En 1983 compré un disco del que todos hablaban. La radio repetía las piezas Billie Jean y Beat it para gusto de todos nosotros, una reunión sin ellas era nada y aun no llegaba el gran impacto en promoción de ese disco: Thriller de Michael Jackson.
El cantante se montaba en una burbuja mayor luego de haber tenido éxitos como sólo y con sus hermanos The Jackson Five como Can you feel it y Don't Stop T'il You Get Enough.
En jeans, una Chemise Lacoste y tenis Adidas, este su globbero de confianza, veía como un tesoro ese disco que había comprado en una tienda de la avenida Heriberto Kehoe Vincent por unos 83 pesos, de aquellos que dejaba la devaluación causada por el gobierno priista.
Jackson estaba lejos de este 25 de junio, lejos estaba de la polémica del color y la pederastia, lejos de su condición sexual, lejos de la transformación de los medios.
El disco resultó una joya producida por Quincy Jones, dentro, Jackson, negro, pero vestido de blanco tenía un toque del video de Billie Jean con un pequeño cachorro de tigre. La imagen era impactante para los conceptos de diseños para discos de la época.
Enfundando un disco Epic con el círculo en gris oscuro estaba un gran sobre blanco con todas las letras de las canciones ilustrada por una caricatura de Jackson y Paul McCartney disputándose a una mujer en referencia al tema The Girl is Mine.
Era una revolución que empezaba y yo, participando en la compra de las más de 8 mil millones de copias de ese LP (en ese momento) y un trío de posters que evidenciaban una admiración que no avergonzaba para ese tiempo.
Qué tiempos. La fortaleza de la obra impactó a una generación además de que vistió las características de una década que tenía la esencia de ese disco, entre dulzón y violento, entre pop y roquero, entre blanco y negro.
El long play, de tanto escucharse en un aparato Stenius, se rayó, primero Wanna be Starting Something y después Beat it. Nada fue igual para los pubertos de esa época que vistieron mocasines y calcetines blancos con más frecuencia (aunque un servidor ya usaba los calcetines blancos nomás por puro gusto)...
Apenas pasaba 1985 cuando volvió a darle vuelta a la tuerca con We are the World y los afanes altruista por salvar Africa de la hambruna.
Marginado, México bailó infinidad de veces a Jackson aunque fue marginado hasta 1993 cuando hizo bailar a miles en sus cinco conciertos del Estadio Azteca.
Después Michael ya no fue igual, ya no fue lo mismo. Violentó su imagen por todos lados, se ató a cadenas y metales, hizo de la imagen candorosa del negrito una especie de rebelde desubicado que se apoyaba en grafitis y llamaba a lo peligroso, a lo agresivo, cantó en español, se destiñó, se alació, renunció a sus rasgos, se volvió deshonesto a su naturaleza, los medios se multiplicaron y la fama lo llevó a los tribunales por su gusto por los niños. Desapareció para muchos hasta que volvió a ser tema, ahora muerto, digno tema para la nostalgia por el artista. Me quedo con Thriller y hoy, los calcetines blancos, sí me los puse en honor a Michael.
El fenómeno
Fue curioso el fenómeno desatado por la noticia de la muerte de Michael Jackson.
La noticia creció "tradicionalmente", siendo rumor hasta saberse confirmada por medios de fuerza. La nota no fue "un hecho" hasta que lo soltó el diario Los Angeles Times, se confirmó por el síndrome CNN. Nadie daba por hecho la noticia mientras la mantuvo TMZ.com.
En Twitter como lo será, se mantuvo esa tensión entre oportunidad y veracidad, nadie pudo confirmarlo sino hasta que el Times angelino lo confirmó. Se reflejó ese respeto por los medios "serios" y se marginó al "frívolo" TMZ.
La agilidad fue increíble. Los análisis y "zopilotes" inmediatos surgieron a la velocidad de una búsqueda de Google. Repentinamente había fotogalerías, líneas de tiempo, biografías y un saco enorme de notas históricas. El Universal rescató una vieja foto de Jackson con Carlos Salinas, Reforma revivió sus conciertos.
La nota de Jackson puso a la noticia en otro nivel, el nivel de la efervescencia, y así como llegó, se fue, un día después, el hartazgo por Michael Jackson se evidenció, la espuma había bajado, los comentarios se redujeron, a pocos interesó el seguimiento, el fenómeno estaba dado. Internet despierta un interés inmediato y el olvido llega con esa misma velocidad, la necesidad informativa es mucha más que antes, hoy el usuario web necesitaba un tema nuevo, quizás la autopsia de Jackson o cualquier otra cosa con morbo, más fotos de Jackson desvanecido o algún otro muerto más importante.
Recordé el caso de la muerte de John Lennon. La efervescencia duró meses. La información, obvio, llegaba por un canal de televisión y nada más... estábamos a merced de los responsables de la TV, de la fuerza de los impresos que validaran lentamente la nota como lo hizo el LA Times de forma inmediata o de los editores de las revistas que llegarían un mes después. La nota de Lennon tuvo otras oportunidades en otro tiempo.
Algo está cambiando en el cerebro de los usuarios de internet que ya la nota espectacular no basta, se necesita más, más... la web se volvió en este sentido, el opio, sustituyendo lo que en otro tiempo fue la religión. Internet se está volviendo Dios.
3 comentarios:
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