Regresa el músico británico a escenarios mexicanos tras nueve años de ausencia
Todo empezó con un Hello y acabó en The End, y entre el saludo y la despedida, Paul McCartney encendió el escenario y contagió a un público que lo sorprendió con miles de luces que redondearon la noche.
El inicio del viaje apareció entre actores de un performance que entrenenían a un público divertido por sí mismo gracias a las olas humanas y a pelotas de colores. A las 20:15 de la noche, una pantalla que proyectaba la silueta de sir McCartney levantando su bajo despertó el alarido de los 18 mil espectadores que llenaron al tope el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México.
Paul McCartney regresaba a los escenarios mexicanos tras nueve años de ausencia ataviado con una playera bicolor, roja y blanca, pantalón de mezclilla, zapatos negros y un saco guinda que se transportaba al azul en las pantallas gigantes.
El inglés comenzó con la clásica beatle Hello goodbye y se desplazó al tiempo de Wings con Jet, luego dio marcha atrás para sacudir las bocinas con All my loving y marchar adelante nuevamente con Getting better, Coming up y Let me roll it.
Por ningún lado aparecieron los 60 años del músico que lucía apenas cambiado comparado con las escenas en blanco y negro que mostraron pasajes de su presencia en The Beatles.
Con Lonely road se despojó del saco para no ponérselo más. Así continuó con Driving rain y se trepó a una plataforma para tocar el piano en Your loving flame.
Concluyó así la primera etapa del concierto. La siguiente fase fue una reunión íntima entre el caballero inglés y los miles de fans que mantenían vibrando el domo de cobre.
Paul, sólo y sus guitarras, interpretó Blackbird, Every night y We can work it out. En la fase acústica miles de asistentes sacaron su encendedores para dar más luz a la noche que terminó sorprendiendo al músico.
El ex Beatle abandonó las cuerdas para interpretar frente a un teclado eléctrico Carry that weight y The fool on the hill.
Llegó entonces la nostalgia y los homenajes. A su amigo John le dedicó con su guitarra Here today, y a George, Something haciendo sonar un ukulele.
Después regresaron los músicos para hacerle coros en Eleanor Rigby y Here, there and everywhere.
La noche crecía y el ánimo cada vez hacia retumbar con más fuerza el escenario mientras McCartney seguía viajando en el tiempo entre los Beatles y Wings, recordando los buenos tiempos del cuarteto y agradeciendo las miles de luces que lo sorprendieron desde las butacas.
El clímax llegó entre explosivos que acentuaban la fuerza de Live and let die y el ambiente fue idóneo para la interpretación de Hey Jude con un final prolóngadísimo reforzado por las miles de gargantas que cantaban a la orden de los acordes de Paul golpeando el teclado. "Suenan tan dulces esta noche", agradeció.
El inglés comenzó con la clásica beatle Hello goodbye y se desplazó al tiempo de Wings con Jet, luego dio marcha atrás para sacudir las bocinas con All my loving y marchar adelante nuevamente con Getting better, Coming up y Let me roll it.
Por ningún lado aparecieron los 60 años del músico que lucía apenas cambiado comparado con las escenas en blanco y negro que mostraron pasajes de su presencia en The Beatles.
Con Lonely road se despojó del saco para no ponérselo más. Así continuó con Driving rain y se trepó a una plataforma para tocar el piano en Your loving flame.
Concluyó así la primera etapa del concierto. La siguiente fase fue una reunión íntima entre el caballero inglés y los miles de fans que mantenían vibrando el domo de cobre.
Paul, sólo y sus guitarras, interpretó Blackbird, Every night y We can work it out. En la fase acústica miles de asistentes sacaron su encendedores para dar más luz a la noche que terminó sorprendiendo al músico.
El ex Beatle abandonó las cuerdas para interpretar frente a un teclado eléctrico Carry that weight y The fool on the hill.
Llegó entonces la nostalgia y los homenajes. A su amigo John le dedicó con su guitarra Here today, y a George, Something haciendo sonar un ukulele.
Después regresaron los músicos para hacerle coros en Eleanor Rigby y Here, there and everywhere.
La noche crecía y el ánimo cada vez hacia retumbar con más fuerza el escenario mientras McCartney seguía viajando en el tiempo entre los Beatles y Wings, recordando los buenos tiempos del cuarteto y agradeciendo las miles de luces que lo sorprendieron desde las butacas.
El clímax llegó entre explosivos que acentuaban la fuerza de Live and let die y el ambiente fue idóneo para la interpretación de Hey Jude con un final prolóngadísimo reforzado por las miles de gargantas que cantaban a la orden de los acordes de Paul golpeando el teclado. "Suenan tan dulces esta noche", agradeció.
Con esa imagen, el británico dio el primer final al concierto y se separó por primera vez del público que no tardó en pedir más música. Daban las 22:30.
Tras una pausa la petición fue escuchada por el protagonista que regresó agitando una bandera mexicana y portando un sombrero de charro. Así dio un segundo final estrictamente beatlemaniaco; vinieron entonces The long and winding road, Lady Madonna y I saw her standing there.
La gente pidió más y el remate apareció con Yesterday acompañado por la guitarra que usó en la legendaria presentación con Ed Sullivan, y con la fusión de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y The end.
Paul McCartney concluyó así el primero de tres conciertos que efectuará para los fans de su "querido México", mismos que en el reencuentro le iluminaron la noche al ritmo de sus creaciones.
Publicada la noche del 2 de noviembre del 2002, en El Universal Online
1 comentario:
No puedo creer porque muchas personas dicen q MCcartey ya falleció y q el q lo sustituyo a el, fué William pero nose porque dicen eso si yo lo vi en la tele el año pasado.
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