En la presidencia: de macho bravío a mandilón persignado
Dice una canción de Chava Flores: "yo tenía un chorro de voz, yo era el amo del falsete, me admiró Jorge Negrete, Pedro Vargas y otros dos, pero de aquel chorro de voz, sólo me quedó un chisguete" (la versión de Tin Tan es la mejor).
Y como ese chorro de voz que fue disminuyendo por el canto, el cuete y el fumar, así se le fue el cambio a Vicente Fox Quesada tras aquellas promesas bravías y valentonas de toda su campaña y hasta la última que hizo el mismo 2 de julio del 2000, cuando dijo "no les voy a fallar", ante un Angel de la Independencia que miraba la celebración panista por el triunfo.
Poco queda de aquel charro a caballo que le decía mandilón, La vestida, chaparro y otras gracejadas a su opositor y que además mataba tepocatas, víboras prietas y otras alimañas con sus botas, hoy más se le recuerda por usar choclo ortopédico, besar la mano del papa y hablar respetuosamente de la señora Marta.
Pero, en lo que importa a México, las promesas no se han cumplido por una serie de incapacidades del mandatario, sus asesores y colaboradores.
Cifras encontradas en la economía, pero una constante, 60 millones de pobres se mantienen a la expectativa por el cambio ofrecido, promesas de crecimiento pero incapacidad política para negociar los dineros con un congreso que le salió más reparador que cualquier caballo.
Tropezones en la seguridad, manifestaciones de descontento que se mantienen, cuatro años que rebasaron los 15 minutos para solucionar el caso Chiapas, intrigas sobre su gobierno que lo señalan como conspirador y de usar lo más bajo de la política son otras características que hacen del sexenio de Fox, algo más parecido a una continuidad priista que a un gobierno de cambio.
López Obrador, gallo emplumado, pero desplomado
Con todo y que mantiene altos grados de popularidad, el gallo emplumado de Andrés Manuel López Obrador empieza a cantar desde lo más bajo del corral, ocasionando con ello que las gallinas que estaban abajo dejen caer su inmundicia al candidato con más posibilidades de ganar en el 2006.
Sus descuidos políticos, concientes e inconcientes, dieron armas a sus adversarios y en el error, permitió lo que cualquier político hábil haría, trata de desprestigiarlo a toda costa.
Pero Andrés Manuel ha caído en errores que no sólo dieron armas a los adversarios, sino a la prensa. Con sus discursos, sus frases, su empeño en dar legalidad a la masa a nombre de la justicia, el tabasqueño permitió que su imagen empezara a tener características mesiánicas y de justiciero.
Su empeño en evidenciar lo injusto de la ley lo llevó a la silla de los acusados y por el paraje El Encino está con un pie en el desafuero y un juicio que lo dejaría fuera de la justa presidencial.
Simplemente se puso con un Sansón corrompido y obsoleto a las patadas y obvio, está a la baja.
Poco puede puede pelear el gallo emplumado de AMLO, si durante un año seguido lo estuvieron madreando.
En conclusión, los cuatro años de poder, tanto del guanajuatense como del tabasqueño, llegan sin mucho angel y sin tanto que celebrar.
Monos de JC Cortés
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