Desde política hasta los dibujos animados, para las serias reflexiones y el relajo que tranquiliza la conciencia, va como dice el dicho, "de tocho morocho"
Hoy,
en su gustada sección "Cosas que a nadie le importan", presentamos "Qué
mala onda que se muera gente que antes no se moría": de chavo, por
ahí de los 10 u 11 años, curioseando en los útiles de un primo secundariano encontré
un libro bastante choncho que tenía descansos y nombres desconocidos
para mí, Baldomero Lillo, La Gallina Degollada, Macario, Juan José Arreola, etc etc... y
un título atrapó mi atención "Cuál es la onda"... quizás porque me
hablaba en un lenguaje chabacano sin complicaciones ni rebusques, me enganché y lo leí... era la historia de una bella chica que se creía fea y
un baterista... el texto había sido escrito por un cuate que
le gustaban los juegos de
palabras y oh, palabrotas... nunca las había visto en un libro, cuándo se había visto eso porque a mi edad lo único que conocía era Aquel caracol y salpicaduras de
Juan José Tablada, Gabriela Mistral, Julio Cortázar, entre otros y canciones populares mexicanas que leía en los libros de lectura de la SEP... ¿¡What!? ¡La palabra seno! ¿El baterista le agarró un seno a la niña del cuento?... y esto
de Mabelle ¿Es por Los Bitles?.... el choncho libro no era otro que el
Cuento Hispanoamericano de Seymour Menton que no era otra cosa que un
compendio... del cuento hispanoamericano.
Además de la temática que me
había atrapado, el autor de "Cuál es la onda" tenía así como nombre
compuesto de cantante pop tipo Juan Gabriel, Roberto Carlos o Manuel
Alejandro... su nombre, José Agustín, sin duda me enamoré de Requelle
Mabelle en el cuentote y leí más... muchos años después de haber
descubierto el hielo, adelantando el reloj como dos décadas y trabajando
como reportero/editor de un suplemento cultural, me asignaron a buscar
una entrevista con el Juan Gabriel de la literatura, el mismisísímo José Agustín, que
tenía una conferencia en un teatro de una ciudad de cuyo nombre me
acuerdo perfectamente.
Corrí al escenario de la cita donde me dijeron
que el susodicho escritor y fumador no estaba, que se había ido a los
portales de Córdoba (¿Vieron que sí me acordé del nombre de la ciudad?) y como el recinto estaba a media cuadra caminé y solitario, echando humo y
aspirando vapor de café estaba José Agustín, viendo a la nada y disfrutando de la tarde por ahí de las 5 pasado meridiano.
Yo, más directo que el tramo de la Línea 2 del Metro entre las
estaciones San Antonio Abad a Pino Suárez y con menos tacto que un
trabajador de rastro le dije "Señor José Agustín ¿Me permite
entrevistarlo?". Contrario a lo que cualquiera pudiera responder como un
"tú qué, quién eres, no me estés molestando chavo o sáquese perro", no qué va, extendió la
mano en señal de "chenche no canche", me saludó con la misma y me
dijo "Qué bueno, porque me estaba aburriendo"... después platicamos largo
y tendido porque le habían aplazado la conferencia y no le habían
avisado así pasó la tarde y las penumbras asomaron por esos portales históricos...
El caso del ocaso es que el autor de aquel cuento que había atrapado mi
atención 20 años atrás no solo era generoso con las letras sino con la
gente, su amplia sonrisa se llenaba de humo y disfrutaba de su propia
plática, tendría que regresar a la hemeroteca para recordar un poco por dónde transcurrió la entrevista, pero sí recuerdo que me habló de la evolución de la literatura y la libertad... y de que el mundo se iba a acabar en 2024... no, esto último lo inventé...
José Agustín era el mismo cuate de esos libros de los que hasta salían
colores y olor a petate quemado, el mismo que era bastante desenfadado
al salir en TV y hablar de música, libros y el acontecer del país... el mismo que revisaba las décadas de un México que padecía de sus gobiernos... ya habían pasado muchos años de que el autor se había vuelto referencia y quizás sí lo sabía y hasta se
había vuelto un cliché en la historia literaria de Latinoamérica...
Terminando
la chamba/diversión acudí a la plática colectiva de la que ya no
recuerdo nada y terminé la jornada con el deber cumplido... luego
escribí a dos planas para ese suplemento cultural... y lo que son las cosa, no hubo selfies porque no había teléfonos inteligentes y los que existían aún no aprendían a fotografiar.
Ahora pienso que antes de hoy, lo leí hasta La Tumba y recuerdo qué buena onda fue ese autor de 'Cuál es la onda' y qué
mala onda que se haya muerto.. me sacó de onda"... ya tantán...
Descansa en paz José Agustín.
Por estos días, pero antes de que llegaran las posadas, hacia mi aún cercana infancia (si consideramos la cronología del hombre) y primeros rubores juveniles, los mercados se llenaban de colores y ruidos, se inundaban de sabores y aún, al menos en los estados, el comercio no estaba acaparado por los supermercados y sus superpoderes, el centro de las necesidades "despensales" era la Carnicería La Estrella, Miscelánea Las Flores, Verdulería y Frutería Doña Lupe, Sombreros Mi Ranchito y Quesería Don Rutilo, entre otras (los negocios pueden variar de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad)... pero, para los imberbes como yo, había un negocio que se volvía el blanco de atracción porque me permitiría transmitir ciertas emociones y deseos y ese negocio solía ser la papelería, que en mi caso era en cosas llamadas Campos (que se caracterizaba por ser hipercarera) o la Cirsa...
