sábado, septiembre 20, 2025

Cosas que a nadie le importan... El sismo del 85

En su triste sección "Cosas que nadie le importan" hoy presentamos: Qué hice y cómo me sentí hace 40 años.

Ese jueves era como todos los jueves, me había bañado, me había puesto mi pantalón azul marino, una playera con un escudo de la prepa porque teníamos educación física, una camisa blanca muy blanca encima y abajo, tenis beige con franjas vino, no diré la marca alemana.


Salí a la calle, pasé rápido frente a la casa de doña Jose porque su perro, el Pituco parece que identificaba mi perfume y siempre salía agresivo mostrando los dientes mientras yo lo enfrentaba valiente poniendo entre los dos mi portafolios de piel vinílica marca Samsonite (
Ahora que lo reflexiono, no sé si se llamaba Pituco por el personaje infantil que se hacía llamar Pituka en Chiquilladas -popular por esos días- o por una divertida equivocación lingüística derivada de "pitufo", también muy populares y terribles en forma de peluche).

Pasó el trámite canino y continué a esa hora de las 06:30 AM mientras todo comenzaba a iluminarse con un ligero ambiente neblinoso anunciando en día con bastante calor, más menos 35 grados celsius.

Las primeras horas fueron de lo más ordinarias para un grupo de chavos latosos que se divierten diciendo muchas tonterías.

Alrededor de las 10 de la mañana, por algún motivo quedamos sin clases y varios compañeros nos dispusimos a ir al mercado a buscar un uniforme para un torneo interno de fut dentro de la prepa. Comenzamos a recorrer negocios deportivos que por aquel año en Poza Rica no eran tan comunes y en la búsqueda en los pasillos, algunos limpios y otros francamente asquerosos, había algo en común: las escasas televisiones portátiles que veía eran rodeadas por la gente.

No pude evitar detenerme mientras los demás compañeros siguieron en su búsqueda del uniforme. ¿Qué pasó señor? le pregunté a un vendedor dentro de un negocio de sombreros y me contestó: un sismo destruyó la Ciudad de México". La respuesta fue tan impactante como ver un titular de periódico anunciando exactamente eso, pero bien cabeceado en tres columnas, tres pisos:

 Destruye terremoto la ciudad

O una cabeza tipo Alarma! o La Prensa, en rojo y con admiraciones:

 

¡Terrible!  

Dije "gracias" y me retiré a seguir a mis compañeros. ¿Cómo era posible que un terremoto pudiera acabar con una ciudad de más de 15 millones de habitantes? Para confirmarlo le pregunté a una señora que vendía lonas, tapetes, bolsas de hilo y otros productos relacionados con los plásticos.

Y me dijo lo mismo, con una mano en la mejilla: "se acabó el DF por un terremoto", quizás por un asunto de vocación instintiva a mí ya no me interesaba mucho el tema del uniforme para el equipo sino el saber qué estaba pasando y seguí buscando televisiones prendidas que tampoco eran tantas, y las que encontraba, ya las imaginarán, receptores pequeños blanco y negro de 15 pulgadas portátiles que tenían señal abierta.

Me compre una cajita de dos pastillas Chiclets de menta a un señor que estaba forrando las varillas de una silla metálica y viendo la TV. Me puse en modo metiche mientras me recargaba en un pilar de concreto:

- "Pero no están pasando imágenes", le dije.

- Es que solamente están leyendo llamadas telefónicas del público porque no hay Canal 2 y sólo podemos ver el 13 pero no hay imágenes, sólo están leyendo mensajes".

Era cierto, no me había dado cuenta que en todos los casos sólo estaban pasando la imagen de Pedro Ferriz Santacruz y Adriana Pérez Cañedo en Imevisión.

 

Yo, en ese entonces muy fan de la TV, se me cayó la quijada. ¿Cómo era posible que el Canal 2, de la poderosa cadena Televisa del hombre más rico de México no pudiera estar transmitiendo en ese momento uno de sus noticiarios más influyentes del país? "Hoy Mismo", que era el albergue de todas las amas de casa que habían llevado a los niños a la escuela y que se acompañaban por Guillermo Ochoa, Lourdes Guerrero, Juan Dosal y Juan Carlos Iracheta.

