miércoles, agosto 17, 2022

¡Toin catatoin catatoin toin toin!

 “Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”, diría “Cantinflas” a propósito de los tres minutos de la película “Soy Charro de Levita” (Gilberto Martínez Solares, 1949) donde el genial Germán Valdés “Tintán” interpreta “Ojos Tapatíos”.

Tintán, emulando al Charro Cantor en Ojos Tapatíos.


Y aunque Mario Moreno no creo que hubiera usado su frase para una referencia tintanesca, realmente esos tres minutos son dignos de guardarse entre algodones para disfrutarlos, como tantos otros del Pachuco, aunque estos son realmente excepcionales.


Adelantado a su tiempo, incluso a su rutina de ‘asatelitar’ sus canciones (usar varios ritmos de diferentes países), “Tintán” canta con tal talento que es un momento brillante de la época de oro del cine mexicano y en el caso de la pieza musical, quizás forme parte de una de sus mejores interpretaciones, si no es que la mejor.


Escrita por el zamorano Fernando Méndez Velázquez, músico y poeta cuya vida transcurrió entre 1882 y 1916, el tema requiere bastante habilidad vocal para interpretarse y fluye en la voz de "Tintán" como si se tratara de un paseo dominical por una soleada alameda (cualquiera de cualquier ciudad).


Famosa inicialmente en la voz de Jorge Negrete, “Ojos Tapatíos” fue escrita por ahí de 1900 y grabada por “El Charro Cantor” alrededor de 1947, aunque también fue registrada en la voz de Pedro Infante, Los Calaveras, varias rondallas, entre otros.


Pero qué tenores, ni que barítonos ni que bajos, aquí, a la manera del Presidente López Obrador, decretamos que la mejor interpretación de Ojos Tapatíos es la del Pachuco de Oro.


En la película, ante una pizpireta, avispada y muy romántica Rosita (Rosita Quintana), bajo la luz de la Luna, guitarra en mano y espiado por el pequeño Pepito (Ismael Pérez), el otrora Topillo Tapas se arranca tras un primer acorde con la frase inicial “No hay ojos más lindos” y durante un minuto parodia la engolada voz de Negrete.


Bajo la dirección y fondos musicales de Federico Ruiz y Rosalío Ramírez, "Tintán" deja extasiada a Rosita quien no deja de coquetear enamorada del trompudo y deja atrás por siglos la vergüenza estereotipada de la campesina que se esconde tras el rebozo.


Ella no, ella da la cara y se deja enamorar y enamora mientras "Tintán" llega al minuto de la canción para volverse el Pachuco comenzando a cantar a su estilacho mientras Rosita se pasea frente a él.


En un ataque de espontaneidad y al grito de “Y al ver esos ojos”, Tin Tan le hace un pase natural a Rosita y “Ojos Tapatíos” se vuelve ritmo y pasos de tango que le permiten continuar su cortejo mientras Rosita sigue paseando frente al cirquero que en automático manda la canción al boogie woogie estadounidense.


Rosita Quintana merece arieles, diosas de plata, osos de Berlín, palmas de Cannes y óscares en el momento que el enamorado del cute, el tando y la chaina se aloca con la pieza y ella toda enamorada tiene que resistir estoica el embate tintanesco de un “catoin cata toin cata toin toin toin”.



En este momento reflexiono y no alcanzo a comprender cómo acordaron esa escena, partiendo de qué o a quién se le ocurrió convertir la sublime “Ojos Tapatíos” en una pieza disparatada donde se transforma todo lo musical y la letra que pasearon por un rancho mexicano, la llevaron a barrios bonoarenses, la hicieron volar a las calles de Los Angeles y la regresaron a tierras mexicanas, pero no a Rosita que sigue estoica en el papel de musa enamorada.


El caso es que la canción termina con final feliz y que gracias a un charpazo de Pepito, Tintán termina en brazos de la Quintana que ya rendida a los encantos de "Tintán" ingenuamente pregunta “y todo eso me lo cantó a mi”.


Luego de un trompazo del Pachuco, la escena se registra para la posteridad, “¡Corte y queda!” habrá gritado Martínez Solares feliz mientras todo el set finalmente desata las carcajadas al haber sido testigos de un momento verdaderamente momentáneo y trascendente del cine mexicano.



miércoles, agosto 03, 2022

¿Se acabó el maratón de Netflix?

¿Será que después de más de 10 años de éxito contínuo un servicio como Netflix pierda la hegemonía y comience a formar parte de los saldos que comienzan a abundar en la canasta de los productos streaming?