Hay que poner en contexto que por los años 70s y 80s, la tarjetería no era cosa comercial sino más bien una costumbre elitista que se concentraba en las imprentas ya que las tarjetas de XV, bodas o bautizos se personalizaban (aún) y las que podían venderse comercialmente eran muy caras, básicamente porque no había costumbres arraigadas de mandar tarjetas por ejemplo de Día del Amor, salvo que hubiera un compromiso, lo que sí estaba muy arraigado era el envío de postales, pero eso merece otro post…
Regresando a los tiempos preposaderos, era ese momento que las papelerías abrían un pequeño espacio para venderlas en masa. Y ahí sí, había muchas y de diversos tipos aunque casi siempre muy repetidas, grandes y elegantes con sobres bordados en dorado o plateado, con relieves, con diamantina, etc... pero los chavos que teníamos un amplio espectro social y una lista mínima de 50 compañeros de salón nuestra opción era unas pequeñas tarjetitas que apenas tenían el tamaño de una caja de cerillos o "fóforos" como dicen los españoles.
Las tarjetas eran ridículas pero cumplían con el fin... una portadita con una imagen navideña, con algún nacimiento, una virgen cargando a un bebé, una noche con estrella iluminando a tres beduinos, un pinito navideño, algún intento de paisaje nevado o hasta un Santa Claus, que por mis latitudes nunca fue bien visto.
Dentro de la tarjeta, el vacío total, excepto por dos conjunciones escritas de la siguiente manera.
DE______________
PARA____________
Las rayitas venían incluídas.
Como en esos tiempos no había becas del Bienestar nos teníamos que conformar con robarle unas monedas a nuestros padres o de plano hacer un esfuerzo supremo y morderle a nuestro presupuesto de los pasajes.
Así, con nuestras 10 tarjetitas “deapeso” venía la parte difícil, elegir los nombres a quienes se les entregarían… qué labor… casi todo quedaba en el encantador círculo que habíamos consolidado en un círculo candoroso de amistades limpias y puras que sólo compartían pláticas del futuro, intimidades ruborizadas sobre los incipientes romances, filosofías juveniles y muchísimas ideas estúpidas e inmaduras que terminaban en carcajadas por montones.
Cuántas tarjetitas de esas habré regalado, cuántas habrán terminado colgadas de un pinito, ah porque esas tarjetitas invariablemente tenían un pequeño hilo atado al borde… ¿Cuántas estarán quizás guardadas?… ¿Alguien habrá guardado alguna de mis tarjetas? (Escuchar aquí la música introductoria de "La Dimensión Desconocida")
De mi parte, recibir una tarjeta en primaria o secundaria era todo un elogio, sin importar quién la entregaba, era un poco como las cartas de los adultos… siempre decían tanto, revalorizaban a las personas aunque eso quedaba sólo como un concepto personal casi siempre equivocado.
El caso es que esas tarjetitas siempre eran un preámbulo de una feliz Navidad, y más cuando además de resolver el cuestionario “De, Para”, venía un extra del tipo “Que pases muy bonita Navidad, Que tengas feliz Navidad con toda tu familia, Feliz Navidad para toda tu familia” o un simple “¡Felicidades!”.
Qué tiempos... a propósito, ¡Feliz Navidad!… ya tantán.
Acabo de escuchar un par de veces Now and then de The Beatles… apagué todo y me puse a escribir…
Es una buena pieza, para la multiplicada promoción que se le dio (como era de esperarse), cumple con el propósito, me gusta, pero tengo muchos peros…
No la sentí una canción 100% beatle, de hecho, creo que quedó muy lejos del 98% que alcanzaron a ser los últimos dos esfuerzos que se hicieron en 1994/95 con Free as a bird y Real Love…
Now and then no me acercó en nada a las emociones que me despertó Real Love que tiene todo el encanto beatle de los 60s.
Pero no se crea que desestimo todo el esfuerzo que hicieron, todo el talento del gran Peter Jackson, las maniobras del genial Jeff Lynne, lo que habrá hecho Ringo, sin duda lo que habrá aportado musicalmente Paul y quizás los hijos de John y George.
No, me pesa escuchar Now and then porque es una despedida, la última de las últimas despedidas, además muy forzada, sobretodo por la ausencia de George. Esta vez no fue simplemente la ausencia de John que “se fue a tomar un café” y había dejado su parte grabada.
No, George simplemente no participó en la pieza ya que toda la guitarra del Quiet Beatle es pedacería de los kilómetros de cinta que guardan del cuarteto, el documental de Jackson lo explica.
Ante esa ausencia y el paso del tiempo, me hace pensar en un bye forever… un adiós ya definitivo, porque también la biología cuenta y si repasamos a todos los protagonistas de la historia Beatle, nos daremos cuenta que todos están desapareciendo… ahí tenemos la lista desde hace varios años. Epstein, Preston, Shankar, Aspinall, Sheridan, Martin, Lennon, Harrison y otros tantos nombres que estuvieron ligados al grupo. Y Paul y Ringo ya difícilmente podrían cargar con el 50% del peso de otra rola más de The Beatles, no presagio nada, es biología.
