martes, noviembre 10, 2020

La tremenda historia de Rudecindo y El Secretario

Pasadas las 20 horas del miércoles 12 de noviembre de 1958, los radioescuchas de la estación CMQ de La Habana escuchaba el siguiente diálogo en La Tremenda Corte:

“Señor Juez - ¿No me pregunta cómo me siento hoy?

Secretario - No hace falta Señor Juez, aunque todos haremos lo posible por disimularlo, sé de sobra que usted tiene que sentirse exactamente igual, a como nos sentimos todos. ¿Tengo que ponerme alguna multa por eso?

Señor Juez - No Secretario, porque no ha dicho usted más que la verdad, pero usted sabe que la justicia debe seguir su curso.”

Todo hace suponer que el diálogo entre los actores Aníbal de Mar (Sr. Juez) y Miguel Angel Herrera (El Secretario) en el capítulo “Señoricidio” era una reacción a la muerte de dos personajes de la entrañable “La Tremenda Corte” que había ocurrido dos días antes en momentos y circunstancias diferentes, pero con una coincidencia increíble que tuvo, de algún modo, como fuente una amistad de años. Un hecho que estuvo a punto de hacer desaparecer la legendaria serie.


Con el paso del tiempo, los nombres de Adolfo Otero y Julito Díaz se han ido desvaneciendo y sólo son identificados por los aficionados a la veterana serie radial cubana.


En América Latina, a los fans del viejo humor cubano también les queda la marca de nombres como Rudecindo Caldeiro y Escobiña o identifican a un viejito mordaz que era ese otro Secretario que sustituía a Herrera, aunque para la cultura popular cubana, estos nombres se relacionan con una larga trayectoria de éxitos en el teatro costumbrista de la isla, el cine, la radio y la incipiente televisión antillana.


Ambos, tanto Otero como Díaz, son referencia de esa época que se fue y si bien tienen una trayectoria de vida extraordinaria, su historia de muerte lo es más.


Por años, la búsqueda de datos del genial gallego Rudecindo, que igual era bodeguero, fondista, astillero o chofer de guagua, era infructuosa, simplemente no los había y si algo se colaba a la web fue información difusa, tanto como esos actores secundarios y esporádicos de la Corte encabezada por el Tremendo Juez.


El cáncer se llevó a Julito

Julito Díaz en 1947.

Tres meses antes de ese lunes fatal, Julio Antonio Díaz Otero, un multifacético hombre que incluso tomó las armas en la Revolución Mexicana en 1917, reportaba que su estado de salud había mejorado. El mismo Adolfo, su amigo Rudecindo, exclamó: “Ese viejo es como yo. ¡Duro de pelar!”. (1)


Era alrededor de la una de la tarde del 10 de noviembre del 58 cuando la noticia de que Julito Díaz había muerto sacudió a los fans de la radio, teatro y la TV cubana.


A Díaz le minó la vida el cáncer a los 68 años (2).


Aunque no tan mayor, nacido el 11 de septiembre de 1880 (3), él mismo jugaba con su edad en La Tremenda Corte: Un día el juez, en el episodio Pasquinicidio, lo “multó” por contar un chiste viejo y el Secretario se sacudió diciendo que a sus años qué tipo de chistes quería que hiciera. Esto le libró de la “sanción" económica.


Díaz Otero (sin parentesco alguno con su amigo) (4), era un personaje menudo, de voz cansada en el programa de la CMQ, era más igualado con El Señor Juez que el otro Secretario sin nombre que encarnaba Herrera.


Los fans de la televisión cubana han rescatado fragmentos de sus actuaciones no sólo en la pantalla chica, sino también en las películas en las que participó.


Pero, lejos de su apariencia, “pequeño y endeble” (5), diría Adolfo Otero, Díaz había sido incluso un defensor de la causa para la Revolución Mexicana.


Contestó Otero sobre la estancia de ambos en México “Sí”, a la pregunta de la prensa sobre si Julito había sido general de la Revolución Mexicana. “Eso y muchas cosas más” y no dio más detalle mientras comenzaba a contar otras anécdotas (6).


Mimí Cal, Julito Díaz y Leopoldo Fernández en un sketch en la TV Cubana.