A finales de los 90s, descubrimos con asombro bondades secundarias de internet (la primera sin duda es la libre forma de difundir, compartir información y comunicarnos sin fronteras) pero llegábamos a maravillas inconcebibles para esos tiempos como compartir documentos, textos, audios, videos, etc en una incipiente nube que crecía y formaba una tormenta que gradualmente siguió moviéndose como la gran mancha de Júpiter.

Luego, voilá, todo se domesticó y la música pudo volverse archivo y cuando creíamos que la piratería había llegado a la cúspide en la clonación de cds, hijo reciente de los casets piratas que podían duplicarse a altas velocidades, alguien nos enseñó un archivo con extensión .mp3 que había llegado quién sabe de dónde… 

Ya era el tiempo de decir "esto no lo va a parar nadie", "la culpa es de internet"... vino Napster, vino la clonación casera de discos compactos y dvds… en efecto, ya nadie lo iba a parar.

Luego vinieron los servicios y aprender a consumir pagando, viable y hasta justo desde el punto de vista del usuario, no sé bien desde el del artista.

El caso es que muchos que hemos estado pegados a una computadora y sus derivados conectados a la red, vimos encantadores servicios que si bien en México llegaron pixelados por los pésimos servicios de conexión, llegaban y así comenzaron a funcionar y a llamar la atención mientras los medios convencionales seguían en su absurda necedad de mantenerse fuera de la evolución.

Hasta que les llegó Netflix y basta de contexto.

El encanto de la empresa con sede en Los Gatos, California, sólo lo puedo comparar con mi primer contacto con la videocasetera. ¿Cómo era posible ver películas en HD y con un catálogo que nos ponía como hambrientos en un buffete?…

Así duramos años desde su llegada a México por ahí de septiembre del 2011 hasta que ocurrió el milagro de la multiplicación de las plataformas, uno pensaría que no había forma de competir con algo tan poderoso como Netflix, pero pocos contaron con la astucia de los derechos intelectuales de las empresas y los catálogos que podían hacerse exclusivos.

Uno de los primeros golpes para los que añoran aún la TV del antier, fue cuando Netflix perdía por ahí del 2016 a El Chavo del Ocho y Televisa se hacía de una disminuida aunque sí atractiva Blim.

Para esos tiempos la lógica era pensar por qué todas esas televisoras y productoras no se hacían de su propia plataforma desde años antes, quizás era esa tara de los medios por insistir en ordeñar la vaca hasta que muriera deshidratada mientras Netflix no sólo le robaba ojos a los ratones, sino que comenzaba a generar su propio material, en su mayoría con una calidad cuestionable, pero brincaba de vendedor de contenido a creador de contenido en masa.

Finalmente la lógica de pasar de TV a plataforma llegó y tanto productoras de Hollywood como grandes televisoras del mundo dieron el saltito para tener cada quien su material exclusivo (Paramount, Universal, HBO, CBS, ABC, Fox, etc), no sin antes ver nacer a Amazon Prime y claro, una de las estrellas más esperada como es Disney y sus tropiezos y por supuesto, los sistemas satelitales también abrieron su frente desde Dish, Sky y un montón de cableros. (Yo sigo esperando que el Gobierno mexicano tenga su propia plataforma con contenido del Canal 13 e Imevisión)

Súmenle, Mubi, Starz, Hulu, Apple TV… hasta los equipos de futbol lo hicieron no con tanto éxito (lo de Chivas fue un desastre), no así las grandes ligas deportivas que hoy en sí son una enorme producción de distractores para el consumidor de goles, touchdowns, hoyos en uno, jonrones y pole positions.

¿Sigues ahí Netflix? Sí, sigue ahí haciendo llegar tarde a todo mundo, quemando frijoles y camisas y modificando los hábitos de sueño de miles, pero, no tan robusta como antes.

Después de 10 años, el poderoso encanto de Netflix se comienza a desvanecer por múltiples razones, sin embargo no deja de ser el líder del mercado.

Hoy, 200 mil de sus 220 millones de usuarios  se le han ido entre su salida del mercado ruso, la competencia y su sangría de más de 100 mil familias que comparten cuentas en diferentes hogares (a mí qué, no me vean).

No sé bien si esto signifique la caída del monstruo que nos ha distraído por casi una década, pero como en todas las manifestaciones culturales (las tradicionales y las nuevas) que se han metido a internet, seguramente Netflix pasará a atomizarse entre el mar de plataformas y será una opción más. ¿Beneficiará esto al usuario? Por supuesto, siempre la competencia aportará el principal motivo para tener mejores tarifas y contenidos.