viernes, mayo 12, 2023

Adiós Polo, adiós Macario, adiós Chabelo

I

Chingó a su madre


No sé cuántas veces habré escuchado el volumen 1 de Polo Polo en el año de 1986, justo cuando en México salíamos de las emociones del Mundial 86 y seguíamos en una crisis que fincó las bases para la destrucción de un país que merecía mejores gobernantes.


Perdón, pero es inolvidable no recordar las preocupaciones familiares de aquellos gobiernos priistas. Regresemos a Polo Polo: además de aquellos viejos éxitos en una vieja Panasonic Rx-1660, aquel show de comedia me parecía increíble por tener a mi alcance una grabación tan desenfadada, abierta, directa y para esos tiempos inverosímil.


La primera vez que lo escuché no sabía quién era Polo Polo, no sabía si lo que estaba escuchando algo clandestino (aunque era clara la marca Mussart), no sabía si alguno de mis cuates lo había grabado a escondidas…

La vieja Panasonic Rx-1660, horas y horas de sana diversión,


El caso es que ese viejo cassette transparente me divirtió mucho, en cosa de humor nadie duda que rompía con los esquemas de los comediantes ñoños de la televisión, que por aquellos tiempos estaba acaparada por las dos cadenas nacionales, particularmente por Televisa.


La grosería hasta ese momento era cosa de adultos, pero adultos, mayores de 30 años, sólo aptos para aquella Clasificación D, al menos la cultura general tenía muy claras las líneas marcadas del lenguaje, si entre secundarianos a principio de los ochentas, la grosería era cosa de grupos, con Polo Polo llegando el 86 se rompió el esquema y se abrió en términos de comunicación cotidiana. El “güey” se multiplicó y disimular un “hazme el fabrón cavor” nos abría la puerta para liberar más nuestro mexicano ánimo malhablado.


En lo personal, ya habían llegado algunos productos “solo para adultos”, alguna picardía exagerada, pero nada de groserías que fuera el eje de las grabaciones. Incluso aplaudía algunos párrafos de José Agustín jugueteando con la onda de las palabras.


Antes había escuchado a un tal “Don Marino y el otro” que más que chistes eran canciones humorísticas, tipo “El tango del perro”, también recuerdo haber escuchado el LP de Los Chistes Prohibidos de Raul Vale con mucha picardía, los discos de Chava Flores que reflejaban más humor popular, pero si hubo algo que se acercaba a lo que hizo Polo Polo fueron Chaf y Queli (Jorge Wals Schaff y Luis Queli) y sus insuperables producciones en la disquera Diablo.



Don Marino y el otro cantando el Tango del Perro.


Recuerdo muy bien el momento en que en la casa de unos tíos esos los elepés de los albureros Chef y Queli me hicieron morir de la risa aún cuando no terminaba con entender esa vorágine de palabras que ocultaban un montón de referencias sexuales, principalmente homosexuales.


El caso es que después me enteré que muchos más habían grabado discos de humor como Tin Tan, Viruta y Capulina, Los Xochimilcas, Los Tepetatles, así como ese autor ya mencionado de la cultura popular llamado Chava Flores, pero Polo Polo rompió el esquema se acercaba mucho a lo que yo me imaginaba era el teatro de revista con un solo personaje en el escenario.


No se trataba de hacer un sketch, no se trataba de utilizar el lenguaje cantinflear y meterse los vericuetos de los malos entendidos y de las palabras con chiste o doble sentido, no Leopoldo Roberto García Peláez Benítez (1944-2023) se metió de forma directa a la grosería que hoy parece cosa de infantes.


Sus primeros dos discos fueron bastante mesurados hablando con la grosería cotidiana y con infecciones que después era muy común identificar quien había escuchado ya varias veces esas grabaciones, porque muchos de nosotros comenzamos a utilizar el tono pícaro del comediante.


Además, Polo Polo aterrizó en un muy buen tiempo cuando el cine de ficheras era el estelar que todos queríamos ver, pero que nadie decía ver.


Lo que muchos de nosotros conocimos en pantalla con el Caballo Rojas, Luis de Alba, Alfonso Zayas y otros no llegó a ser tan divertido como esos 40 minutos de show en vivo porque las historias que contaba Polo, que no eran otra cosa más que un chiste corto prolongado nos llevaba más allá de la historia erótica con algunas groserías innecesarias, pero bien usadas.



Con el tiempo, y como todo, Polo Polo comenzó a desgastar su fórmula y a sufrir los estragos del tiempo, además de ser además de perderse entre todas las tendencias y comenzó a atomizarse hasta caer en las manos de la TV y descafeinarse, mientras sus chistes también menguaron más allá de los años 91-92.