La otra perdida de encanto obviamente tiene que ver con la participación de la inteligencia artificial, que si bien por un lado nos permite el rescate de un viejo cassette para convertirlo en alta fidelidad con voces de muertos, me hacen pensar un poco en los dinosaurios de Jurassic Park cuyo ADN fue rellenado con la genética de las ranas.
Y qué ironía, cuando en 2003 salió el LP Let it be… naked, McCartney argumentó que lo liberó de toda la carga electrónica que le aplicó Phil Spector (también fallecido) y hoy Paul es el más entusiasta del uso de los avances tecnológicos.
Musicalmente Now and then no me impacta, me sorprende un poco de repente escuchar esos entornos armónicos y orquestales de A day in the life. I am the Walrus, Because o Let it be así como los coros también digitalizados de las ya cansadas voces de Paul y Ringo. Pero, de no ser porque sabía que todo era “beatle”, quizás la pieza sería una balada más, muy popera para mi gusto, pero también hay que entender que nació en 1977.
El inicio me parece muy Paul… la parte central sí suena a Beatles y las frases, evidentemente son muy de esa suavidad repetitiva de las piezas lentas de Lennon.
Parece un poco la prolongación de Here today de McCartney que le dedicó a John en el 82, mucho más literaria que Now and then… incluso creo que podría ser la precuela.
Por eso no siento Now and then como una canción completa del cuarteto, es una buena balada, aunque plana, es un gran esfuerzo musical de Apple y de los interesados que giran en la órbita empresarial beatle.
Sí escucho una buena rola de John Lennon… y también escucho una pieza que podría estar integrada en alguno de los exitosos LPs de Paul McCartney, incluso, sería un gran éxito de solista de George o Ringo… pero no termino por escuchar una pieza homogénea del cuarteto de Liverpool.
Quizás no la he escuchado lo suficiente, quizás me aventé como El Borras a escribir irresponsablemente queriendo evitar la emoción de la nostalgia por saber que es una despedida y de ver como Los Beatles simplemente ya están pasando a ser un recuerdo para los “viejitos”…
La historia de otros lados de repente puede llegar por las vías menos oficiales, es el caso de la cubana. Ojo, lo siguiente es breve y revisado muy superficialmente.
Para quienes han escuchado La Tremenda Corte, oír la fecha 20 de Mayo parece que es cosa de cualquier fecha, pero acarreaba hasta 1958 un significado intenso que la misma historia que “los ganadores” se encargaron de cambiar.
En esas emisiones radiales se elogiaba a la fecha por ser la que marcaba la Independencia de Cuba, era, lo diría el Señor Juez a Tres Patines, una "Fiesta Nacional", aunque al preguntarle si sabía lo que era el "20", José Candelario le contestó "gato fino" en referencia al juego ilegal de "la bolita". Rudecindo también recuerda la fecha con la mención aplatanada de "el 20 de ma'o".
La bandera cubana finalmente izada en El Morro para marcar el inicio de la independencia de Cuba.
Pero, regresando a este pasaje superficial de la historia, esa fecha marcaba el inicio de Cuba como República, nacía un gobierno libre, en ese entonces, 1902, en manos de Luis Estrada Palma.
Cuba, había sufrido de intervenciones que la tuvieron siempre en la palestra como un territorio ambicionado por su posición estratégica, su riqueza y potencial turístico. Había sufrido invasiones de piratas, también de fuerzas británicas, francesas y hasta haitianas, pero la dominante fue la española, que cubrió con sus colonia a casi todo el continente americano.
Así, habían pasado hasta ese 1902 cuando gracias a la siempre condicionada ayuda de los Estados Unidos, finalmente llegó la “independencia”, pese a la manipulación que les permitió a Washington una presencia legal y física en la Isla.
Prueba de ese abuso fue la retención, a la fecha, de la esquina Oriente de Guantánamo, hoy base militar de los estadounidenses.
Arrío de la bandera estadounidense el 20 de Mayo de 1902.
El caso es que eso les permitió que en 1898 las cosa comenzaran a cambiar y que cuatro años de intervención estadounidense y tres décadas de lucha insurgente contra el Gobierno colonial de España el 20 de mayo de 1902 Cuba pudiera hablar de libertad, con todo y algo llamado Enmienda Platt, que era precisamente esa garantías que exigía Washington.
En esa fecha ondeó la bandera cubana sola en el Castillo del Morro de La Habana y el país inauguró un Gobierno al mando de Luis Estrada Palma y estrenó un Congreso independiente. El Morro, que es una referencia regular también en La Tremenda Corte.
La fecha de la independencia se ganó el reconocimiento popular, una calle y el recordatorio de que la libertad es posible.
Luis Estrada Palma, primer Presidente de Cuba.
En los programas de La Tremenda Corte se escucha siempre festivo el recordatorio del 20 de Mayo, sin embargo, llegado el régimen de Fidel Castro, el discurso revolucionario borró el festejo y transformó la fecha de la llegada de Estrada Palma como una calamidad.
La fecha había sido, dicen los historiadores castristas, un desastre.
Lo que era una celebración nacional comenzó a ser una fecha de desgracias e incluso de vaticinios porque aun hoy en la isla se advierten tragedias con la frase “te cayó un 20 de mayo”, refrán que hoy el exilio cubano desea borrar.
El caso es que el sector pro revolucionario siempre tuvieron repudio a la fecha porque le atribuían que no se había alcanzado la independencia plena no sólo con el desastre de Estrada sino con la permisividad hacia Estados Unidos.