Pues no, el único canal visible era el 13, con el cejón de los ovnis que de niño había modelado con cal y arena el cráter lunar Copérnico en el patio de su casa de Piedras Negras. Ni siquiera el 4 o 5, que en la región sólo se veían por la tarde.

No supe en ese momento que el line up de Hoy Mismo había cambiado y con ello, Lourdes Guerrero pasaría a la posteridad por su icónica imagen a cuadro en sustitución de Ochoa diciendo "Está temblando un poquitito, no se asusten, vamos a quedarnos, le doy la hora siete de la mañana ¡Ah Chihuahua! Siete de la mañana con 19 minutos 42 segundos tiempo del Centro de México".

 

Hoy no hay documental sobre sismos que se jacte de ser documental si no lleva esa imagen de Lourdes sonriendo amablemente y aún tranquilizando al televidente capitalino "Sigue temblando un poquitito pero, pues vamos a tomarlo con gran tranquilidad" y apenas vimos a Juan Dosal retirándose el lavalier mientras una gran pantalla de lámpara se balanceaba, la pantalla perdía estabilidad y se iba "a negros" como se dice en el argot del video.

Hoy sabemos que ese estudio no se cayó, sobrevivieron los presentadores, incluída María Victoria Llamas, pero, la central de noticias del canal y otras áreas sí y ahí murieron decenas de trabajadores de Televisa. 

Regresando al mercado, perdí a mis compañeros, ellos siguieron en la búsqueda del uniforme para el equipo, finalmente ellos traían la lista con tallas, la coperacha ya estaba hecha y si faltaba, ellos ponían. 

Ya en casa pasado el mediodía de aquel jueves finalmente se comenzó a ver más claro el ambiente como si se disiparara una nube de polvo de desinformación y comenzó a verse y a causar preocupación también porque tenía familia en la Ciudad de México que días más tarde supimos que estaba sana y salva y que tampoco se había destruido la ciudad.

Quien siempre estuvo muy informada de la situación fue mi mamá que tenía la costumbre de escuchar una señal de radio que para estar tan lejana se oía bastante bien y ese era el programa de Héctor Martínez Serrano. un hombre con una voz amable muy elegante que platicaba de todo, no era periodista evidentemente, era un excelente locutor pero sabía comunicar con un lenguaje claro lo que ocurría y él fue el enlace entre el cuerpo de reporteros de Televisa Radio con el público.

Fue justamente en la frecuencia de los 900 que llegó la llamada de Jacobo Zabludovsky para informar qué estaba pasando en la zona destruida. Llamada inusual desde su auto Mercedes ya que la los teléfonos celulares no existían, era un lujo extraordinario que dio servicio a la comunicación.

Hoy ese documento es muy valioso con todo y lo que significa Jacobo para los medios nacionales. pero en radio y en el audio que quedó en los archivos se puede escuchar el drama y la lamentable historia que dejó el sismo de aquel 19 de septiembre de 1985.

La TV suspendió su programación habitual y la vida siguió en México a pesar del sismo de 8.1 de ese jueves y de la réplica de más de 7.5 que sacudió en la tarde-noche del día siguiente y que recuerdo haberlo escuchado "en vivo" mientras oía el 730 de la XEX "Radio Festival", también por ese entonces propiedad de Televisa. 

Hoy todos recuerdan la principal víctima de la sacudida, que por su peso demográfico y visual lo fue, la Ciudad de México, pero pocos lo hacen con la franja dañada que sufrió también los estragos y que se distribuyó en Colima, Jalisco, Michoacán y Guerrero donde se reportaron más de 500 muertos. Y en general, quién sabe cuántas víctimas serían, 30 mil... 300 mil... nunca se va a saber.

Sobre los uniformes. sí, al final los compañeros encontraron unos muy baratos, pero horribles, unas playeras de tela pegajosa, caliente de color verde con ligeras manchas un tanto amarillas que yo odie, pero que a los demás les gustó. Aún recuerdo que al salir a la cancha no nos bajaron de Los Nopales y como ocurre siempre con estas historias, nos eliminaron en el primer juego porque nos quedamos sin portero ya que en un arranque de berrinche agarró sus cosas en el segundo gol y se fue, pero esa, esa ya es otra historia.

Ya, tan tan.

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