Al final de su vida fue triste pensar que una mente prodigiosa que jugaba durante 40 minutos se fuera diluyendo y olvidara el inolvidable viaje a España, la visita al hipódromo, el picnic sin abrelatas o el chiste sin chiste de la gallina que pedía más comodidad para poner los huevos a un Dios mal hablado que se hartaba de las quejas sacándolos de su oficina diciéndoles “ya, a chingar su madre”.


Qué bueno que no vimos a Polo Polo sin memoria, sin sus recuerdos, sin su vida, sin la cruel, muy cruel evolución del cerebro que deriva en el Alzheimer o la demencia senil.


Polo, ya, se fue a la goma, piró, chingó a su madre y en fin se marchó y esperemos que junto que junto con otros tantos mexicanos regrese la brillantez de su memoria y lo esté disfrutando donde haya ido a parar el cabrón y que esté de malhablado como lo escuché no sé cuántas veces en una vieja grabadora Panasonic.


II

La única cara del éxito de López Tarso


Ignacio López Tarso(1925-2023) basó su éxito en una sola pose, él no se preocupó mucho en darle tantos matices a sus personajes, su voz de puchero y su rostro vacío fueron suficientes para darle las bases de su talento, le caían los personajes y él los volvía López Tarso.


No demerito el talento y la capacidad del actor, simplemente estuvo en los papeles ideales, no me imagino a  alguien más como Macario, como el mudo Adán, como Dionisio Pinzón, como Fulgor Sedano, como el General Jiménez o como el asesino Mimí, todos tienen la misma actitud de personaje sorprendido de voz arrastrada y enfadosa, hasta para los corridos.


Era como ver siempre a López Tarso vestido de manta y cargando leña en todos sus papeles, aún en los urbanos o hurgando en los restos de un avión accidentado. Es curioso que esa horizontalidad tuviera éxito para hacer indígenas que no eran indígenas y hombres citadinos que tampoco lo eran, sino que eran muchos López Tarsos.



Algo tenía el López Tarso de esa época que convencía sin tanto adorno actoral. Parece que tuvo más libertad en su papel de militar en La sombra del caudillo.


No hay quien pueda suplir a un Macario con ligero acento indígena forzado para convencernos de que el personaje de B. Traven no podía tener otro rostro, igual no imagino a otro que le pusiera trampas a Evodia (Aurora Clavel) en su fragmento de El soplador de vidrio Hilario en Los amantes fríos.


Tampoco nadie podría aspirar a ser el papá de Titino y soñar con que hablara en su desesperación por querer ser padre y verlo crecer hasta sentirse cuidado.


Nadie pudo hacer mejor un papel carroñero en la sierra como tampoco nadie fue tan buen asesino como el Profeta Mimí o como jefe de una mujer imaginante en Días de Otoño.


Sin ser Macario, parece que sí lo era en El Gallo de Oro y tan buen actor era que la escena devorando unos nopales navegantes me los antojó, a pesar de que a mi no me gustan los nopales.




Con ese tono de enfado, siempre de anciano amargoso, sus corridos revolucionarios sonaron muy bien e incluso la TV lo catapultó en discos que tuvieron mucho éxito hasta ser el blanco de las imitaciones de Héctor Kiev por años en el Noticiario 24 Horas. Se dice que López Tarso deploraba esas imitaciones de su parodia llamada Tacho López Cuarzo.


Otro más que se fue tras 98 años de vida, sin tanto escándalo, pero sí como líder sindical de actores que llevó marcado en su pecho las siglas del PRI, literalmente, hasta su muerte.


III

Chabelo, el gran niño vendedor


El personaje de Francisco Javier López Rodríguez (1935-2023) llamado Chabelo fue un gran niño que vendía.

@jccortesmx Adiós Chabelo bye bye bye bye… #Chabelo #EnFamilia #Retro #AdiosChabelo #TVretro #80s ♬ sonido original - jccortes


Aunque sé que muchos valoran la figura de Chabelo por el legado de diversión que dejó, su papel de distractor es en la vida del país su claroscuro, sin demeritar que lo primero fue fundamentar para lo que en lo personal debió ser su gran éxito… un vendedor ejemplar cuyo secreto debería ser público.


Si bien su papel apareció circunstancialmente, Xavier López supo que llegando a su vida la Pepsi Cola también llegaba la clave de su carrera.


Nadie puede poner en duda de que un personaje bien definido es fundamental para el éxito de un actor o una marca y Chabelo lleno ese nicho único destinado en los tiempos que la publicidad aparecía de forma silvestre, en una época cuando todas las formas de hacer marketing eran novedosas y que garantizaron ventas con un chamacote de pantalón corto, calcetas, zapatos blancos y una camisa que para cualquiera sería un ropón.


