La de hoy es de esas que dejan comprimido el corazón y deprimido a uno.
Lo anuncia: "se murió el cazador de cocodrilos". Y De Tocho piensa con coraje, "le tenía que pasar", y digo, "tenía que ocurrir tarde o temprano". El cuate se extasiaba jugando con mambas, con cobras, con cocodrilos, con dragones de Komodo, con tarántulas.
Me dio coraje como cuando a alguien se le dice "te lo dije".

No era un personaje común. Transmitiendo ese sentimiento se encumbró como héroe particular de miles que, pese a las fobias, podíamos ver una hora o más la "cotidiana" actividad de agarrar víboras venenosas.
Pero no hay más aventuras. Una mantarraya, increíblemente, le dio un aguijonazo en el corazón.
¡Una mantarraya!.
De las mil posibilidades a las que se enfrentó tuvo que haber sido en esta, donde quizás no tomaba precauciones, porque no se requerían, en la que sucumbió a los efectos de la espiga que tienen en la cola las rayas. Vaya suerte.
Ni modo. De Tocho, el televidente, está triste, queda el consuelo de los videos y esa pasión y asombro que Steve Irwin transmitía al difundir su acercamiento con la naturaleza.
La naturaleza de Irwin por la muerte de un cocodrilo
2 comentarios:
Qué manera de trascender... su amor por la naturaleza podrá ser sentido por las próximas generaciones. El hombre cumplió su misión.
Steve Irwin de verdad amaba a los animales no humanos, se fue haciendo lo que le gustaba.
Ahora nuestro reto es ayudar a la conservación de los animales que tanto quería, que no sean cazados ni exterminados.
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Carlos
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