En una nota de la agencia EFE en 2022, citan al periodista y ex prisionero político cubano Pedro Corzo del Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo: “Es una manera de demonizar a la república y en eso se confabularon muchos de los periodistas más notables del exilio en 1959”.
Agregó, ”el totalitarismo castrista ha pretendido convencer a los cubanos de que el acceso a la independencia nacional se produjo el primero de enero de 1959, pero esa es una afirmación falsa que tiene que ver con su política de refundación nacional", explicó a EFE.
De hecho, el 20 de Mayo no fue la única efeméride vilipendiada, sino borrada del calendario oficial cubano y hoy pasa de voz en voz como el vaticinio de una tragedia.
Punto aparte y para mayor información, sugiero la serie Cuba Libre que puede verse en Netflix, ya que este ligero pasaje, es solo uno de los puntos en la tragedia que ha sido y sigue siendo la historia de la isla.
No sé cuántas veces habré escuchado el volumen 1 de Polo Polo en el año de 1986, justo cuando en México salíamos de las emociones del Mundial 86 y seguíamos en una crisis que fincó las bases para la destrucción de un país que merecía mejores gobernantes.
Perdón, pero es inolvidable no recordar las preocupaciones familiares de aquellos gobiernos priistas. Regresemos a Polo Polo: además de aquellos viejos éxitos en una vieja Panasonic Rx-1660, aquel show de comedia me parecía increíble por tener a mi alcance una grabación tan desenfadada, abierta, directa y para esos tiempos inverosímil.
La primera vez que lo escuché no sabía quién era Polo Polo, no sabía si lo que estaba escuchando algo clandestino (aunque era clara la marca Mussart), no sabía si alguno de mis cuates lo había grabado a escondidas…
La vieja Panasonic Rx-1660, horas y horas de sana diversión,
El caso es que ese viejo cassette transparente me divirtió mucho, en cosa de humor nadie duda que rompía con los esquemas de los comediantes ñoños de la televisión, que por aquellos tiempos estaba acaparada por las dos cadenas nacionales, particularmente por Televisa.
La grosería hasta ese momento era cosa de adultos, pero adultos, mayores de 30 años, sólo aptos para aquella Clasificación D, al menos la cultura general tenía muy claras las líneas marcadas del lenguaje, si entre secundarianos a principio de los ochentas, la grosería era cosa de grupos, con Polo Polo llegando el 86 se rompió el esquema y se abrió en términos de comunicación cotidiana. El “güey” se multiplicó y disimular un “hazme el fabrón cavor” nos abría la puerta para liberar más nuestro mexicano ánimo malhablado.
En lo personal, ya habían llegado algunos productos “solo para adultos”, alguna picardía exagerada, pero nada de groserías que fuera el eje de las grabaciones. Incluso aplaudía algunos párrafos de José Agustín jugueteando con la onda de las palabras.
Antes había escuchado a un tal “Don Marino y el otro” que más que chistes eran canciones humorísticas, tipo “El tango del perro”, también recuerdo haber escuchado el LP de Los Chistes Prohibidos de Raul Vale con mucha picardía, los discos de Chava Flores que reflejaban más humor popular, pero si hubo algo que se acercaba a lo que hizo Polo Polo fueron Chaf y Queli (Jorge Wals Schaff y Luis Queli) y sus insuperables producciones en la disquera Diablo.
Don Marino y el otro cantando el Tango del Perro.
Recuerdo muy bien el momento en que en la casa de unos tíos esos los elepés de los albureros Chef y Queli me hicieron morir de la risa aún cuando no terminaba con entender esa vorágine de palabras que ocultaban un montón de referencias sexuales, principalmente homosexuales.
El caso es que después me enteré que muchos más habían grabado discos de humor como Tin Tan, Viruta y Capulina, Los Xochimilcas, Los Tepetatles, así como ese autor ya mencionado de la cultura popular llamado Chava Flores, pero Polo Polo rompió el esquema se acercaba mucho a lo que yo me imaginaba era el teatro de revista con un solo personaje en el escenario.
No se trataba de hacer un sketch, no se trataba de utilizar el lenguaje cantinflear y meterse los vericuetos de los malos entendidos y de las palabras con chiste o doble sentido, no Leopoldo Roberto García Peláez Benítez (1944-2023) se metió de forma directa a la grosería que hoy parece cosa de infantes.
Sus primeros dos discos fueron bastante mesurados hablando con la grosería cotidiana y con infecciones que después era muy común identificar quien había escuchado ya varias veces esas grabaciones, porque muchos de nosotros comenzamos a utilizar el tono pícaro del comediante.
Además, Polo Polo aterrizó en un muy buen tiempo cuando el cine de ficheras era el estelar que todos queríamos ver, pero que nadie decía ver.
Lo que muchos de nosotros conocimos en pantalla con el Caballo Rojas, Luis de Alba, Alfonso Zayas y otros no llegó a ser tan divertido como esos 40 minutos de show en vivo porque las historias que contaba Polo, que no eran otra cosa más que un chiste corto prolongado nos llevaba más allá de la historia erótica con algunas groserías innecesarias, pero bien usadas.
Con el tiempo, y como todo, Polo Polo comenzó a desgastar su fórmula y a sufrir los estragos del tiempo, además de ser además de perderse entre todas las tendencias y comenzó a atomizarse hasta caer en las manos de la TV y descafeinarse, mientras sus chistes también menguaron más allá de los años 91-92.