Díaz había empezado su carrera, igual que Otero al iniciar el siglo XX, en 1907 con la compañía de teatro de Arquímedes Pous y junto con él habían estado en varias compañías (7). Juntos hicieron cine en películas como “Hitler soy yo” (1944) y “Siete muertes a plazo fijo” (1950). Fue también el primer presidente de la Asociación Cubana de Artistas en 1933.


En los inicios del cine cubano silente fue actor con el director Enrique Díaz Quesada en la película de 1917, La hija del policía o El poder de los ñáñigos. (38)


“Inclusive grabó discos como cantante para la entonces Victor, 1928.” (37)


En sus últimos años, hacía viejos de bajo perfil. Bajito, canoso, de lentes, pero pícaro, había sido el esposo de Mimí Cal en varios sketches, incluso en películas casi perdidas en los catálogos del cine cubano.


El cáncer ya le había avisado de los riesgos el 15 de febrero de aquel 58 cuando durante la transmisión del programa de TV “Mi familia” sufrió “el primero golpe que se lo llevó” (8)..


Dicen los que estaban junto a él (al morir) que no puso dolor ni protesta en sus palabras postreras. Se diría que estaba contento al decirlas. ‘Esto terminó”. (9)


“Qué dolor me ha dado”



Adolfo Otero

Horas después de la muerte de Julito Díaz, decenas de personas, varias de ellas estrellas del momento, asistieron a una funeraria del entonces distinguido Vedado en La Habana para darle el último adiós.


Ahí acudió Adolfo Otero vestido de guayabera blanca y “espejuelos de cristal montados al aire” (10), quien pese a encarnar perfectamente a personajes españoles de la época, como fueron comerciantes, fonderos y tenderos, no era ni gallego, ni español y nunca visitó la “Madre Patria”, era más cubano que el arroz con frijoles (11).


De madre cubana, Otero había nacido en La Habana en 1893, pero sus venas corría sangre española de su padre gallego don Rosendo Otero.


Aquella noche, en el ambiente flotaba una anécdota que se contaba entre telones: se dice que tanto Otero como Díaz bromeaban sobre quién moriría primero y fue Adolfo el que apostó a que sería Julito quien se iría primero, tal cual fue (26).


Para Otero había sido un día de trabajo común, antes de asistir al velorio de su amigo; había estudiado, ensayado y actuado en la edición de La Tremenda Corte del 10 de noviembre. 


El actor tenía una larga trayectoria en el cine y había recorrido una parte de América con su trabajo, 


Su labor había iniciado en el teatro Molino Rojo y en 1913 pasó a la Compañía de Francisco Soto. Sus primeros papeles habían sido serios, pero conforme pasó el tiempo explotó el papel de gallego.


“Tenía vis cómica. Tenía una innata gracia y un ingenio maravilloso. Nunca había estado en España, pero en escena era un gallego simpático” (12).


“Otero fue el primer ‘gallego’ clasificado de moderno. Estuvo representando su gallego en el Teatro Alhambra desde 1900 hasta 1935”. (35)


En 1927, en sus comienzos de la radio, su autor fue el, sí español Cástor Vispo, el guionista estelar de La Tremenda Corte y el más conocido entre los fans de la serie radial (13).


Con Vispo, Otero participó no solo en ese juzgado de risa, antes habían realizado para la radio Colócame Roque,  La Verdad Desnuda, Pepe Cortao, La Pandilla y Ramón y Ramona, pero particularmente al investigador Rudy Rod, apócope de Rudecindo Rodríguez.


Este personaje tuvo mucho éxito en los años 30 en la CMK de Radiodifusión O’Shea de Cuba. El investigador tenía toda la pinta de inglés, pero era de Santa Marta de Ortigueira, Provincia de La Coruña (14).


Adolfo Otero en su papel
del investigador Rudy Rod.

“Sus mayores logros los obtuvo con libretos escritos por Castor Vispo para La Tremenda Corte, que por años diseminó por radio RHC Cadena Azul. En ella actuó de Juez, del Señor Rudesindo Caldeiro y Escobiña, y otros tantos gallegos. ACRI lo designó por su personaje Rudesindo, Mejor Actor Cómico del Año 1944”. (36)


Sobre su trabajo de actor, Otero contó dos anécdotas sobre su trabajo en México durante el funeral de Díaz; una de ellas, que al finalizar la obra en la capital mexicana Julito terminó en tremenda trifulca llena de “galletas” (golpes) y botellazos que los hizo terminar en la “comisaría”.


