Hay cosas incomprensibles en este país llamado México.
El gobierno y muchas empresas son de ocurrencias. De repente salen con mamarrachadas como cantar el himno nacional a tal hora para incrementar el nacionalismo (15 de septiembre de 2004) y a veces, en forma por demás descarada, promueven sentimientos sublimes de la nada, por ejemplo eso del día de la familia.
En este tenor, Cargamento se pregunta, dónde está esa preocupación por la seguridad que hubo en 2004, ahora, cuando se necesita más, cuando Felipe Calderón manipulando formas, manda y manda efectivos del Ejército a los estados para luchar contra la delincuencia organizada. Dónde están esas muestras de la derecha para manifestar su odio y repudio a la inseguridad, y de paso a Andrés Manuel López Obrador, ¿será que ya no es necesario vestirse de blanco y gritar arengas por los hijos, por mi amigo asaltado y mi compadre secuestrado?
¿Qué ganan con esa idea del día de la familia en un país donde no se ha visto a un sacerdotes pederasta en la cárcel? dónde los empresarios, en alianza con gobiernos como el de Mario Marín son capaces de mofarse de las "pinches viejas" a las que les dan coscorrones.
A qué vienen las ocurrencias. ¿Acaso están dirigidas por ese 60% de los televidentes que vieron La fea más bella, la misma que promovió el voto para Calderón?... Qué quieren los promotores (el Consejo de la Comunicación)... que adoremos su idea y que festejemos la familia cada que se les da la gana nomás porque tienen de su lado a los medios y a excelentes publicistas.
Cargamento dice, que le hará tanto caso a ese festejo como a la marcha contra la inseguridad y de paso grita: ¡manipuladores!. El otro yo de Cargamento suelta una trompetilla.
La intrascendencia
La red fue el detonante de algo que debería tener sin cuidado a la población, con y sin internet: las preferencias sexuales de un cantante.
Sin embargo, no deja de ser importante el fenómeno que esto representa para un público masivo que se entretiene con las intrascendencias.
Sin tanto análisis, es evidente que uno de los elementos más ricos de los contenidos exitosos de internet es precisamente el morbo. Este es el que llevó a la nota de un cantante de talla menor ser "la estrella" de internet desde hoy, y quién sabe hasta cuándo, además de empujar a los medios por naturaleza propia de la noticia farandulera. Es decir, que sí es noticia por ser el integrante de un grupo con éxito publicitario como lo es RBD (por favor, ni siquiera tienen sentido las siglas con la palabra rebelde).
El fenómeno ahí está, para ubicarnos de qué lado queremos estar.
Otra de narradores
Hubo un tiempo que la ausencia de un narrador deportivo era un golpe televisivo increíble. Cómo no recordar las ausencias de Angel Fernández en los ochentas y la posterior salida de Alfredo Domínguez Muro y Raúl Orvañanos de Imevisión.
Ahora eso ha perdido peso, los comentaristas pasean de una televisora sin sorpresa. Luis Omar Tapia pasa de ESPN a TV Azteca, José Ramón Fernández viaja entre el Ajusco y TeleFórmula, Roberto Gómez Junco rebota de la nada para llegar a Televisa con el bagaje que le dió el equipo de Fernández y así, ad infinitum.
Ya nadie se sorprende. Pero, curiosamente, en el caso de José Ramón Fernández, pilar induscutible del periodismo deportivo, parece que "lo castigó diosito".
Resulta que el poblano terminó en una empresa de un Azcárraga y trabajando no sólo a lado de quien fuera su pareja laboral por más de una década, Raúl Orvañanos, sino de un conglomerado de cronistas que él deploró como jilgueros del sistema futbolero, como el "perro" Bermúdez y otros.
Y seguimos esperando su regreso.