Al final de su vida fue triste pensar que una mente prodigiosa que jugaba durante 40 minutos se fuera diluyendo y olvidara el inolvidable viaje a España, la visita al hipódromo, el picnic sin abrelatas o el chiste sin chiste de la gallina que pedía más comodidad para poner los huevos a un Dios mal hablado que se hartaba de las quejas sacándolos de su oficina diciéndoles “ya, a chingar su madre”.
Qué bueno que no vimos a Polo Polo sin memoria, sin sus recuerdos, sin su vida, sin la cruel, muy cruel evolución del cerebro que deriva en el Alzheimer o la demencia senil.
Polo, ya, se fue a la goma, piró, chingó a su madre y en fin se marchó y esperemos que junto que junto con otros tantos mexicanos regrese la brillantez de su memoria y lo esté disfrutando donde haya ido a parar el cabrón y que esté de malhablado como lo escuché no sé cuántas veces en una vieja grabadora Panasonic.
II
La única cara del éxito de López Tarso
Ignacio López Tarso(1925-2023) basó su éxito en una sola pose, él no se preocupó mucho en darle tantos matices a sus personajes, su voz de puchero y su rostro vacío fueron suficientes para darle las bases de su talento, le caían los personajes y él los volvía López Tarso.
No demerito el talento y la capacidad del actor, simplemente estuvo en los papeles ideales, no me imagino a alguien más como Macario, como el mudo Adán, como Dionisio Pinzón, como Fulgor Sedano, como el General Jiménez o como el asesino Mimí, todos tienen la misma actitud de personaje sorprendido de voz arrastrada y enfadosa, hasta para los corridos.
Era como ver siempre a López Tarso vestido de manta y cargando leña en todos sus papeles, aún en los urbanos o hurgando en los restos de un avión accidentado. Es curioso que esa horizontalidad tuviera éxito para hacer indígenas que no eran indígenas y hombres citadinos que tampoco lo eran, sino que eran muchos López Tarsos.
Algo tenía el López Tarso de esa época que convencía sin tanto adorno actoral. Parece que tuvo más libertad en su papel de militar en La sombra del caudillo.
No hay quien pueda suplir a un Macario con ligero acento indígena forzado para convencernos de que el personaje de B. Traven no podía tener otro rostro, igual no imagino a otro que le pusiera trampas a Evodia (Aurora Clavel) en su fragmento de El soplador de vidrio Hilario en Los amantes fríos.
Tampoco nadie podría aspirar a ser el papá de Titino y soñar con que hablara en su desesperación por querer ser padre y verlo crecer hasta sentirse cuidado.
Nadie pudo hacer mejor un papel carroñero en la sierra como tampoco nadie fue tan buen asesino como el Profeta Mimí o como jefe de una mujer imaginante en Días de Otoño.
Sin ser Macario, parece que sí lo era en El Gallo de Oro y tan buen actor era que la escena devorando unos nopales navegantes me los antojó, a pesar de que a mi no me gustan los nopales.
Con ese tono de enfado, siempre de anciano amargoso, sus corridos revolucionarios sonaron muy bien e incluso la TV lo catapultó en discos que tuvieron mucho éxito hasta ser el blanco de las imitaciones de Héctor Kiev por años en el Noticiario 24 Horas. Se dice que López Tarso deploraba esas imitaciones de su parodia llamada Tacho López Cuarzo.
Otro más que se fue tras 98 años de vida, sin tanto escándalo, pero sí como líder sindical de actores que llevó marcado en su pecho las siglas del PRI, literalmente, hasta su muerte.
III
Chabelo, el gran niño vendedor
El personaje de Francisco Javier López Rodríguez (1935-2023) llamado Chabelo fue un gran niño que vendía.
Aunque sé que muchos valoran la figura de Chabelo por el legado de diversión que dejó, su papel de distractor es en la vida del país su claroscuro, sin demeritar que lo primero fue fundamentar para lo que en lo personal debió ser su gran éxito… un vendedor ejemplar cuyo secreto debería ser público.
Si bien su papel apareció circunstancialmente, Xavier López supo que llegando a su vida la Pepsi Cola también llegaba la clave de su carrera.
Nadie puede poner en duda de que un personaje bien definido es fundamental para el éxito de un actor o una marca y Chabelo lleno ese nicho único destinado en los tiempos que la publicidad aparecía de forma silvestre, en una época cuando todas las formas de hacer marketing eran novedosas y que garantizaron ventas con un chamacote de pantalón corto, calcetas, zapatos blancos y una camisa que para cualquiera sería un ropón.
Qué trancazo… el primer niño de la televisión y el cine mexicano… quizás el único que pudo ser un niño superdesarrollado haya sido Germán Valdés “Tin Tan” en El niño perdido… fuera de eso nadie más pudo interpretar a un infante con más de 20 años de edad.
Antes que ellos, los niños exitosos eran realmente niños, Evita Muñoz “Chachita”, Freddy Fernández “El Pichi”, Angélica María, María Eugenia Llamas “La Tucita”, Cesáreo Quezadas “Pulgarcito”, Ismael Pérez “Poncianito” hasta Margarito Esparza Narváez “Margarito” y otros con éxito menor.
Chabelo, con el paso de las décadas desde los años 50s.
Luego vinieron muchos chamacos para el cine y la TV que degeneraron hasta verlos envejecer tristemente como el elenco de Roberto Gómez Bolaños o cosas aberrantes forzando el humor en los salones de clases televisivos de Jorge Ortiz de Pinedo.