“Esto fue en 17 (1917). Fuimos allá por primera vez a hacer temporada con la compañía de Raúl del Monte”, contó Otero (15).


También que en Veracruz, previo a su estreno en el Teatro Eslava, se vieron involucrados en una trifulca llena de “piñazos” donde hora y media después de llegar al Puerto ya estaban detenidos.


Detalló Otero que ingresaron a un café y un compañero a quien identificó como “El Baby’ ’“parece que le cayó bien a una de las meseras (...) uno de los músicos tenía algo que ver con la muchacha y al darse cuenta de lo que estaba pasando le fue para arriba a ‘El Baby’. Julito y yo salimos en defensa del compañero, se metieron los otros músicos y enseguida la bronca alcanzó enormes proporciones”. (16)


Presumió Otero que entre los que a él tocó llevar al suelo encima de una mesa fue ni más ni menos que al mismo alcalde de Veracruz, que de acuerdo con el año citado, fue José Mercado Alarcón que estuvo en la gestión del puerto entre 1915 y 1917.


La libertad la alcanzaron gracias a que “el jefe de la guarnición era un cubano, el teniente coronel Sosa Jurado”, que fue el encargado de liberarlos y llegar sin inconvenientes al estreno.


Adolfo Otero y Julito Díaz en un fotograma de la película "Yo soy Hitler".

En su papel de Rudecindo Caldeiro y Escobiña, Adolfo era un personaje querido por su simpatía, desenfado, versatilidad y descaro ante el poder del “Tremendo Juez”.


“Hazme justicia, pero que sea justicia de la buena, no la basura de justicia que me das”, le reclamaba al Juez. A veces  le ordenaba ponerle multas a Tres Patines, al juez y a sí mismo si no le satisfacían los resultados, casi siempre ante los fraudes, robos y engaños que le hacía sufrir José Candelario Trespatines.


Incluso se atrevió a pedir cadena perpetua para el Juez, por no verse favorecido.


La Tremenda Corte en la RHC; en primer plano Adolfo Otero haciéndola del Sr. Juez, junto a él el secretario Mario Barral y al fondo Leopoldo Fernández disfrazado de negrito.

Rudecindo al momento de morir tenía 65 años y también participaba en “El Show del Mediodía” donde desempeñaba diversos papeles (17).


El intérprete de Rudy Rod estaba siendo entrevistado en la funeraria del Vedado por Francisco Vergara, explicando sus anécdotas en México diciendo: “Ahora viene lo de Julito como general de la Revolución Mexicana. Una noche faltó a la función y…(18) “


Redactó el reportero de Bohemia: “Aquí Otero interrumpió la narración. Se puso de pie, se llevó una mano al bajo vientre y dijo:


- Caramba, qué dolor me ha dado…


Luego, se sentó. Su cuerpo cayó hacia adelante; después, durante unos segundos, fue presa de extrañas convulsiones. Los que lo rodeaban se lanzaron sobre él gritando angustiados:

- ¡Un médico! ¡Si hay un médico que venga pronto!

Alguien cargó con el cuerpo ya desmadejado que se había tornado tan blanco como la tela de su guayabera criolla. 

Apresuradamente, enfiló hacia la escalera que descendía a la calle mientras los que lo seguían le indicaban:

- ¡Vamos a llevarlo a la clínica más cercana!

Todo era en vano, ya Otero iba muerto.

Había ganado la ‘apuesta”.

La misma revista reportó en la edición del 16 de noviembre del 58: “A las ocho de la noche su esposa lo estaba oyendo por radio. A las nueve, cuando fue ella a la funeraria a consolar a la viuda de Julito Díaz, se encontró a Otero muerto” (19).


Fue un “colapso cardíaco” y falleció en cuestión de minutos (20).


La versión de El Secretario Cuarenta y dos años después, El Secretario, Miguel Angel Herrera, dio su versión para el programa Hablemos de Arte en una televisora latina de Florida.

El Secretario de La Tremenda Corte
Miguel Angel Herrera.


