miércoles, abril 15, 2020

Tomás Setién, el mar de pláticas

Tomás Setién en imagen del 14 de marzo de 2020. 
Platicar con Tomás Setién era sumergirse en un mar de detalles que si te descuidabas, te veías anotando datos, no para verificarlos (bueno, a veces sí), sino para buscar el contexto completo de algo tan rico que en media hora, era como leer un libro.

Tenía una pasión infantil por los datos, por la escritura, pero particularmente por el disfrutar del momento, además era una fuente obligada para salir de dudas en el tiempo sobre deportes, el cine, la ciudad, la política y cualquier dato de cultura general.

No había un “chavo” Sub-40 que lo abordara para preguntarle sobre la jornada futbolera. “¿Cómo ve al Chivas don Tommy?”, “Volvió a perder el América ¿Qué opina?”, “Ahí van sus Pumas Tomás”. Y él se daba sus 5 a 10 minutos para tener un análisis que cualquier Fox Sports o ESPN aprovecharían.

Y cuando escribí que sus pláticas eran un mar, es porque era cierto y cualquiera que lo conoció no me dejará mentir. Pongo un ejemplo:

Un día me contó que fue a ver uno de estos programas triples que se daban en los cines, en particular en la Ciudad de México.

Me dijo algo así y está grabado: “fui al cine Gloria a ver las películas Los Vikingos de Kirk Douglas, El Jardín del mal con Gary Cooper y Susan Hayward que la filmaron en México y una en blanco y negro Jet sobre el Atlántico, a la mitad de Los Vikingos que dura dos horas y media, oí ruidos en la parte trasera del cine, al encenderse la luz vi a una familia completa, mamá, papá, los hijos, la abuela con una canasta gigantesca que estaban comiendo, muy amable me compartieron el menú que habían desgastado: sopa de tortilla, arroz con frijoles, mole y de postre chongos zamoranos”.

Yo me quedé admirado, no de la curiosa anécdota, no… sino que en un minuto, me había dado una clase de cine estadounidense de los 50s, recordó el cine donde las vio y de paso reveló su vena periodística porque le gustaba preguntar, aún antes de entrar a los diarios y sólo así pudo traer su memoria el curioso menú degustado ese día en aquel cine de la Colonia Roma.

Tomás, el cine y los Pumas.
Para él, los hechos reales casi todos tenían referencias cinematográficas y podían leerse en sus textos y en los detalles que había colocado en su memoria desde mucho antes que IMDB (Internet Movie Database).

En su trabajo, Tomás fue un periodista natural, aún a la antigüita cuyas herramientas eran su bolígrafo y papel y ahí lo veíamos con su periódico bajo el brazo y en él, hojas y hojas con sus apuntes.

Su amplio espectro de intereses no dejaba escapar más que lo contemporáneo y no del todo.

Era un bohemio… si se hablaba de boleros, tangos, rancheras o rocanrolitos no habían quien lo parara recordando intérpretes, compositores, frases y si se emocionaba, ya estaba cantando y lo seguía haciendo después de la charla.

Bastó un día preguntarle sobre el extinto Ron Batey para que su mente viajara a los tiempos de Paco Malgasto y trajera a su voz el jingle: “Córdoba, tierra del ron, del ron, del ron Batey, lo demás es lo de menos, lo que importa es ron Batey ¡Batey!”

Antes de llegar a los diarios, como estudiante en los 60s, entrevistaba gente, así como los comensales del cine a quienes les sacó el menú, fue entrevistador de novios en Chapultepec nomás por gusto y se iba a reportear a los campos de los Pumas donde hizo su primer entrevista que no le publicó nadie al DT de UNAM Alfonso “Pescado” Portugal.

En esos tiempos y de ahí el reforzamiento de su memoria, hacía críticas y crónicas que anotaba de las películas en los programas triples y si no veía las películas, estudiaba la cartelera en diarios como el extinto Novedades y estudiaba los repartos, los directores y los cines. Fue una esponja.

Un día desayunando comentó que al no poder dormir, hizo un ejercicio de memoria y recordó todas las películas de Luis Aguilar para sorprenderse y rematar con un “y sabes una cosa, las he visto todas”.

Lo asombroso es que ante la amenaza del recuerdo de una vieja cinta, era capaz de recordar el cine donde la vio y detalles del ambiente.

Su afición por Pumas lo hacían recordar las alineaciones por temporada, pero no sólo el futbol era el blanco de sus gustos deportivos, tenía también decenas de digas de memoria para el beisbol y los Diablos Rojos del México, que era su equipo por encima de Cafeteros y también muy metido en sus gustos, quizás la única discrepancia que tuve con Tomás, los toros.
Tomás, los Diablos fue su equipo de la LMB, claro, Cafeteros también.

Lo curioso es que, pese a que su padre buscaba en Tomás el talento de la mercadotecnia, él superó esto y se puso como objetivo ser periodista venciendo un reto que su mismo padre le puso.

“Ok, dedícate al periodismo, hazme una crónica de un juego que pase en la televisión”, lo retó.

Y Tomás lo hizo y contó: “le hice la crónica de un partido Pumas-Toluca que terminó en empate 1-1 con goles de Pereda y Enrique Borja”.

Recordaría un motivo fuerte, su mismo padre Domingo Setién Muñoz había sido colaborador en El Mundo de Córdoba con una columna titulada “Desde afuera del área” firmada por el pseudónimo Dosemú.

Ya entrado en el trabajo periodístico no hay forma de sintetizar la cantidad de personas a las que entrevistó entre estrellas deportivas y famosos del show business, tampoco la cantidad de tinta que se invirtió en sus columnas y notas diarias que igual abordaban las ligas locales que el análisis mundialista.

Disfrutó del cine hasta la última oportunidad, aunque fuera por Youtube.
Se negó a la edición, porque consideraba que “El amor al periodismo para mi es escribir”.

A horas de su muerte, Tomás falleció la madrugada de este martes 14 de abril, todo esto es una carga nostálgica muy fuerte sabiendo que ya no habrá más desayunos con Tomás, con quien pasé en estos últimos tres años muchas mañanas compartiendo el café, que no mostrará más su generosidad de hombre bueno, que no tendremos de él una pieza de pan más ni regalará la fortaleza de su voz para saludar con emoción.

Veinte días antes de su muerte lo vi emocionado viendo en YouTube la película Los Platillos Voladores de Adalberto Martínez “Resortes”, a quien entrevistó en una cafetería de la ciudad de México, donde el comediante le actuó una escena de Los Albañiles.

En esa última cita, dejando a un lado los temores al Covid-19, tuve la oportunidad de compartir un último abrazo y la alegría de ver a un gran amigo, excelente fuente informativa, un gran humano, un emocionado niño que quería seguir platicando lo que vio ejerciendo naturalmente su vocación de periodista.

Pero ya no está más y es muy triste saberlo.


Tomás Setién nació el 16 de noviembre de 1947.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que bello relato. Todo cierto.

Unknown dijo...

Hasta el cielo mi Tomy.