martes, diciembre 17, 2013

Las posadas que me tocaron...

"Niños pidiendo posadas", mural de Diego Rivera (1953).
Por estos días, hace uno 35 años, no había forma de escaparse a una tradición bastante arraigada en Poza Rica, Veracruz, como lo eran las posadas, cuya forma de festejarse nada tenía que ver con las celebraciones que se hacían en el centro de la República o con el paseo de "La Rama" jarocha.

Se cantaba casa por casa la búsqueda de asilo para "la virgen" María (perdón por el entrecomillado, pero no puedo evitar apelar a la ciencia que reclama contacto sexual para cualquier embarazo) y no era precisamente una fiesta diaria como sí lo es o era en otros lugares.

De niño me divertía mucho, por no decir muchísimo al llegar estas fechas.

Entre amigos y primos nos organizábamos, improvisábamos lámparas con una vela dentro de bote de
Lámpara para pedir posada en PR.
leche Nido agujerado y un alambre galvanizado (ver gráfico) y con cualquier caja de zapatos, un poco de heno y las figuras rotas de hace muchas navidades hacíamos el Nacimiento, que invariablemente tendría como destino ser un tipo de caja registradora.

Así, llegando el día 16 de diciembre y hasta el 23, la parvada de chamacos salíamos pasaditas las 18:30 o 19:00 si se nos hacía tarde, a cantar una curiosa letanía que mezclaba a los de afuera con los de adentro y tropicalizaba plegarias para José y su respetable familia.

El fin era ir casa por casa para hacer un tipo de colecta para acumular fondos para una fiesta previa a la Navidad que no siempre se realizaba.

Por las calles de Poza Rica y bajo ese cielo naranja iluminado por al menos una decena de quemadores distribuidos por la ciudad gracias a Pemex (QEPD), pequeños grupos de niños paseaban cante y cante iluminados por velas en una breve serenata ambulante llena de sonrisas y el deseo de juntar mucha morralla para comprar dulces en el mejor de los casos.

En Poza Rica el canto estaba estandarizado, era la letanía de los peregrinos y un poco, sólo un poco de la versión jarocha de "La Rama".

Empezábamos con la letanía de "los de afuera":

En el nombre del cielo,
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa amada...

Venimos rendidos
desde Nazareth,
yo soy carpintero
de nombre José...

Mi esposa es María,
la reina del cielo
y madre va a ser
del divino verbo...

No seas inhumano
denos caridad
que el rey de los cielos
se los premiará...

(Aquí el mismo grupo cantaba ¡lo que le correspondía a los de adentro!)

Entren santos
péregrinos, péregrinos,
reciban este rincón
que aunque es pobre
la morada, la morada
se las doy de corazón
cantemos con
alegría, alegría,
todos al considerar
que Jesús, José
y María, y María
nos vinieron a honrar...

(Llegando a esta estrofa se tropicalizaba la cosa y comenzábamos a cantar parte de "La Rama"...

Naranjas y limas,
limas y limones,
más linda es la virgen
que todas las flores...

En un jacalito
de cal y arena
nació Jesucristo
por la Nochebuena...

En un jacalito
de cal y basura
nació Jesucristo
por la noche oscura...

(Y al final nos poníamos pediches y chantajistas)

Denos denos denos
si nos han de dar
que la noche es corta
y tenemos que andar...

Y ya, nos callábamos a esperar que abrieran la puerta y nos dieran una moneda que se perdería en el heno del nacimiento... si esto no sucedía, de cualquier manera cantábamos una despedida que decía..

Ya se va la virgen
muy agradecida,
porque en esta casa
fue bien recibida...

A alguien se le ocurrió una despedida muy mala leche que decía:

Ya se va la virgen
llena de calambres,
porque en esta casa
están muertos de hambre...

Y, recuerdo alguna vez, que alguno de nosotros (juro por todas las esferas que rompí que no fui yo y tampoco fui yo el que le quemó el cabello a una prima) al ver que nos daban una moneda de 10 centavos, mezcló las dos despedidas, cosa que nos hacía salir corriendo:

Ya se va la virgen
muy agradecida,
porque en esta casa
están muertos de hambre...
Posadas muy diferentes a las que me tocó ver en la ciudad de México, donde niños y adultos salían en grandes grupos cargando los peregrinos a una casa previamente determinada y ahí intercambiaban cantos para que al terminar, se realizara la fiesta incluídos una piñata, la cena, ponche, buñuelos y la borrachera consecuente.

Hoy, no sé cómo son las posadas en Poza Rica, quizás ya nadie haga esas lámparas con botes de leche o simplemente, el tráfico impida que a los niños les den permiso de salir o peor, que ya nadie salga en la psicosis con razones reales y ficticias del robo de chamacos y los riesgos de la violencia organizada, salir de noche es inseguro hasta para los adultos.

Para estas alturas, es fácil pensar que si se trata de cantar, todos lo hagan en un karaoke o que desde casa y vía Skype, los grupos paseen por espacios virtuales para ver si alguien les deposita vía Pay Pal o Bitcoin...

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