sábado, agosto 16, 2008

Un post de carrerita

Asombroso

Usain Bolt corrió los 100 metros planos como si fuera al parque, como si paseara, como si no fuera trascendente conseguir ser el hombre más rápido del planeta, sabiendo que automáticamente tiene un mar de anunciantes con millones de dólares para dárselos a cambio de fotografiarse con decenas de productos.
Impactante

Usain Bolt despega del centímetro cero como un resorte, con otros ocho mortales de menor talla, y vaya expresión para menospreciar atletas que consiguen los 100 metros en menos de 9.90 segundos. Al lado de Bolt son nada. La zancada de Bolt está fuera de los cánones del atletismo, de pies a cabeza el corredor mide 1.96 metros, pero despega como si la competencia fuera de un compacto Fórmula 1 dejando atrás a un montón de escuderías estadunidenses y trinitarias.
Increíble

Metro a metro se despega, la escena clásica de la competencia deportiva ahora transcurre más relampagueante que nunca, antes parecía una eternidad y hoy, literalmente es más breve, pero en función de la percepción del tiempo fue nada, la competencia no se aprecia ni en repetición, tiene que hacer su aparición el slow motion para disfrutar de ese espectáculo humano, de ese nuevo circo de hombre y mujeres extraordinarios. Bolt llega al metro 80 y ya hay un metro, dos, tres de diferencia entre el grupo atrás que sigue compacto.
Soberbio

Sabedor de la distancia de sus oponentes, Bolt presume, aun no llega al metro número 100 y ya celebra, se golpea el pecho como un macho dominante en su selva de tartán, la gente lo aclama, la presunción lo invade, como en todas las historias del hombre se vuelve Dios, nadie consigue lo que él, pasa la línea final y a la historia de manera automática, cientos de comentaristas difunden la noticia al mundo como los nuevos rapsodas, no de Grecia, sino de China, son los nuevos Marco Polo no con telas y especias, sino con la noticia de que encontraron un hombre increíble. La Babel es plena, pero la noticia es una sola.
Grande

Bolt festeja, hace un ademán al cielo, besa a todos, adora a una bandera que todos relacionan con el reggae y los cocos a la orilla del mar, baila, corre ya sin registros de por medio, un mar de fotógrafos lo siguen, nadie recuerda a Jesse Owen, Carl Lewis, Ben Johnson, Maurice Greene, Asafa Powell y otros showmen olímpicos. Es el Bolt Time, y su tiempo sólo fue de 9.69 segundos, es el hombre más rápido del mundo, es el dios de las pistas. Es un corredor soberbio.

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