Contó Herrera: “La noche que murió Julito Díaz, cuando terminamos de hacer La Tremenda Corte, eran las ocho y media, todos fuimos a la funeraria que estaba enfrente, ahí por supuesto, iba Otero, iba Mimí, Aníbal y claro, Leopoldo y yo”. El Secretario relató que Otero se manifestó ocurrente, aunque consideró que “no estaban de acuerdo con el lugar donde estábamos, porque ese era su carácter, él quería a Julito Díaz, habían sido compañeros, habían trabajado juntos en Nueva York por muchísimos años y Leopoldo, también con ellos”. Agregó que Aníbal le llamó la atención en una ocasión luego que Otero recostara su cabeza en el hombro y que en una segunda ocasión, tras volver a decirle “Viejo, estate tranquilo, por Dios”, notaron que Rudecindo estaba blanco “como la cera”. Tras la sorpresa, Herrera contó: “entre todos lo entramos en un ‘pisa y corre’ que le decíamos en Cuba o station wagon como le dicen aquí (Miami) que tenía Leopoldo para llevarlo a la clínica de los artistas que estaba en la Calle 21. “Lo llevó y desdichadamente en el camino Aníbal que iba detrás aguantando a Adolfo Otero, le dijo a Leopoldo ‘ya’, desdichadamente en el camino murió. Al día siguiente en la misma funeraria estaban tendidos los dos, Julito Díaz y Adolfo Otero”.


Las notas del luto


La columna de Alberto Giré “Radiovisión” en Diario de la Marina, publicó el 12 de noviembre que “la misma noche del lunes, tan pronto se conoció la triste nueva del repentino deceso de Adolfo Otero, todos los programas que en ese momento se estaban transmitiendo rindieron su póstumo homenaje al compañero desaparecido uniéndolo así al que tributaron horas antes otros espacios a Julito Díaz” (21).  


Al martes siguiente, los medios cubanos dieron amplia cobertura al deceso de las dos estrellas cubanas.


El mismo periódico, decano de la prensa en Cuba, tituló en nota de primera plana, abajo a dos columnas ilustrada por dos fotos de estudio de los artistas: Mueren Julio Díaz y A. Otero, figuras del teatro cubano” y con el sumario: “El segundo fallece por el impacto emotivo en el velorio del primero. Duelo popular” (22) .


La nota de la muerte de Otero y Díaz en la primera plana del Diario de la marina del 11 de noviembre de 1958.


En la nota, el diario informa: “Dos de sus figuras tradicionales acaba de desaparecer y sus muertes han quedado enlazadas como enlazadas estuvieron sus vidas”.


“(Otero) había acudido a la funeraria para rendir postrer tributo al amigo y al ‘confrere’ de toda una existencia, pero su corazón ya resentido por los años y por la brega, no sobrevivió al impacto emotivo”.


Las muertes incidieron fuertemente en la programación de la radio en aquel momento. Publicó Giré en su columna dos días después de los decesos: “La misma noche del lunes, tan pronto se conoció la triste nueva del repentino deceso de Adolfo Otero, todos los programas que en ese momento se estaban transmitiendo rindieron su póstumo homenaje al compañero desaparecido uniéndolo así al que tributaron horas antes otros espacios a Julito Díaz” (23).

El cuerpo de Julito Díaz, en foto publicada por la Revista Bohemia. 


Incluso, el caricaturista Roseñada publicó un cartón con una mascara teatral llorando en el escenario con el título “Nota de dolor” (24)


Ese miércoles el Diario de la Marina incluyó fotografías del funeral donde aparecen las carrozas de ambos actores rodeados de una multitud y de sus familiares, así como compañeros de trabajo (25).


Sol Pinelli comentaba entrevistado por los medios entre la muchedumbre que acudió al velorio de Julito: “De las aventuras de Julito en México, quien puede hablar mucho es Otero, que está por ahí. Por cierto, que él y Julito siempre que se encontraban, bromeaban sobre cuál de los dos moriría primero. Una vez oí que Adolfo ‘apostó’ que él moriría después que éste”.

Adolfo Otero en la llamada "última morada". Foto Revista Bohemia


Una esquela en la página 12 de la primera sección en el Diario de la Marina consigna: “E.P.D. (En paz descanse) el señor Julio Díaz Otero. Ha fallecido (Habiendo recibido los Santos Sacramentos y la Bendición Papal)” (27).