Qué trancazo… el primer niño de la televisión y el cine mexicano… quizás el único que pudo ser un niño superdesarrollado haya sido Germán Valdés “Tin Tan” en El niño perdido… fuera de eso nadie más pudo interpretar a un infante con más de 20 años de edad.


Antes que ellos, los niños exitosos eran realmente niños, Evita Muñoz “Chachita”, Freddy Fernández “El Pichi”, Angélica María, María Eugenia Llamas “La Tucita”, Cesáreo Quezadas “Pulgarcito”, Ismael Pérez “Poncianito” hasta Margarito Esparza Narváez “Margarito” y otros con éxito menor.


Chabelo, con el paso de las décadas desde los años 50s.

Luego vinieron muchos chamacos para el cine y la TV que degeneraron hasta verlos envejecer tristemente como el elenco de Roberto Gómez Bolaños o cosas aberrantes forzando el humor en los salones de clases televisivos de Jorge Ortiz de Pinedo.


Pero, regresando a Chabelo, su talento fue único, es decir, explotó todos los matices de un niño abusivo y abusado, con sus berrinches, su picardía, su llanto chantajista y su evidente superidad física sobre los adultos.


Son inolvidables sus apariciones en algunas películas como Viaje a la Luna o La princesa hippie… y tampoco podrán dejar de recordarse su presencia entre los dementes de Alejandro Suárez, Manuel “Loco” Valdés, Héctor Lechuga y Guillemo Rivas “El Borras”.


Para verlas más de una vez, sí vale la pena buscar Autopsia de un fantasma, Bang Bang y al hoyo, El Extra y El Aviso Inoportuno.


La Carabina de Ambrosio no es La Carabina de Ambrosio sin Pujitos, Guillo El Monaguillo o el niño tragicómico de Mercado de Lágrimas.


Se acomodó a todos los patiños, principalmente a César Costa así fuera sacerdote, su ventrílocuo o el papá Panda que siempre le matizaba la gordura con eufemismos.


Pero, no se puede olvidar que fue como muchos integrantes de Televisa un papel anestesiante, parte del elenco de Emilio Azcárraga Milmo que hacía televisión para jodidos.


En Familia, fue más que un programa para divertir, un gran comercial desde su nombre, ya que el EN de En Familia era una referencia a Editorial Novaro.


El esquema comercial del programa era tan exitoso que, al igual que “Sube Pelayo” o “El Club del Hogar”, los anunciantes esperaban y pagaban lo que fuera por estar unos minutos en las manos vendedoras de Chabelo.


Desde En Familia quedaron selladas en la consciencia de una generación las marcas Troncoso, Avalancha, Apache, Ensueño, Futy Gom, Bubble Gumers, Montes y la palabra ya también registrada en el colectivo: la catafixia.


No se demerita el talento de jugar con el niño de Xavier López, en 1980 fue tal su éxito que estaba al aire en tres programas a la vez, En Familia, La Carabina y un programa de concursos nocturno que se llamó Más o Menos.

La mejor época de En Familia, sin duda, los 80s.

Aquí entre nos, una generación no puede negarse a que parte de ese éxito ochentero tenía que ver con las edecanes que auxiliaban al chicagoguanajuatense, que en nuestras pubertades además de los concursos no podíamos dejar de ver a esas chicas (nunca le digan a nadie que aún se recuerda a Cielo).


Y es que su sola presencia vendía, así lo tuvimos en pantalla anunciando spots de Pepsi en sus inicios y en los 90s, y en pleno éxito con Kool Aid, zapatos Exorcista, Gansito, Quesos de Chambourcy, chiclosos Montes, juguetes Ensueño, la campaña preventiva de abusos “Mucho ojo”, Duvalín (que te “obligaba a mandar tres tapitas por correo), Chocolate Express, Sonrics, Sabritas, Gamesa, Pan Bimbo, Vips, Sanborns, incluso sus propias marcas de calzado y juguetes con su figura de acción… entre otros.


Se fue Chabelo y aunque desde hace años su presencia en la TV ya no marcaba el inicio de los domingos, su partida señala físicamente el fin de una era de la televisión mexicana que marcó a millones de mexicanos en tres o cuatro generaciones. Nadie le quita ese mérito.


Pero Javier López también era un tranquilizador y pasa a formar parte de una lista integrada por Raúl Velasco, Jacobo Zabludowsky, Ernesto Alonso, Guillermo Ochoa, Roberto Gómez Bolaños, comandada por Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre” que tenía como objetivo, que ellos hicieran televisión para jodidos y de paso, facturar millones con la publicidad que tuvo que consumir la audiencia.

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