Pero, regresando a Chabelo, su talento fue único, es decir, explotó todos los matices de un niño abusivo y abusado, con sus berrinches, su picardía, su llanto chantajista y su evidente superidad física sobre los adultos.
Son inolvidables sus apariciones en algunas películas como Viaje a la Luna o La princesa hippie… y tampoco podrán dejar de recordarse su presencia entre los dementes de Alejandro Suárez, Manuel “Loco” Valdés, Héctor Lechuga y Guillemo Rivas “El Borras”.
Para verlas más de una vez, sí vale la pena buscar Autopsia de un fantasma, Bang Bang y al hoyo, El Extra y El Aviso Inoportuno.
La Carabina de Ambrosio no es La Carabina de Ambrosio sin Pujitos, Guillo El Monaguillo o el niño tragicómico de Mercado de Lágrimas.
Se acomodó a todos los patiños, principalmente a César Costa así fuera sacerdote, su ventrílocuo o el papá Panda que siempre le matizaba la gordura con eufemismos.
Pero, no se puede olvidar que fue como muchos integrantes de Televisa un papel anestesiante, parte del elenco de Emilio Azcárraga Milmo que hacía televisión para jodidos.
En Familia, fue más que un programa para divertir, un gran comercial desde su nombre, ya que el EN de En Familia era una referencia a Editorial Novaro.
El esquema comercial del programa era tan exitoso que, al igual que “Sube Pelayo” o “El Club del Hogar”, los anunciantes esperaban y pagaban lo que fuera por estar unos minutos en las manos vendedoras de Chabelo.
Desde En Familia quedaron selladas en la consciencia de una generación las marcas Troncoso, Avalancha, Apache, Ensueño, Futy Gom, Bubble Gumers, Montes y la palabra ya también registrada en el colectivo: la catafixia.
No se demerita el talento de jugar con el niño de Xavier López, en 1980 fue tal su éxito que estaba al aire en tres programas a la vez, En Familia, La Carabina y un programa de concursos nocturno que se llamó Más o Menos.
La mejor época de En Familia, sin duda, los 80s.
Aquí entre nos, una generación no puede negarse a que parte de ese éxito ochentero tenía que ver con las edecanes que auxiliaban al chicagoguanajuatense, que en nuestras pubertades además de los concursos no podíamos dejar de ver a esas chicas (nunca le digan a nadie que aún se recuerda a Cielo).
Y es que su sola presencia vendía, así lo tuvimos en pantalla anunciando spots de Pepsi en sus inicios y en los 90s, y en pleno éxito con Kool Aid, zapatos Exorcista, Gansito, Quesos de Chambourcy, chiclosos Montes, juguetes Ensueño, la campaña preventiva de abusos “Mucho ojo”, Duvalín (que te “obligaba a mandar tres tapitas por correo), Chocolate Express, Sonrics, Sabritas, Gamesa, Pan Bimbo, Vips, Sanborns, incluso sus propias marcas de calzado y juguetes con su figura de acción… entre otros.
Se fue Chabelo y aunque desde hace años su presencia en la TV ya no marcaba el inicio de los domingos, su partida señala físicamente el fin de una era de la televisión mexicana que marcó a millones de mexicanos en tres o cuatro generaciones. Nadie le quita ese mérito.
Pero Javier López también era un tranquilizador y pasa a formar parte de una lista integrada por Raúl Velasco, Jacobo Zabludowsky, Ernesto Alonso, Guillermo Ochoa, Roberto Gómez Bolaños, comandada por Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre” que tenía como objetivo, que ellos hicieran televisión para jodidos y de paso, facturar millones con la publicidad que tuvo que consumir la audiencia.
Después de meses de expectativa, llegó “¡Qué viva México!” a Netflix… y al final… “¡Meh!”, dirían los clásicos.
Alerta, tiene un spoiler general, no tiene ningún spoiler específico.
Para el tipo de cine que nos ha acostumbrado Luis Estrada, esta cumple con la expectativa, pero está lejos de ser una película que pueda trascender y sorprender, incluso, terminó siendo muy decepcionante para el tamaño de escozor que causó entre los fans del Presidente López Obrador y la 4T cuando llegó a las salas de cine.
Realmente esperaba una crítica cruda que ameritara todo el ruido que se hizo y que incluso llamó la atención del mismo López Obrador.
Dentro de las cintas de Estrada, “¡Que viva México!” es bastante X (no como Claudio) y muy general, incluso, creo que tiene más de burla para la oposición radical que ha exagerado la presencia de AMLO en el Gobierno que golpes a la 4T... es bastante chaira.
Y es que la percepción de AMLO, cuando la mencionó el 29 de marzo de 2023 en la mañanera, tiene algo de razón porque sí hay muestras de racismo y clasismo, pero es completamente voluntaria, porque parece que Estrada planeó una comedia, no una crítica.
Generalizó el Presidente, “cineastas buena onditas, progres buena onditas (…) pero es para consumo de los conservadores y les va a ir bien, les va a ir bien”. Creo que tiene razón, hasta creo que el perfil idóneo del consumidor es quien ve cintas de Eugenio Derbez o "No Manches Frida".
Lo que es cierto, es que la película es un poco un chivo en cristalería, si eres fifi te voy a ofender, si eres chairo también, si eres feminista, si eres gay o transgénero te va a ofender, si eres pobre te ofender, si eres rico te va a ofender, si eres corrupto te va a ofender, si eres honesto te va a ofender.