En la misma anuncian: “Dispuesto su entierro para hoy martes, a las 4:30 p.m., los que suscriben, su viuda, hijos políticos, nietos, hermanos y hermanas políticos, en su nombre y en el de los demás familiares, ruegan a las personas de su amistad ese sirvan concurrir a la Funeraria Caballero Apartamento D 2do piso en 23 y M. Vedado para desde allí acompañar el cadáver hasta el Cementerio de Colón, favor que agradecerán. La Habana 11 de Noviembre de 1958” y decenas de rúbricas.


La profecía de las Siete Muertes


En el imaginario de los fans de la nota curiosa de aquellos años quedó grabada la coincidencia de siete muertes que incluían las de Otero y Díaz.


En 1950 la cinta “Siete muertes a plazo fijo”, dirigida y producida por Manolo Alonso, anunciaba la predicción de una serie de decesos que incluían a siete personajes.

“Película maldita”, rezaba el antetítulo de la Revista Bohemia dos semanas después de los fallecimientos de Otero y Díaz, con la cabeza “Y se cumplieron las profecías” firmada por Francisco Vegara.


“Según las profecías de un astrólogo (‘Crisantemus’ interpretado por Ernesto de Gali), siete de los que en él participaban en la película debían morir. Sólo tres de ellos morían en la cinta. Pero en la realidad el vaticinio resultaba exacto” (32).


Se trataba de seis personas y un loro, que efectivamente fallecieron entre 1950 y 1958.


El astrólogo de la cinta advertía que morirían los personajes que interpretaban Pedro Segarra, Eduardo Casado y un Loro, que fallecieron. Sin embargo, los cuatro condenados restantes de acuerdo a las predicciones de “Crisantemus’ seguirían vivos: Alejandro Lugo, Maritza Rosales, Hugo Monster y José Juan. Martínez Casado (33).


Segarra murió en el 51 víctima de un infarto, Casado se suicidó en el 53 y el loro murió electrocutado en 1958. (34)

 

Si bien los restantes cuatro no murieron en esa década, sus decesos fueron “cobradas” por otros personajes que participaron en la cinta: el actor Víctor Manuel Martínez Casado falleció víctima de un infarto en el 54, el camarógrafo Ricardo Delgado falleció arrollado por un tranvía meses después de terminada la filmación, Julito Díaz y Adolfo Otero.


Casi el fin de La Tremenda Corte


Y mientras en los cines de La Habana daban “El Mago” de Cantinflas, Fuga de Cadenas de Tony Curtis y las últimas funciones de El Temerario de Paul Newman, el impacto por la muerte de los actores fue tal que la misma serie estuvo a punto de desaparecer (28).


Una muchedumbre rodea dos carrozas durante el funeral de Otero y Díaz el 11 de noviembre del 58. Foto Diario de la Marina

En un recuento de hechos, la sección Tele-Radiolandia de Bohemia publicó: “El mismo día que fueron inhumados los restos de Julito y Otero, los intérpretes y autor de “La Tremenda Corte” - Mimí Cal, Leopoldo Fernández, Aníbal de Mar y Cástor Vispo- se presentaron a los rectores del Departamento de Programas de CMQ a quienes informaron que no querían ‘seguir haciendo’ dicho espectáculo”. 
(29)

Fernández (Trespatines) fue contundente: “Eso no puede seguir”, dijo. “Ente muchas razones por esta: ¿Hay alguien que pueda sustituir a Otero? Me luce que no”.


Nananina, Mimi Cal, también expuso un argumento similar: “Ya no podemos hacer gracia sabiendo que él no está con nosotros”.


De izquierda a derecha, Leopoldo Fernández, la actriz Sol Pinelli, una persona no identificada, el guionista de La Tremenda Corte Castor Vispo y Aníbal de Mar en el funeral de quienes fueron sus compañeros. Foto Revista Bohemia

Bohemia explica lo que pudo ser el inicio de aquel episodio del miercoles 12 de noviembre: “La primera noche que participaron en la transmisión sin la presencia del compañero desaparecido, las lágrimas afluyeron a los ojos de los intérpretes: los concurrentes al estudio también sintieron los efectos del clima de aflicción que lo invadía todo”.

Pese a que era un programa cómico, resultó lo más dramática de las transmisiones y esto se escucha en la voz del Secretario cuando interactúa con el Señor Juez y cuando llama a Nananina donde en ese capítulo del día 12 se le oye quebrar la voz.


