dice así:

El país ha sufrido por décadas de crisis económica, la misma ha causado una pobreza del tamaño del 54% de México y los consecuentes efectos, entre ellos, precios inalcanzables de productos básicos y desempleo.

Juntos, el desempleo y la pobreza han obligado a miles de familias a recurrir al comercio informal y a tratar de sobrevivir poniendo tienditas en los hogares o recurriendo a la venta de antojitos mexicanos que requieren de poca inversión y que siempre son bien recibidos se establezcan donde se establezcan.

Al proliferar estos negocios, la oportunidad para chicos y grandes de consumir comida chatarra y toda la modalidad de fritangas mexicanas y cuasiextranjeras es mucho mayor. Es el mismo caso para aquellas personas que al no hallar una oportunidad laboral recorren las calles vendiendo alimentos sin control, ambulantaje vaya.

Sumemos a esto que millones de niños y padres ven en Sabritas, Barceles, Marinelas, Bimbos, Cocas, Pepsis, Júmexes, Jugos del Valle, Ricolinos y Sonrics a productos que suplen una comida.

Son precisamente estas marcas y otras consideradas chatarra las que surten hasta el último estante a las tienditas que se abren en cada esquina, en cada ventana o puerta de vecidad que se convierte de la noche a la mañana en miscelánea. Y todo gracias a que el salario no es suficiente o que simplemente no hay empleo para sacar adelante a la familia.

La crisis finalmente y en círculo vicioso tiene como consecuencia los efectos en la salud de muchos, incluyéndome.

¿Hay solución? Quizás sí, aunque de la parte oficial no tanto, ellos recurren a limitar a los ambulantes o querer legalizar los comercios hasta acosar a los changarritos para pedirles impuestos, mientras a las marcas de comida chatarra les abren las puertas de las escuelas... y claro, todas las facilidades para ampliar sus redes de distribución y permitiendo que los monopolios grandes se coman a las empresas chicas.

Mientras llega una solución, dejemos que todo pase mordisqueando un apio y tomando agua... soñando que en algún momento habrá un gran trozo de pastel como postre...

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