domingo, agosto 22, 2004

Quauhtochco, la historia guardada

Vigilando un valle Cuesta arriba, el camino es pesado para dos reporteros que están acostumbrados a trabajar en planos de la ciudad, seguir a un guía que sube un cerro de 300 metros deja extenuada una evidente mala condición física. En el altiplano, una construcción se yergue y mira a occidente, es el segundo palacio arqueológico más bello del estado y pocos lo conocen, un teocali al que es difícil llegar.  

Desde el camino polvoso, poco antes de llegar, se descubre un oratorio de 8.32 metros de altura, y entre los matorrales se yergue imponente El Fortín de Quauhtochco, en un punto que permite una amplia visión que va hasta los valles de Cotaxtla y Córdoba.

 El lugar se encuentra a unos 10 kilómetros de la cabecera municipal de Carrillo Puerto, y para llegar a él se pasa por un tortuoso camino de terracería que va hasta el río Atoyac-Cotaxtla. Sobre él, un puente colgante de 50 metros de longitud, construido con tablones, cables de acero y sostenido por bases de concreto, abre la brecha de escalada enmedio de la vegetación hacia la punta de la pequeña montaña, es un camino "largo y sinuoso" diría la canción.

Con algunos grados de deshidratación, al pleno sol de las 2 de la tarde, la selva hace un marco impresionante a la construcción y centro arqueológico enclavado en el rancho de don Genaro Vázquez. 

Este lugar en algún momento fue punto estratégico durante la rebelión en contra de la Triple Alianza Tenochtitlan-Texcoco-Tlacopan y el tributo que exigía a los nativos. Al menos en dos ocasiones los habitantes de Quauhtochco iniciaron una rebelión, según citan algunas fuentes arqueológicas.

De pie frente a la pirámide, el temor por subir por los 52 peldaños de la escalinata principal se vence ante la promesa de lo que se podría ver y más aún cuando se anticipa una buena foto panorámica.

Entre las piedras de río que componen las escaleras, la yerba crece pero no impide que la curiosidad alcance su objetivo.

Quauhtochco está construido estratégicamente como observatorio inalcanzable, no hay concesiones que permitan a extraños, incluida la gente de prensa, incursionar en la fortaleza, este nombre derivaría más tarde en Huatusco y posteriormente sería heredado a un poblado cercano al lugar.

El arqueólogo Alfonso Medellín Zenil, en su libro "Exploraciones en Quauhtochco", publicado en 1952, cuenta al menos 30 construcciones distribuidas irregularmente en el lugar y precisa que van desde pequeñísimos montículos hasta el gran teocali o pirámide. Los primeros registros, que se tienen del lugar -sigue el arqueólogo- datan del primer tercio del siglo XIX en dibujos elaborados durante una expedición del capitán Guillermo Dubaix y fue hasta 1944, cuando los profesores José Luis Melgarejo y David Ramírez retomaron el tema.

Lo extraordinario -reflexiona el historiador- es que El Fortín, originalmente fue un edificio de 3 pisos sostenido por vigas, el cual fue revestido más tarde por los desniveles que dieron finalmente la apariencia de una pirámide de 4 etapas.

Se considera el único adoratorio prehispánico que en México conserva las huellas de este tipo de construcción.

Lo anterior es confirmado por un nuevo estudio realizado por el arqueólogo Fernando Miranda Flores, en el Informe Técnico Final del Proyecto Quauhtochco, avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Entrevistado al respecto, Miranda señala que Quauhtochco "es de gran relevancia porque es una de las mejores muestras de arquitectura de estilo mexica que tenemos en el territorio nacional". Indica que posiblemente, a pesar de que la ocupación más antigua del lugar date del año 1200, "las construcciones visibles son muy cercanas al momento de la Conquista", aproximadamente el año 1525.

Profundiza que el sitio es una obra que "fue diseñada y tal vez dirigida por arquitectos llevados desde el altiplano, porque responde muy bien en sus características de diseño a la arquitectura mexica". El único ejemplo similar es el templo ubicado en Castillo de Teayo, en el norte del estado, pero Quauhtochco es una construcción de mayor jerarquía, asegura el arqueólogo.

A cielo abierto la pirámide muestra aún con bastante conservación su oratorio en la cúspide.