No se puede confirmar del todo la referencia, aunque en el programa Tres Patines menciona en sus diálogos que ese día es miércoles, este autor tampoco pudo confirmar si al día siguiente de la muerte, el martes 11 de noviembre, La Tremenda Corte no se transmitió, aunque todo hace parecer que dado el luto generado en la CMQ, tanto en radio como en TV, el programa no fue transmitido al día siguiente de los decesos.


El elenco de La Tremenda Corte en un estudio de la CMQ. De izquierda a derecha: Erdwin Fernández (Simplicio), Mimí Cal (Nananina), Adolfo Otero (Rudecindo), Miguel Ángel Herrera (El Secretario), Aníbal de Mar (El Señor Juez) y Leopoldo Fernández (Tres Patines).

La tristeza de los integrantes del programa no era para menos, el grupo tenía mucho tiempo juntos, aún antes de la CMQ que se transmitía a los radioescuchas cubanos.

Las emisiones eran programas que ya se habían transmitido, ahora con algunas variantes que el mismo Vispo había escrito para la RHC Cadena Azul, cuando La Tremenda Corte “constituyó un éxito radial de enormes proporciones y el gallego Rudecindo, la víctima consuetudinaria de Tres Patines seguiría presente en los mismos”.


Continuó Bohemia: “Parecía (La Tremenda Corte” llamada a desaparecer del horario de CMQ, dejaría paso a otro espectáculo humorístico del propio CV (Cástor Vispo) que no les proporcionaría tan amargos recuerdos a los que habían sido, más de veinte años en dicha transmisión, compañeros inseparables del gallego Otero” (30).


La Tremenda Corte se había transmitido desde 1941 hasta el 47 y transitó de la RHC a la CMQ en 1955 de donde se extrajeron los capítulos más conocidos en América Latina, particularmente del año 1958, había tenido episodios complicados donde sus integrantes se habían dejado de hablar y la rebatiña entre las dos cadenas había llegado a una “guerra radial” por sus integrantes (31).


Pero, La Tremenda Corte no terminó, al menos en ese 58, año que Cuba cerró con un cambio radical con la llegada de Fidel Castro. El programa continuó hasta el 61 en la isla y sus integrantes tuvieron destinos distintos dentro y fuera del país antillano.


Más allá de Cuba y el 58, las voces de Adolfo Otero y Julito Díaz siguieron sonando en la radio de América Latina y hoy aún hacen sonreír a los fans de La Tremenda Corte que pueden escucharse fuera de las frecuencias hertzianas bien custodiadas en el ambiente digital.


Notas
(1) 

Resumen teatral del año 1958, Página 143, Revista Bohemia, 28 de diciembre de 1958, Año 50, No. 52



(2,18, 26)

“Qué dolor más fuerte tengo”, pág. 76, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, no 50, No. 46



(3)

Columna Radiovisión de Alberto Giré, Diario de la Marina, 11 de noviembre de 1958, Pág. 18-A


(4)

Julito Díaz y Adolfo Otero no pudieron separarse en el mutis postrero, Pág. 82, Don Galaor, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(5, 6, 10, 15, 16)

“Qué dolor más fuerte tengo”, pág. 96, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(7, 12)

Julito Díaz y Adolfo Otero no pudieron separarse en el mutis postrero, Pág. 98, Don Galaor, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(8)

Julito Díaz y Adolfo Otero no pudieron separarse en el mutis postrero, Pág. 79, Don Galaor, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(9)

Julito Díaz y Adolfo Otero no pudieron separarse en el mutis postrero, Pág. 96, Don Galaor, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(11, 13)

“Qué dolor más fuerte tengo”, pág. 98, Revista Bohemia, 16 de noviembre de 1958, Año 50, No. 46


(14)

Rudy Rod, detective, Don Galaor, Revista Bohemia, Pág. 14, 24 de octubre de 1937



(17, 21, 23)

Diario de la Marina, 12 de noviembre de 1958, Pág. 13-A, Columna Radiovisión, Alberto Giré


(19)

Galaor, Don; “Julito Díaz y Adolfo Otero no pudieron separarse en el mutis postrero”. Revista Bohemia, La Habana, Cuba; 16 de noviembre de 1958, pag. 81; Año 50, No. 46. 


