domingo, mayo 18, 2008

Quiero ser Indiana Jones

< La cuarta cinta del arqueólogo que protagoniza Harrison Ford desata nuevamente la fiebre de miles de cinéfilos aventureros.

Para Livier
Y los tesoros que están por descubrirse


Quiero vestir el sombrero de aventurero y el látigo de tino infalible, quiero poseer la chamarra negra de piel y los zapatos mineros, quiero hallar los tesoros incas que nadie ha visto, quiero entrar al Nepal sin pasaporte y hacerme héroe recogiendo piedras, quiero que mi papá me ayude a vencer a los nazis y a tener un autógrafo de Hitler, quiero darme tiempo para ligar mientras examino pergaminos sagrados, quiero hacerme el chistoso y vencer el miedo a las serpientes, quiero hacer que Cate Blanchet me odie... quiero ser Indiana Jones.

Dice una canción que interpreta Eric Clapton: "If I could reach the stars, pull one down for you" (Si pudiera alcanzar las estrellas, tomaría una para ti). En este sentido se entiende el afán de conseguir tesoros perdidos de Indiana Jones, el arqueólogo aventurero con nombre de perro (George Lucas tomó el nombre de su mascota para el personaje).

Esa es la máxima no escrita de Indy, alcanzar lo inalcanzable, llegar hasta donde nadie más y dirían los cómicos "poner la mano donde el humano nunca ha puesto el pie".

Indiana Jones es lo que muchos hombres quieren ser, un ser libre que consigue lo que quiere a costa de lo que sea, sin importar distancias, leyes, restricciones de saqueo arqueológico o se codee con seres celestiales.

¿Cuál es la magia de Indy?

El doctor Jones es la conjunción de una búsqueda de otros aventureros, al menos en el campo del cine como Lucas, Steven Spielberg y John Williams, entre otros, acostumbrados a poner talento para romper otras reglas y ganar millones de dólares.

Indiana es ese hombre que conquista tesoros y siempre encuentra una aliada a quien no deja nunca, la cuida hasta las últimas consecuencias, como hace también con su látigo y su sombrero.

El aventurero Jones es un amasijo de virtudes por las cuales se ha vuelto héroe de miles alrededor del mundo, Indiana no recula, va una y otra vez por el mismo tesoro que conseguirá tarde o temprano. No hay enemigo que le impida ir por las reliquias, no lo detienen los aborígenes, ni los nazis en los Cazadores del Arca Perdida, no lo hicieron los roba almas asiáticos en El Templo de la Perdición, ni el Tercer Reich en La última cruzada, mucho menos lo harán los soviéticos.

Para conseguir lo que quiere, Indy es capaz de arrastrarse bajo un camión en movimiento, pasear entre ratas e insectos sin mostrar un signo de asco o echarse unos rounds de sombra sobre un panzer. Pero no le muestren una víbora porque grita.

Quién no quiere ser Indiana Jones, si se pone del lado del bien y con cerrar los ojos se vuelve inmune a los juicios celestiales, si además, tiene entre sus éxitos haber tomado agua del Santo Grial.

Para los fans de Indy han encontrado al último héroe, no hay más, es preferible mugroso que tan tecnificado como James Bond.

Qué le falta a Indiana, si todo su perfil encuadra a la perfección. Si hasta la ropa está pensada para que el personaje no tenga fallas en ese papel exagerado que encabeza el sexagenario Harrison Ford. Si hasta parece que duerme con la misma ropa siempre. Qué le falta si consigue todo... hasta hijos de la nada (se dice que ya hay un Indiana Jr.).

Sin más antecedentes que el corto conocido, "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" ya corre hacia los récords de taquilla, va rumbo a los nuevos fans, esos que no habían nacido cuando se liberó La última cruzada en 1989, va que vuela sobre un caballo y como al arqueólogo, no se prevé que se le vaya a caer el sombrero por más aborígenes, nazis o soviéticos que lo persigan.

Yo cuando tenga 65 años, quiero ser como Indiana Jones.

Publicado en El Mundo de Córdoba el 18 de mayo de 2008

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