Este santuario, que servía para la veneración de los dioses, es un gran recinto rectangular cuyas paredes están formadas por un centro construido con piedra de tepetate sin labrar, en forma de bloques.

La piedra en el frente tiene un gran boquete realizado por "busca tesoros" que atravesaron las 4 estructuras que la conforman.

Al momento el edificio se encuentra enmedio de una selva espesa que contrasta con las cercanías erosionadas del municipio de Carrillo Puerto. "Tengo la idea de que posiblemente el teocali fue ampliado y estaba siendo construido en el momento en que llegaron los conquistadores".

De acuerdo con el mismo Miranda y la belga Anick Jo Elvire Daneels, hacia el siglo XI la zona sufrió de varias incursiones de grupos nahuas como la última expansión del imperio mexica.

Los científicos indican en un trabajo titulado "Regionalismo Cultural en el Valle del Río Atoyac", que la región fue paso de la primera expedición de españoles que llegaron a costas del Golfo de México, del mismo modo, señalan que de acuerdo con Cayetano Rodrigo Beltrán, en una publicación de 1927, la zona perteneció a la llamada "Ruta de Moctezuma".

A pesar de la vegetación, la zona arqueológica ha dejado conocer a los expertos la riqueza histórica del Quauhtochco, aquí se han encontrado braceros, incensarios, platos de cerámica, vasos, comales y yugos, pero también piezas monumentales como esculturas de la diosa Chicomecoatl.

La composición de la zona incluye no solo el teocali principal, sino una plataforma llamada "capilla", aposentos, pretiles y una muralla que protegía aún más El Fortín.

Sin embargo no se ha descubierto todo, la parte que conocemos, indica Miranda, es el gran recinto ceremonial de Quauhtochco, pero falta todavía conocer las áreas habitacionales; los edificios conocidos pertenecen sólo a la última etapa de construcción de la zona.

El Arqueólogo Alfonso Medellín Zenil registró hace más de 40 años que existían 4 hectáreas de construcciones, cuando el sitio llegó a tener una extensión de más de 70 ó 100 hectáreas con varias murallas que protegían el sitio y que permitían hacer de éste un lugar fortificado.

Desde cualquier punto del altiplano se consigue una vista clara, lo que hace suponer que se establecieron asentamientos humanos en este punto fue para vigilar el entorno.

Pero hay un punto más interesante de acuerdo con Miranda: "es posible que para ubicar el teocali se hayan hecho observaciones astronómicas, una línea que está por estudiarse aún se refiere a la arqueoastronomía, parece que es un lugar excelente para observación de las estrellas y las posiciones del sol en el horizonte".

Sin relación con los estudios de los profesionales, anecdóticamente, Genaro Vázquez, dueño de la propiedad y actual custodio de las ruinas, indica que alguna vez, seguido por los rumores que aseguraban la "visita" de objetos voladores no identificados, acudió una noche a la cúspide de la pirámide para confirmar estos "avistamientos".

Y se concreta a decir que sí hubo esas luces aunque también deja la duda a sus interlocutores "¿quién sabe lo que sería? pero yo lo vi".

Actualmente Fernando Miranda Flores y un equipo de estudiosos realizan trabajos de exploración revalorando principalmente la información que obtuvo el extinto Medellín Zenil pero con un enfoque diferente.

Se busca partir del análisis de la arquitectura para llegar a conclusiones más profunda en cuanto al proceso de desarrollo del sitio.

Por el momento, lleno de una vegetación que cumple también la función de proteger los recintos, la zona arqueológica de Quauhtochco permanece cerrada al público y bajo vigilancia del INAH, ante el temor de saqueos.

Aún así, para llegar hasta aquel lugar lejano y lleno de follaje, no bastan las ganas de conocer y aventurarse a perder parte de la suspensión del un auto, sino también una condición física que permita hacer la proeza de alcanzar la cúspide de aquel cerro y lograr, como hicieron dos reporteros, admirarse ante un templo poco conocido que aún guarda intactos varios secretos.

Publicado en El Mundo de Córdoba el 28 de febrero de 1999 por JC Cortés

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que tal!
Antes que nada un saludo, y pues gracias por haber pasado el texto del periodico a tu blog, lo voy a tomar de referencia, yo soy de Huatusco, Veracruz, y quiero poner en mi blog, este y otros datos que encontre en la web.
Saludos
http://tribu.bitacoras.com