(20)

Sección Tele-Radiolandia, Pág. 89, Revista Bohemia, 28 de diciembre de 1958, Año 50, No. 5


(22)

Diario de la Marina, 11 de noviembre de 1958, Pág. 1-A


(24)

Diario de la Marina, 12 de noviembre de 1958, Pág. 4-A


(25)

Diario de la Marina, 12 de noviembre de 1958, Suplemento Página 1)


(27)

Diario de la Marina, 11 de noviembre de 1958, Pág. 12-A


(28, 29, 30)

Bohemia, 23 de noviembre de 1958, Sección Tele-Radiolandia, pág. 54


(31)

Sección Radiolandia, Revista Bohemia, Pag. 40, 29 de septiembre de 1946, año 38, No. 39


(32, 33)

(Pag. 72, “Se cumplieron las profecías de 7 muertes a plazo fijo”, Bohemia, 30 de Noviembre de 1958).


(34)

 (Pág. 87,  “Se cumplieron las profecías de 7 muertes a plazo fijo”, Bohemia, 30 de Noviembre de 1958).


(35)

Libro de la Farándula Cubana 1900-1962, Francisco Gutiérrez Barreto, pág. 24


(36)

Libro de la Farándula Cubana 1900-1962, Francisco Gutiérrez Barreto, pág. 24


(37)

Libro de la Farándula Cubana 1900-1962, Francisco Gutiérrez Barreto, pág. 113


(38)

Libro de la Farándula Cubana 1900-1962, Francisco Gutiérrez Barreto, pág. 113




12 comentarios:

Unknown dijo...

Que triste que no haya comentarios, yo soy el primero en comentar...Excelente recopilación, a los fans ee la tremenda corte en América Latina resulta súper interesante conocer estos detalles y anécdotas de tan grandes artistas, admirables. Un abrazo.

Eduardo dijo...

Entrañables personajes de La Tremenda Corte, programa que escuchaba mi abuelo, mi padre y ahora yo en retransmisiones via internet y en mas de 70 audiocassettes que yo mismo fui grabando desde la radio Red de México, cuando era adolescente. Hoy en día y fuera de México residiendo en España sigo escuchando La Tremenda Corte, aunque sean repetidos los capítulos, los seguiré escuchando, los transmiten ahora en una de tantas estaciones, desde la DK en Guadalajara Jal.
Saludos a todos y Presenteeeeeee!!!!! aqui, como todos los días!!!! A la reja!!!!!!.....
EB.

Sergio Ursúa dijo...

¿Es Cantinflas el que aparece en la foto del velorio a la derecha? ¿O solo se parece? Gracias.

JC Cortes dijo...

Gracias por tu comentario... saludos...

JC Cortes dijo...

Genial... muchos fans de la serie tuvimos la suerte de grabar episodios, en mi caso desde la XEXK, Radio Mundo... y hoy es fantástico ver que abundan los episodio en línea... saludos, gracias por leer...

JC Cortes dijo...

No es Cantinflas, es Leopoldo Fernández, mejor conocido como Tres Patines o Pototo... saludos...

Edgar Quiñones García dijo...

Excelente historia..me dió nostalgia al leer toda la historia, desde el primer día que la escuché pues haga ahora la sigo escuchando, ya pagó 10 años que la conozco... Gracias por compartir toda esta historia...

CSM dijo...

Qué gran trabajo el suyo con esta historia. ¿Sabrá si hay familiares de estos dos grandes de la comedia? Me causa muchísima curiosidad el paso de Julito Díaz por la Revolución mexicana. Saludos y muchas gracias por relatarnos esta historia.

Anónimo dijo...

En el 2022 desde México, sigo escuchando la tremenda corte gracias a mi padre, que dure la eternidad...

Unknown dijo...

Muchas gracias por tan buen trabajo de investigacion sobre La Tremenda Corte y sus actores, programa que escuché desde mi niñez y que todavía sigo escuchando por medio de You tube, mientras lo sigan publicando en las redes lo seguiré escuchando una y otra vez. Gracias.

Anónimo dijo...

Excelente recopilación de los actores de esta formidable serie que a gustado a tantas generaciones

Anónimo dijo...

Tengo 50 años de vida y llevo 43 años escuchando la tremenda corte y no me canso de las ocurrencias de tres patines tengo dos dudas como sería la mima oh mamita de tres patines y cómo sería cucusita