martes, agosto 19, 2008

Lo que hace una mujer

¿Cómo hacer llorar al hombre más fuerte del mundo?.

El alemán Matthias Steiner debe sentirse orgulloso de su fortaleza.
Es posible que Steiner, que es capaz de levantar en unos segundos 258 kilogramos sea un hombre de acero, que no se quebranta ante las bofetadas que le da su entrenador, los insultos que lo llevan a cargar más peso o ante los golpes de amoniaco para recuperar la estabilidad tras el esfuerzo constante.
Por horas, Steiner se mantuvo bajo una presión constante, pensando en los oponentes, que uno a uno levantaban más y más kilos metálicos en busca de una medalla. Steiner también levantó la barra, la misma que pone en riesgo a tantos hombres y mujeres que se ponen como meta superar sus propios esfuerzos. Steiner estuvo en el borde, gritando leperadas, maldiciendo, haciendo valer su práctica constante de la rutina. Una bestia, dirían algunos.

Y tras alcanzar su meta, se dobló, tiró las pesas y en el escenario, se hincó, se puso a gritar como niño sorprendido por los juguetes de Navidad, abrazó a su entrenador, lo cargó, gritó, fue por un momento el hombre-niño más fuerte y el más feliz de todos.
Había superado uno a uno sus metas, sus esfuerzos.

Nadie habría imaginado que ese hombre que vencía gravedad y cientos de kilos podría desmoronarse, no kilo a kilo, sino lágrima a lágrima.

Al recibir la medalla de oro, Steiner se volvió endeble, tomó un ramo de flores, saludó cortésmente a la asistencia y mostró con orgullo la foto de su esposa, Susann. Ahí, el pesista no contuvo las lágrimas y lloró. Susann podría estar orgullosa también de Steiner si estuviera viva.
Steiner mostró que, sin duda, las emociones son más fuertes que cualquier esfuerzo físico.
Difícil saber si las lágrimas era de gozo o tristeza. Muy por encima del frío metal, el aplauso, la preocupación por el dolor muscular o la envidia de sus contendientes, el atleta tenía en mente a una mujer.

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