Pero más allá del vacío ideológico de la cinta, me sorprende más toda la propaganda que se hizo, y que hoy sospecho que fue premeditada.
La película simplemente es una muy exagerada farsa de Estrada que incluso tiene algunos momentos divertidos, pero que está muy lejos de lo que fue “La Ley de Herodes”, pero más cerca de “El Infierno” y arribita de "La Dictadura Perfecta".
No es políticamente correcta, pero tampoco suelta críticas precisas sobre actos cuestionados al actual gobierno o pecados evidentes en su actuar, no hay un ataque frontal a los orígenes de la corrupción del PRI como se hizo con “La Ley” o al abandono que deviene en violencia como en "El Infierno"
Por eso AMLO, tuvo razón en su planteamiento desde su coherencia: “Tengo problemas ya con ese director porque de las últimas películas que vi… (…) fue El infierno y me pareció clasista y racista, porque hay una escena en donde manda uno de los capos a buscar a asesinos más desalmados, a sicarios, ‘a ver, vamos a traer —porque están enfrentados entre grupos— vamos a traer a asesinos más desalmados, a sicarios’, y entonces resulta que los que llegan son indígenas”.
Y sí, Estrada vuelve a usar el campo como motivo para crítica política, en estos tiempos, casi sin razón, porque se sabe desde los 90s, que los juniors también delinquen organizadamente, tanto en el marco que usa la violencia, como en el que planea fraudes muy específicos desde oficinas climatizadas.
Pero, regresemos a La Providencia, espacio de campo mexicano donde se sitúa la película de Bandidos Films.
Visualmente Luis Estrada escogió nuevamente un muy buen lugar para filmar, zonas mineras cercanas a Real de Catorce en San Luis Potosí; la fotografía excepcional. las tomas que se realizaron son muy buenas, la película es muy panorámica, pero hasta ahí no creo que trascienda a otras películas de tinte político incluso no creo que trascienda como parodia política.
Los personajes son clichés muy malos y los diálogos no cuadran en lo que pretende ser una burla social, hasta parecen redactados por guionistas de Televisa...
Los dobles y triples papeles de Salvador Sánchez, Damián Alcázar y Joaquín Cosío la libran...
No veo por qué el escozor amlista... y tampoco entendí lo innecesariamente prolongada que es la película (3 horas, 10 minutos).
La película hay que verla, independientemente lo que piense López Obrador. Pasa a formar parte del acervo de Estrada, aunque esta vez abanicó a la pelota, tanto, que a veces da la sensación que por ratos, apareciera Derbez, Omar Chaparro o Adrián Uribe.
En la escala de estrellas JC, donde cinco es muy buena y cero es “no la vean”, yo le pongo tres estrellas, eso es, véanla, pero no esperen mucho de ella.
Decidí que esto lo debía escribir de botepronto (términología futbolera aprovechando que se juegan las semis de Qatar 22) ante la impresión y buen sabor que me deja Pinocchio (Guillermo del Toro/Mark Gustafson, 2022).
Quizás el gran extra de la versión del mexicano es la bestial tarea de 15 años que implicó a artistas articular y fotografiar marionetas a 24 por segundo para una historia que la edición dejó en alrededor de una hora con 45 minutos y que incluye un buen guión, música y una excelente labor de actores que dieron voz a la cinta.
Y más allá del arte, está la muy ambiciosa intención de, irónicamente, descarnar emociones profundas del muñeco de madera y de darle una bofetada a la historia de Italia en tiempos de Benito Mussolini.
Aunque esto ya se ha pretendido en otros momentos con historias maquilladas que no eran Pinocho, como Frankenstein, El Hombre Bicentenario o Inteligencia Artificial, donde los sentimientos quedan en vilo en el descarnado metal y cables de sus marionetas, la de Del Toro está muy bien sazonada con melodías, cursis, pero emocionantes.
Pese a tiene sus problemáticas de imaginación para una historia como es la de darle vida a un tronco, Del Toro resuelve muy bien el desenlace y trata de sacudirse lo más posible la cursilería de las otras dentro de la historia original publicada en el libro de Carlo Collodi en 1883.
El muñeco, el menos humano de facciones de todas las anteriores cintas (es bastante feo, para un experto en monstruos como es Del Toro), es el más humano desde el sentido que es capaz de circular por los caminos de la maldad y venganza, de conocer los celos y el coraje y de dejar que la justicia llegue por azar y queda lejos del muñeco que se mete en problema tras problema en su intento de ser un niño.
PARRAFOS CON SPOILER
La película por fortuna no es para niños, no entenderían conceptos pecaminosos que tiene la cinta, es muy afortunada al tomarse libertades literarias al traernos la historia sin conversiones de burro, sin la estética europea de ojos azules y piel rosada y sobretodo, Del Toro hace un dramático prólogo con la historia del hijo, en el libro inexistente, de Maese Gepeto, su muerte y las consecuencias de las que fue rescatado por la marioneta. Niño cuyo nombre rinde homenaje al creador del cuento.
También juega con figuras no conocidas como un duelo de hadas, le quita lo dulzón de la Hada rubia original, pero rescata un pasaje oscuro de cuatro conejos cargando un ataúd, que en el libro son usados para que Pinocho se tome una medicina que lo salva de la muerte, pero que en libro este elemento es lo de menos, porque se sacan de la manga más muertes que un gato.
FIN DEL SPOILER
Que si algunos le ven tintes de producción de Tim Burton, pues sí, es inevitable, pero hay mucho más que la simple comparación, cuenta la ambientación y una historia bastante desarrollada que se sale del cuadrado cuento que mantuvo, nos mantuvo, cautivos con la caricatura de Disney de ese muñeco de madera que al mentir le crece la nariz y que más de una vez ha sido usado para protagonizar chistes para adultos.
PD CON SPOILER SIN TRASCENDENCIA.- Será que soy generación de libros, qué angustia saber que Pinocho pierde su libro de historias y que al ocurrir esto, se desprenden dos páginas… no resuelven si esas páginas las recuperan porque cuando lo encuentra Gepeto, solo lo recoge y se lo lleva ¿Y si eran páginas relevantes?.
Es muy triste imaginar una noche como hoy en las instalaciones del periódico El Mundo de Córdoba después de una historia de trabajo continuo de 62 años, pero hoy con la redacción apagada y en silencio, sin el ajetreo que yo disfruté por más de 20 años en diferentes momentos e instalaciones de la misma empresa.
Sin reuniones de trabajo, sin poner como objetivo la preocupación ciudadana, sin la lectura de adelantos, la jerarquización y la decisión de seleccionar la noticia, sin la confirmación del dato y los planillos de publicidad o la selección de fotos y diseños, sin ver ese apresuramiento del reportero llegando tarde para escribir o del que sale con urgencia a cubrir una eventualidad que en otros tiempos traía siempre un radio en la mano.
Quizás un lector sin acceso a los medios no imagine lo triste que debe ser la redacción apagada a horas de la tarde cuando se daban las decisiones más críticas, sin la presión del editor, sin el repique de teléfonos, sin el eco de una TV lejana, sin la discusión entre periodistas y artistas por mejorar una plana: triste debe ser el silencio de los teclados y las computadoras, sin el movimiento del ir y venir entre lugares de trabajo para llevar un comentario, un dato, un café o el cambio de planes inoportuno y molesto ya entrada la noche, pero obligado para mejorar la edición.
Paren prensas... hubo un día que oprimí el botón.
Y lo más triste debe ser esa oscuridad y frialdad donde se guarda la prensa en horas de la madrugada aún con restos de papel y tinta de ayer, porque simplemente el diario ya no se imprimirá más.
Con el fin de la voz en papel de El Mundo, la comunidad de la zona centro de Veracruz queda en la orfandad informativa, sin medios serios o con otros movidos por la necesidad de comunicadores sin rigor o algún empresario jactancioso y sin escrúpulos.
Lejos de las razones que llevan a un medio a dejar de imprimirse, cuyos análisis abundan, queda el vacío local.
La tragedia no es pequeña, ciudades como Córdoba y Orizaba, y antes Tehuacán, Tecamachalco, Huatusco, Poza Rica y Tuxpan, pierden su acervo público y su escribano de todos los días, su historiador por antonomasia, se quiebra su voz y todos los ecos que esta generaba. Si la pérdida para un lector moderno es mucha, imaginen a ese lector tradicional que pierde hasta la oportunidad de leer la lista de ganadores de la Lotería Nacional.
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No más clima, no más horóscopos, no más cartones, no más columnas polémicas, no más baches ni avisos de cierre de calles, no más anuncios clasificados, no más avisos del “hoy no hay clases” o “cierran bancos”, no más la denuncia de la cartera robada, el pleito que terminó con vecinos reconciliándose en una celda, no más la nota novedosa ni la repetitiva, no más la cabeza del editor orgulloso que resolvía tres pisos en una columna ni el fan de los épicos o cinematográficos titulares que sintetizaban un resultado deportivo.
Aunque he visto y participado en el ahora constante oleaje tecnológico que acarrea algoritmos, trampas cibernéticas y comunidades forzadas, no dejo de sentir una punzada en el corazón al saber que con el fin de El Mundo de Córdoba en papel pierdo una parte muy importante, no importa si dejé de pertenecer a ese diario hace un par de años, porque fue la naturaleza del periódico la que me enseñaba todos los días un oficio que no requiere de mucha academia como para saber y detectar diagnósticos de una sociedad que siempre, siempre necesita información puntual y ética.
Es triste saber que no habrá un periódico en papel que nació solo de preguntas, literalmente de la nada y que hoy ya no hay un equipo de trabajo que genere ese producto que, antes de liberarlo a la hora de cierre, lo acariciaba constantemente hasta en los detalles que a veces sólo entendía el editor.
Pensar que desde sus páginas se tomaron tantas decisiones, desde salir con paraguas, saber por quién votar o qué película ver, qué o no comprar, cambiar de ruta o tomar mayores cuidados al salir de noche.
En verdad pienso en la redacción vacía y la prensa en silencio y es muy triste y en mi caso, triste es también la coincidencia, porque hace 31 años llegué a esa empresa para pedir un empleo, no tan lejos de Córdoba, en Poza Rica, no en El Mundo, sino en una sucursal llamada El Norte, igual un 21 de noviembre, solo que más de tres décadas después, esta fecha se marcó como el día que se trabajó para generar su última edición impresa.
Cartón publicado el 23 de febrero de 2010 a propósito del 50 Aniversario de Diario El Mundo. (El dibujo estuvo colgado desde dos o tres años antes en el departamento de Recursos Humanos)